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A nadie escapa que los gobiernos terminan asociados a determinados hechos que los distinguieron, así el primer gobierno del Frente Amplio -con Tabaré Vázquez- quedó asociado a varias reformas, pero el Plan Ceibal fue un sello identitario singularmente positivo. El de Mujica, aunque les duela a sus detractores, por una nutrida y consolidada agenda de derechos; el último de Tabaré, mal que nos pese a los frenteamplistas, por el affaire Sendic. Cada gobierno tiene un mojón asociado indisolublemente a su gestión. El gobierno de Lacalle Herrera quedó atado al caso Pan de Azúcar, donde la corrupción fue el diferencial que recordamos hoy los uruguayos, en lugar del promocionado eslogan que recitaban de que “con los blancos se vive mejor”. El gobierno multicolor de Lacalle Pou y su combo, pasará a la historia signado por “el caso Astesiano”, magistralmente documentado por el periodista Lucas Silva en el libro homónimo.