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miércoles, 24 de junio de 2009

Uruguayo volvé... ¡si tenés con qué!


La hipocresía y la desesperación por el resultado adverso que presagian las encuestas, hacen aparecer ahora proyectos de ley de retorno para uruguayos radicados en el exterior. Claro, no es para cualquiera. La idea es que vuelva el que hizo plata, el que puede pagarse el pasaje, el que le fue bien, en suma, el que venga como un turista. Aquel que esté pasando mal, el que reclama atención de su patria, el que aún no puede pensar en el regreso porque no tiene la vida arreglada, que se joda. ¿Acaso un fundamento clasista acompaña la iniciativa pensando que esa porción de nacionales es del mismo color partidario que el autor del proyecto? Presentarlo a esta altura, cuando no registra muchos antecedentes en la materia, parece un manotón de ahogado en un intento por demostrar actuación legislativa quien se ha caracterizado -principalmente- por fustigar cuanta idea anduvo en ronda durante este gobierno y no precisamente por producir leyes.

Es que en tiempos electorales todo vale a la hora de juntar votos. Si bien la vieja ley de lemas ya no existe, la máquina de recolectar sufragios como sea sigue funcionando en la mente de estos políticos que no se dieron cuenta todavía que ya no se compran votos uruguayos con espejitos de colores.

Por suerte todo parece indicar que los orientales despertamos de ese trance hipnótico que repetíamos cada cinco años renovando la confianza en políticos que no eran merecedores de la misma.

Si los uruguayos emigrados tienen voz y representación, cuanto más no sea administrativa, es merced a este gobierno progresista que con marchas y contramarchas ha ido remendando una política de retorno que de a poco va dando señales a los miles de patriotas por el mundo. Es cierto que no todo se hizo y que se perdió mucho tiempo, pero no fue sino el Frente Amplio desde el primer día de gobierno en la palabra de nuestro Presidente Tabaré, quien recordó a la diáspora y puso en marcha el lento proceso de inclusión de la patria peregrina en la vida del Uruguay del nuevo siglo. La enmienda constitucional de octubre es la prueba tangible de una promesa cumplida que marcará en la instancia el comienzo de un camino hacia la vinculación de los uruguayos emigrados. La que no empieza ni termina en el reconocimiento al voto sino que es mucho más amplia e inclusiva que estos amagos electoreros de turno que solo hacen ruido en vísperas de elecciones.

A los uruguayos del mundo les daremos la mejor bienvenida cuando no solo los llamemos para pedir su voto sino cuando los incluyamos realmente en la vida del país, con un proyecto de vinculación cabal y responsable que permita un retorno sin marcha atrás. Un proyecto serio, que no genere falsas expectativas ni persiga otro fin que la verdadera incorporación de éstos a la vida nacional del país, que necesita de toda su gente para construir su futuro.


el hombre chateaba con un primo,
el perro gruñía harto de esperar un hueso

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