Traductor

martes, 29 de septiembre de 2009

Atorrantes eran los de antes...

(Publicado en La ONDA digital)

A medida que nos acercamos al 25 de octubre la incontinencia verbal hace estragos en la campaña electoral. Particularmente nos referiremos al líder nacionalista porque en términos estadísticos, el palmarés de “horrores” se lo lleva Qki por lejos. Es innegable que cuando habla expresa su verdadero pensamiento, el cual estamos muy lejos de compartir, confirmándolo cada día que pasa con algún exabrupto como el que referiremos en esta nota.

La última embarrada (aunque queda tiempo para muchas más), tiene que ver con uno de los primeros actos de gobierno que puso en marcha el Presidente Vázquez: el PANES. Resulta que ahora se rasgan las vestiduras diciendo que fue una forma de fomentar atorrantes. Olvidan decir que había un millón de razones para hacerlo. Al desdichado episodio de su mención de baños para pobres a ser instalados en los asentamientos, develando un claro síntoma de desprecio por los más humildes, suma esta expresión que está muy lejos de ser cierta.*

La Ministra Mtra. Marina Arismendi pidió al Congreso de Intendentes que se expida acerca del cumplimiento que han tenido los aludidos ya que son precisamente las Intendencias las que reciben el mayor caudal de trabajos realizados por los beneficiarios de las asistencias dadas. Las Rutas de Salida son parte de lo que critican los señores nacionalistas, evidenciando un total y completo desconocimiento por el trabajo que viene realizando el MIDES o –lo que sería mucho peor- una manifiesta intencionalidad política que lejos de obtener rédito electoral, genera repulsión y efecto contrario al buscado. Una razón más que aleja al pueblo del pensamiento de esa corriente de opinión que en su desesperación apela a estos desbordes verbales que se marcarán inevitablemente en las urnas próximamente.



Es que la derecha vernácula más recalcitrante está blandiendo sus banderas y apela a este discurso seguramente extrañando viejas épocas donde campeaba el clientelismo y los ñoquis no eran precisamente ese plato tan tradicional de los uruguayos de cada 29 de mes.




En efecto, atorrantes eran los de antes a estar por estos dichos, pues no hay más atorrante que aquel que cobra un sueldo sin realizar ninguna contraprestación. Y no estamos hablando de pocos pesos sino de remuneraciones jugosas que solo servían para pagar los favores a algún amigo. Así se realizaron operaciones de alto costo –con todo pago- como pasó en el BHU; o los resonados casos de quienes figuraban en planilla para cobrar un sueldo en el Ministerio de Deportes, o en la Intendencia de Canelones, por citar los casos más sonados durante los gobiernos blanco y colorado respectivamente. Ejemplos varios de una forma de actuación política de quienes tienen el arrojo de ver estos planes de inclusión social como un asistencialismo barato sin contraprestación alguna. Eso fue al inicio del PANES, y fue una triste necesidad ante la emergencia social de tener un país con un millón de pobres. Hoy la realidad es otra muy distinta con el Plan de Equidad; sin embargo se apela a recordar esas acciones como asistencialismo puro olvidando – premeditadamente - su cuota de responsabilidad.

¿Ese millón de pobres surgió por generación espontánea? ¿Acaso no gobernaba el país la coalición blanqui - colorada? Tamaña hipocresía no escapará a la demostración de su incidencia, llegado el momento de emitir el voto, por parte de un pueblo que sabe diferenciar la paja del trigo y ya no tiene miedo a sentirse dueño de su futuro.

Exactamente los dichos de Lacalle fueron: “Le damos dinero a 80 mil atorrantes para que no hagan nada”. ¡Cuánta temeridad encierra tamaña afirmación! Podremos reconocer algún exceso –infalible no hay ningún sistema y la vieja viveza criolla no fue ajena en el tema y hubo seguramente quien abusó del mismo- pero de allí a afirmar que ochenta mil vivos se hicieron de un ingreso por nada, hay un abismo. Hubieron controles, y ellos arrojaron casos en que se les quitó el Ingreso Ciudadano a quienes no tenían las condiciones para recibirlo, e incluso hubo quien lo devolvió pues tuvo la decencia para aceptar que había cambiado su situación y no era merecedor del mismo. Pero claro, estos “ñoquis” modernos del gobierno del FA no encajan con los consagrados de antes que se recibieron con honores a la hora de percibir dineros públicos por nada. Seguro ya olvidaron las gauchadas de aquel legislador para quien ostentando mismo apellido que el suscrito, tampoco era tan gil y hoy lo siguen esperando (Adolfo Gil Ribeiro, aduanero prófugo en uso de un pase en comisión merced la gauchada de Ariel Lausarot, entonces Presidente del BHU).

Son muchos y muy gruesos los “horrores” que comete quien aspira a ocupar el sillón de la Avda. Suárez por el Partido Nacional. Seguramente añore tiempos pasados donde los atorrantes de entonces seguramente se perfumaban bien para disimular el tufo a joda que emitían al cobrar por nada mientras el pueblo merecía ajustes fiscales como compensación a su esfuerzo. Asimismo añoran aquellos sueldos que generosamente pagábamos todos nosotros, inocentes contribuyentes que ignorábamos el destino de nuestros dineros públicos. Sueldos que no se condicen con un ingreso ciudadano por supuesto, no solo por su monto sino fundamentalmente porque no era digno de llamarse sueldo el pago con la plata de Juan Pueblo, a personas que solo estaban para cobrar pero no para cumplir tarea alguna por dicho pago.

La verdad aflora siempre, y ésta no será la excepción. Hay una gestión que avala la continuidad de los cambios, y hay un pueblo que no se considera atorrante cuando sale a compensar una asistencia barriendo calles, reparando veredas, o confeccionando uniformes para empresas públicas que supieron estar en la joda.


* las fotos que acompañan esta nota avalan las tareas desempeñadas
por estos “atorrantes” que lejos de ser tales, se ganaron el respeto de
los uruguayos.


el perro ladraba al barrendero,
el hombre hervía el agua para cocinar los ñoquis...

Montevideo, 28 de septiembre de 2009