Tapa de El País, febrero de 2018 |
El quinquenio multicolor va llegando a su fin y las cifras de la inseguridad oriental están lejos de lo que persisten en difundir. En tanto el mundo siga midiendo la seguridad de un país por las cifras de los homicidios cada 100 mil habitantes, esa tendrá que ser la cifra a considerar y no los abigeatos, por citar una de las que tanto gustó difundir esta administración. Mucho menos cuando esa categoría está manchada en su credibilidad a partir de aquella afirmación del tercero de la Jefatura de Maldonado que pedía que no los registraran para que no los mataran luego con las cifras. Una gestión que se cuidó muy bien de maquillar los números de homicidios tomando como referencia el año 2018, para no superarlo. Sin embargo, dejaron huellas de su burda estrategia con un aumento exponencial de las muertes dudosas y todo ello sin considerar que tuvieron a favor casi dos años de pandemia, período que bajó las cifras de la criminalidad en todo el mundo. ¡Ah, pero claro, la culpa fue, es y será –siempre- de Bonomi!