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lunes, 18 de septiembre de 2017

Ya no es noticia

Hasta hace poco tiempo el día después de un clásico ocupaba los titulares de los medios de prensa no por el resultado deportivo sino por los incidentes ocurridos en ocasión del mismo. Situaciones violentas en las que las barras bravas se enfrentaban entre sí o con la Policía, pasando a ser el centro de lo que, debiendo ser una fiesta deportiva,  terminaba convirtiéndose en un campo de batalla. La gota que desbordó todos los recipientes fue aquel recordado clásico de la garrafa en la que por milagro no murió un efectivo policial y su perro, principales destinos de esa agresión. Ese día – tras la suspensión del encuentro – sobrevinieron un montón de consecuencias pero la más importante fue un fuerte trancazo del propio Presidente de la República para decir basta y darle un punto final a tanta violencia descontrolada. Hoy, a menos de un año de aquel episodio, los hechos de violencia parecen haber comenzado una lenta pero firme retirada. Las medidas aplicadas desde entonces no solo se han consolidado sino que dan muestras de haber sido las correctas. Hoy un incidente violento dentro o fuera de un escenario deportivo, ya no es noticia... 


Eso es el fútbol

Luis Brandoni interpretaba uno de los cuentos de Fontanarrosa en que explicaba los comportamientos deportivos en una cancha de fútbol. Pródigo en metáforas de fina elaboración y con un tono de pacífica admiración, intentaba narrar cada paso de los jugadores a un incrédulo suplente desde la banca de una canchita de barrio. Hasta que una decisión arbitral lo sacó de aquella zona de calma para despertar al hincha que no acepta el fallo emitiendo una catarata de insultos vomitando toda su bronca contenida. “Eso es el fútbol”, le respondía a su interlocutor ante la consulta por saber que era eso que había protagonizado. Una sublime definición de lo que representa (o representaba) un encuentro deportivo para los rioplatenses. 

De aquellos insultos al enfrentamiento solo bastaba una oportunidad, que muchas veces encontraba a un enemigo común en la Policía. Lo demás es harto conocido. El día después las críticas arreciaban contra los malos procedimientos policiales, donde el único responsable (por acción o por omisión), resultaba ser siempre la guardia policial.

Con el episodio de aquel malogrado encuentro clásico donde un parcial tuvo la infeliz idea de cargar una garrafa de 13 kg y arrojarla al vacío desde lo alto de la Tribuna Ámsterdam contra los efectivos policiales, se cruzó una frontera impensable para muchos que dio motivo suficiente para que el Presidente Vázquez tomara el tema como irrenunciable para poner fin a esos incidentes.

Aquella conferencia de prensa - donde el propio Vázquez impuso las nuevas medidas a aplicarse en los espectáculos deportivos – marcó un antes y un después que hoy se traduce en una reducción notoria de los episodios de violencia, dejando en situación más que incómoda a quienes opinaron (y aún sostienen) que el Ministerio del Interior debe ser el responsable de la seguridad en un espectáculo privado como el fútbol profesional uruguayo.

Cédula en mano y sonría para la cámara

La cédula de identidad como requisito para asistir a un partido del fútbol profesional uruguayo fue una medida que se intentó antes y que hoy -orden presidencial mediante- adquirió toda la fuerza que no tuvo entonces. Junto a esa medida, la tan postergada instalación de las cámaras de reconocimiento facial en el Estadio Centenario junto al compromiso asumido por Nacional y Peñarol de hacer lo propio en sus respectivos estadios, hicieron posible el “milagro”.

Debimos esperar mucho, demasiado tiempo perdido, para llegar a este estado de situación que empieza a demostrar que no estaba errado el ministro Bonomi cuando hablaba de los cambios necesarios para el fútbol, un negocio privado con seguridad pública.

Hoy la seguridad interior de los escenarios deportivos es de cargo del organizador, quien contrata seguridad privada mientras que la Policía presta garantías en los accesos y gestiona los entornos a los mismos, responsabilidad que le compete desde siempre. Sin perjuicio de instalarse adentro si el caso lo amerita como en un partido clásico (zona de seguridad que pudimos observar en las cabeceras del monumento al fútbol mundial).

Hoy los episodios de enfrentamientos de hinchas con hinchas o con la Policía entraron en un claro retroceso que permiten vaticinar su pronta desaparición, seguramente. Aún así, queda mucho por hacer, como por ejemplo ir hacia entornos sin alambrados ni pulmones, que separan o dividen. Queda mucho -todavía- por hacer para que vuelva aquella Tribuna Olímpica de la familia, donde ver un partido juntos -rivales pero amigos- era algo que nos enorgullecía a todos los uruguayos.

Mientras tanto, celebremos que ya no es noticia un clásico suspendido por incidentes, y que el que gana festeja y el que pierde se va mordiendo bronca pensando que el próximo domingo habrá revancha… en la cancha, como debió ser siempre.


el hombre gritó el gol,
el perro ladró protestando el penal...

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