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sábado, 28 de enero de 2023

La paja en el ojo ajeno

La hipocresía se incorporó como una cualidad naturalizada en muchos integrantes del actual gobierno. Hipocresía que alcanza niveles de cinismo absoluto cuando intentan justificar lo que antes criticaron para denostar al gobierno de turno. Para los tiempos que corren, donde cada uno porta "un arma de difusión masiva" en sus manos,  era previsible imaginar que en algún momento saldrían a relucir los archivos delatores. No hace falta nada más que repasarlos para sacar nuestras propias conclusiones y demostrar -sin duda alguna- que la hipocresía y el cinismo son atributos indispensables para muchos de los que hoy fungen un cargo de gobierno. Como dijo el Presidente, "Algún día volverá el Uruguay en el que los Ministros renunciaban o se les pedía la renuncia. Por gestión o por vergüenza".

 Claro que, nunca dijo cuándo sería ese día…

Ni Chespirito se atrevió a tanto

El ministro Peña está en el horno, por lo menos en lo que a su imagen refiere. Es que la misma está por el piso al caerse del falso pedestal en que la había montado por varios años. No hay error excusable cuando se presentaba como algo que sabía muy bien que no era. ¿Qué necesidad tienen los políticos de arrogarse un título que no poseen? Sin dudas que eso habla de una especie de complejo de inferioridad que los sume en la imperiosa necesidad de presentarse con un abolengo académico del cual carecen, para intentar ingresar o equipararse en esos circuitos a los que aspiran. 

Quizás eso es lo que llevó  que se atribuyera una condición académica que no tenía y que no puede justificarse con retroactividad. Porque lo hecho, hecho está y más si tuvo la osadía de criticar la misma conducta antes para destruir la imagen pública de un opositor político. 

Porque esa es la mayor demostración de hipocresía y cinismo que puede tener un político, alguien que eligió la función pública y con ello un nivel de exposición que lo condiciona a ser y parecer lo que dice ser. Es decir, lo obliga a ser auténtico, porque eso hace parte del acervo personal e intangible de un servidor público: su credibilidad.

Pero tal parece ser que la vara que mide la ética pública difiere según el lado del mostrador que se ostente. Porque siendo opositor se piden renuncias y se hacen gárgaras de honorabilidad y pundonor que -cuando se cambia de lado- se olvidan o justifican de manera insólita. 

Pero qué se puede esperar del protagonista de turno si el propio Presidente abandona lo que sostenía siendo oposición y no lo aplica hoy, que ostenta el más alto cargo de responsabilidad pública del país.

Hoy se justifican en seguridad con los mismos argumentos que antes le criticaban a Bonomi, y lo hacen con un nivel de cinismo que abruma, pues no sienten ni un poquito de vergüenza. Ni mucho menos reconocen que Bonomi tenía razón cuando lo decía, claro.

Hoy la ética pública está en el debe, con senadores que difunden información falsa y siguen aferrados a esa práctica sin que se les mueva un pelo. Cuánto más se puede esperar de quienes abusaron de la denuncia  a niveles de difamación siendo oposición, pero hoy no resisten el archivo ni sus propias indiscreciones (un falso pediatra, ahora un licenciado que no lo era).

No lo justifica al ministro Peña la condición de haber cursado y terminado la carrera 20 años después de iniciada según declaró, (porque eso está en duda todavía), ya que bien puede pensarse que lo hizo para tener alguna justificación posible ante lo que sabía muy bien le podría pasar si se conocía la verdad de su condición académica trucha. Más cuando había hecho gala de un cinismo avasallante contra Sendic.

Los golpes se multiplican y duelen mucho más cuando vienen de su propio partido porque a poco de conocerse la noticia publicada en el semanario Búsqueda, la ex subsecretaria de RREE - Carolina Ache- hizo su descargo contra el involucrado de manera contundente. Y vaya si le asiste razón para hacerlo cuando su cabeza fue la única que rodó mientras todavía se mantienen varias que deberían haber rodado con la suya (Maciel, Heber, Bustillo). La venganza es un plato que se disfruta frío, y a estar por lo visto lo viene paladeando con inocultable satisfacción.

Todo demuestra que este gobierno es afecto a ver la paja en el ojo ajeno mientras en el propio las parvas hacen fila para salir.

Tanta hipocresía les va a terminar saliendo muy cara, la gente no tolera la mentira.


el hombre lustraba la chapa,
el perro ladró su condición de perro…


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