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sábado, 27 de junio de 2009

Tomando té con gente "bian"


Días pasados –según narra el matutino caganchero- la esposa del ex-presidente Lacalle compartió un té con mujeres de su alcurnia y tradición en un lujoso apartamento de Pocitos. Al amparo del intenso frío reinante por estos días, se juntaron “Monona”, “Nené”, “Yayita” y otras destacadas e ilustres invitadas (no piensen encontrar allí una Tota o una Pocha, faltaba más!).

El menú era frugal pero sofisticado. Sándwiches de pan negro con bondiola (¿no se habrán equivocado? ¿adónde quedó el jamón serrano?), medialunitas de manteca y el infaltable té importado, por supuesto.

Previa presentación de la anfitriona, la invitada de honor hizo uso de la palabra y se refirió –entre varios temas- a las mujeres del gobierno frenteamplista. Infames representantes de género que dicen malas palabras en público, bailan o tocan el tamboril y se suben a un auto con menores infractores en un intento por no reprimir de “one”. Todas actitudes reprobables y “de menos”. Luego arremetió contra la inseguridad, la pinta de Mujica, de quien dijo tiene “una irresponsabilidad natural de la persona que no tiene hijos”. Claro que omitió decir que mientras ella tenía hijos en cuna de oro, aquel sufría las consecuencias de su actuación con prisión y tortura. Le tocó perder, le tocó comerse muchos años de prisión en las peores condiciones. Pero también le tocó la varita de la humildad esa que no llega a ciertos niveles de nuestra sociedad.

Seguro que de tanto tema que tocó se olvidó de muchos, especialmente de uno. La tan mentada entrevista a su esposo en Radio Sarandí, en el programa Las cosas en su sitio de Ignacio Álvarez. Principalmente la parte final de la misma en la que se recordó su participación, (lejos de ser la de un “té conversation” como este), en el cobro de comisiones por la venta del Banco Pan de Azúcar, con un 3,3 %. Situación que de haberse producido hoy era pasible de sanción penal y –por supuesto- Julita hubiera sido procesada como Braga y Cambón lo fueron en su momento.

Pero claro, el té se enfriaba, las medialunas se veían buenas y aquellas señoras de la alta sociedad no tenían porqué saber de viejos negocios. Ya vendrían otros.

Siempre y cuando, los uruguayos lo permitan...



el hombre tomaba mate con bizcochos,
mientras el perro se comía las migas

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