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lunes, 12 de julio de 2021

La culpa no es de la sota…


La sota es “en la baraja española, cada una de las cuatro cartas que llevan un paje o infante”, según una de las varias definiciones que contempla el diccionario de la RAE. También es utilizada para referirse a “una mujer insolente o desvergonzada” (sic); pero también hay otra referencia (muy rioplatense, por supuesto), que establece el uso de esa palabra para referirse a una “persona que finge no saber o no conocer” sobre algún tema. Es decir –y vaya una autorreferencial apreciación- hacerse el sota sería lo mismo que hacerse el gil (sin llegar a un Perro Gil, claro). Lo concreto en este último punto es que pretender echarle todas las culpas a la pobre figura de la baraja española es un ejercicio de autocomplacencia que no basta para justificar lo que nos está ocurriendo por estos tiempos. No podrán hacerse “los sotas” por más tiempo ante las urgencias que viene sosteniendo el pueblo uruguayo que empieza a despabilarse tras promesas incumplidas que se traducen en aumentos de impuestos y deterioro del salario de los trabajadores. No señores, la sota no tiene ninguna culpa y no acudan a su imagen para disfrazar lo que empieza a develarse de manera más que notoria cuando vamos a ejercer un simple acto ciudadano como el de querer adquirir alimentos o pretender estar al día con nuestras obligaciones ciudadanas. La culpa también es nuestra, obviamente, pero a escasos meses de una nueva administración, las patas de la señora en cuestión se empiezan a ver claramente y el malhumor social se manifiesta en las colas de los supermercados, en los puestos de las ferias y en los barrios.