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lunes, 19 de diciembre de 2022

Cuando la mentira es la verdad


¿Quién podía imaginar que la canción de Divididos se hiciera carne en un forma de gestionar los destinos del país? Porque más allá de promesas incumplidas -que aunque no debieran hacen parte de la idiosincrasia política tradicional- ni el más arriesgado de los mortales pudo imaginarse un escenario como el actual donde la mentira se haya institucionalizado como la verdad para un Gobierno que la incorporó a su discurso sin que se le mueva un pelo (sin alusión a la alopecia presidencial). Es tal el nivel de cinismo que aplican que asombra y los hace dignos de la estatuilla dorada. No hay crédito ya para un Poder Ejecutivo que hace agua por varios flancos a raíz de los impactos que los casos Marset y Astesiano le han infringido, y a los que no han podido eludir ni disimular por más humo que han intentado promover. La mentira es la constante para sostener un relato que muy pocos creen; una crónica que empezó a cobrarse un alto precio en la devaluada imagen de un Presidente que ya no domina las entrevistas y queda cada vez más expuesto a un triste papel de capitán de un barco que empieza a escorarse rápidamente. La imagen de Pinocho asociada a la figura de Lacalle Pou es una constante que seguramente pasará a la historia para representar una gestión donde la mentira fue la verdad…