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viernes, 7 de septiembre de 2018

Dioses distintos...

Ellos tienen su Dios, o por lo menos se quedaron con una mano de la divinidad a la que le deben un mundial. Ellos veneran a otros dioses, se encandilan con sus luces, gustan ser los hermanos mayores, los que la saben toda, los dueños de la viveza criolla. Ellos dicen ser los creadores del dulce de leche, del asado más grande del mundo. Ellos sostienen que Gardel es francés (si hubieran podido decir que era argentino hacía rato que eso estaría patentado), pero se aferran como a un rencor a reconocer siquiera la posibilidad de que sea uruguayo. Ellos se apropiaron de La Cumparsita y la hicieron pasar como suya en eventos de corte mundial sin reconocer que esa sí, sin lugar a ninguna duda, es más uruguaya que el dulce de leche, que Gardel o que la viveza criolla. Ellos adoran al Dios “dinero” pero se les escurre cada vez en alas de las “golondrinas” que no harán verano pero hacen sus “agostos” argentinos cada vez que pueden. Mientras, de este lado del Plata, nosotros, los hermanos menores, los chicos, los inexplicables de la historia, disfrutamos de la calma y la estabilidad financiera. Nosotros, los uruguayos lo tenemos a él… al Dios de pelo blanco, cara seria y poco empática, discurso mesurado pero sólido, respaldado por más de década y media de medidas acertadas que hoy marcan la diferencia. Nosotros, lo tenemos a Danilo...