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jueves, 21 de mayo de 2015

Más allá del deber de informar


Pasó el clásico, pasaron los clásicos. Tres partidos considerados de alto riesgo a partir de la rivalidad cosechada durante años de competencia deportiva. Conceptos que fueron moldeándose y consolidándose al tiempo que la violencia comenzó a ganar espacio en las lides deportivas, robando lugar al deporte mismo. Espacio que no sólo ocupó en el fútbol sino también en el básquetbol  con tristes episodios como la muerte de “los Rodrigo de Aguada”, por citar un caso. Es que a los deportes de mayor convocatoria nacional los infectó el flagelo de la idiotez, la intolerancia, la idea de ganar como sea y dónde sea, sin importar el método, violando todas las reglas. Y lo que antes no pasaba en Uruguay y era cosa de otros lados, llegó para quedarse dando muestras de querer avanzar a pesar de las mayorías. Pero a pesar de ser menos hacen mucho daño y lo que pasa en otros lados pronto se copia acá. Todo se copia y la competencia se traslada también a los medios de difusión. En esa puja por ser primicia, se invierten los resultados beneficiando a los violentos, y se traspasan límites, más allá del deber de informar...