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sábado, 6 de febrero de 2010

Juegos de equilibrio


Publicado en La ONDA digital

El Plenario Departamental de Montevideo del FA eligió, el pasado viernes 29 de enero,  a la Cra. Ana Olivera como candidata única para las elecciones municipales de mayo. Un juego de equilibrismo complicado a estar por los titulares de prensa, pero al cual los protagonistas principales y hacedores de la noticia, están acostumbrados. No obstante ello es innegable que las tácticas o estrategias políticas que se vivieron, distaron mucho de ser las ideales, pero el FA tiene ese plus que lo hace distinto y que no es otro que el de encolumnarse tras la figura elegida a sabiendas que lo hace fundamentalmente tras un programa común a seguir. Tal es así esta particularidad del conglomerado frenteamplista que aunque existieron amagos de imitación recientes por la fuerza nacionalista, no pudieron concretarse y los candidatos blancos van cada uno con un programa propio.

Quizás -y sin quizás- sea ese el gran diferencial que debemos preservar mucho más incluso que las supuestas heridas que se insinúan cuando se habla de candidatos vetados.

El Frente Amplio sabe darse los candidatos que se merece, aún cuando se pretenda influenciar con datos externos a la estructura. Parece un contrasentido que así como se apela a esta forma de organización y funcionamiento para encausar movidas de aire fresco militante, (como las Redes Frenteamplistas), no se razone de la misma manera al tiempo de tratarse nada más ni nada menos que de la elección del segundo cargo en importancia que tiene el país (sin menospreciar al resto). Negar el resultado y hablar de maniobras políticas solamente sería no reconocer la legitimidad del mismo. Un resultado al que se llega por derecha y de frente, con las cartas a la vista y en tiempo real, sin anticipos.

Porque fue sin duda la estrategia socialista una forma anticipada de echar por tierra cualquier acuerdo posterior, tal cual ocurrió finalmente. Si los pasos hubieran sido otros, acompañados del sondeo y posterior negociación entre todos los sectores, quizás Martínez era hoy el candidato... o no. Recordemos que el presidente electo le tenía reservado otro rol al designarle al frente del Ministerio de Industria y Energía, allí había un mensaje encerrado que no supieron o no quisieron leer. Luego, la avalancha mediática –muy bien hilvanada, hay que reconocerlo- obtuvo el resultado esperado con un protagonista que ganó sobradamente sus laureles de laburador y ejecutivo al frente de las responsabilidades que se le encomendaron oportunamente.

Ahora bien, el Frente Amplio es movimiento, pero también es coalición, y esa pata indispensable de su sostén no fue tenida en cuenta. Si bien como movimiento había respaldo, al tiempo de pasar raya como coalición se olvidaron de los acuerdos políticos indispensables para abrochar el objetivo. Ni tanto ni tan poco, equilibrio entre ambos conceptos, es la cuestión. Ni mucho movimiento con poca coalición, ni viceversa. Esa es la esencia de un conglomerado de sectores políticos y bases sociales que se combinan para dar vida y realidad a una fuerza política a la que el pueblo le renovó su confianza.

Oportunamente manejamos la idea de asistir a la elección municipal con los candidatos que hubieran y  fuera el pueblo frenteamplista el que laudara lo que la estructura no podía. Pero fue la propia estructura la que decidió –legítimamente- llevar un programa único (la esencia frenteamplista) y un candidato único (cosa que no ocurrió para las elecciones nacionales). Con ese cuadro de situación solo había espacio para el consenso (otra de las cualidades históricas que han caracterizado a la fuerza política), el cual seguramente fue conjurado por la presencia espiritual de quien hizo de esa herramienta una forma de vida.

Pasado el vendaval mediático, la recomposición y encuadre tras Ana Olivera es un hecho inexcusable. La misma noche del viernes el Partido Socialista dio muestras de su grandeza histórica al pedir la reconsideración de la votación haciendo de la misma una proclama unánime. No era para menos, a la hora de la verdad, todos saben cual es el objetivo y seguramente aquel General del Pueblo, había inundado el recinto de espíritu frenteamplista una vez más.

el perro, movía la cola;
la mujer tenía la palabra,
los hombres, habían dado un paso al costado...