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miércoles, 28 de diciembre de 2022

Democracia enrejada

En momentos que se trata la reforma de la seguridad social en el Senado, la Presidencia de la Cámara no tuvo mejor idea que implementar un vallado que circunda todo el perímetro del Palacio Legislativo, seguramente con la intención de persuadir cualquier manifestación. Nuevamente apela a una práctica, recurrente en esta administración, que demuestra de forma incontrastable su desapego a cualquier manifestación popular que discrepe con sus decisiones. Una extraña forma de administrar los recursos públicos en detrimento de la expresión de las minorías, procurando acallar cualquier opinión que vaya en contra de lo que se propone desde el Gobierno. Resulta extraño para muchos turistas que recorren nuestra capital observar la casa de la democracia uruguaya rodeada de rejas amarillas cual si fuera un recinto inexpugnable al que está vedado cualquier acceso no deseado. Triste imagen que recorre el mundo, la de la democracia enrejada de los uruguayos… 

A desalojar, a desalojar…

La jornada del 27 de diciembre no sería una cualquiera en una legislatura que había culminado pero tendría sesiones extraordinarias para dar rápido y exprés tratamiento a leyes que el Gobierno pretende sancionar sin demora. Porque no se trataría, solamente, de la reforma de la seguridad social ya que se agregaría (casi sin discusión), una ley reparatoria para víctimas “de hechos ilícitos cometidos, entre el 1º de enero de 1962 y el 31 de diciembre de 1976, por integrantes de organizaciones armadas de carácter ideológico o imputables a estas”.

Organizaciones sociales y sindicales se convocaron para hacer sentir su voz discorde ante una mayoría multicolor que haría valer su ventaja, aunque debieron esperar casi dos horas para tener el quórum necesario para sesionar, en una muestra de clara y desorganizada convocatoria. Es regla que sea el oficialismo el que conforme el quórum, así lo hicieron siempre cuando eran oposición y desde el Frente Amplio no se hizo otra cosa que esperar a que los principales interesados en promover una ley que llegaba sin la discusión social que merecía un tema de esa trascendencia, formaran el quórum necesario.

La convocatoria fue grande y pronto -los accesos a la “casa de la democracia”- se llenaron de trabajadores que no estaban dispuestos a dejar pasar así no más, la discusión de una ley que compromete su futuro y el de cientos de miles de uruguayos. 

Afectos a argumentar que desde la oposición se ponen palos en la rueda, esta vez los palos –y las rejas- los pondría la coalición multicolor a partir de las decisiones de la Presidencia de la Cámara de Senadores que imponía un estricto control al público que pretendía ingresar a las barras, al tiempo que disponía vallado perimetral en el frente mismo del Palacio Legislativo (no se vallaron, el primer día, los accesos laterales).

Al retraso inicial por la falta de quórum oficialista, se le fue sumando el retraso que imponía el control de acceso a las barras, lo que –a pesar de los mismos- no impidió que se llenaran para dar un marco especial al tratamiento de una ley sensible para miles de trabajadores.

La sesión comenzó con las exposiciones de los miembros informantes –primero del oficialismo, Sergio Botana; y luego de la oposición, Silvia Nane- para luego ir sucediéndose la de los miembros de la comisión que trató el proyecto entre los que se destacaría –por las resultancias posteriores a su disertación- la de Alejandro “Pacha” Sánchez, que despertó un efusivo, prolongado y largo aplauso que dio motivo suficiente para el desalojo de las barras.

Allí comenzó a concretarse el verdadero sentir de una coalición que no acepta el disenso, y que esperaba el menor síntoma para desalojar una barras manifiestamente hostiles a sus intereses.

Al grito de “el pueblo unido, jamás será vencido”, fueron desalojándose lentamente las barras lo que insumió varios minutos y dilató la sesión. Pero fue, tan solo el puntapié inicial para lo que vendría después y comprobaríamos –tristemente- el segundo día de tratamiento legislativo de aquellos proyectos.

Porque aquel desalojo no fue uno más, sino que fue uno celosamente dispuesto al punto que se le negó la presencia a cualquier persona que no tuviera identificación de prensa, es decir que ni los funcionarios de los despachos podrían permanecer en el recinto, y la sesión continuaría sin otra presencia que la prensa en sala. 

Mientras las barras eran desalojadas, la presencia de trabajadores y organizaciones sociales se concentraría en las afueras del Palacio, y todo transcurrió sin mayores inconvenientes, salvo la libre expresión del pueblo organizado, ese que hacía ejercicio de su legítimo derecho a protestar y a manifestarse.

Pero, tal parece que a este gobierno no le gusta escuchar voces contrarias, y no tuvieron mejor idea que –en el segundo día de tratamiento legislativo- vallar TODO el perímetro del Palacio Legislativo, una decisión que hasta ahora no había ocurrido y que es una grosera demostración de que lo que molesta a los multicolores es la presencia del pueblo organizado que exige por sus derechos.

La imagen es triste y grosera a la vez. Ver a la casa de la democracia uruguaya rodeada de rejas amarillas es una penosa postal que representa a un gobierno que lejos de escuchar todas las voces, prefiere alejarlas o impedir que puedan llegar a oirse poniendo obstáculos como estos.

La democracia enrejada es todo un símbolo de un gobierno que está haciendo agua por muchos lados y que suma esta triste postal a su acervo de desgraciadas decisiones que lo alejan –cada vez más- del pueblo…


el hombre protestaba de lejos,
el perro meaba una valla…


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