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jueves, 20 de julio de 2017

Fumo libre… hasta agotar stock!!


Uruguay: primer día de venta de marihuana legal 
El mes de julio está reservado para grandes hitos uruguayos. Maracaná todavía resuena en el mundo como la gran hazaña deportiva (por más que a nosotros ya nos parezca pasada de moda y apelemos a logros más recientes). Es que el mundo entero recordará que fue también en julio – un día después de otro día histórico uruguayo como la Jura de la Constitución- en que Uruguay fuera noticia mundial por concretar la venta legal de marihuana producida por el Gobierno. Una medida arriesgada que demuestra la audacia y valentía de un pequeño rincón del planeta dispuesto a dar otra pelea a la lucha contra el narcotráfico. Un país dispuesto a disputarle una parte del mercado y, con ello, demostrar y demostrarse que es posible otro camino, alternativo y más inteligente, que la represión pura y dura que inunda de presos nuestras cárceles y mantiene en constante crecimiento a consumidores cautivos de sus adicciones. Esos, que terminan siendo dependientes de un producto adulterado por sustancias altamente nocivas para la salud y que aumentan la dependencia esclavizándolos a perpetuidad. Este 19 de julio fue un día histórico para el mundo que mira con admiración la valentía y audacia de un pequeño rincón del sur del planeta donde reposa un lugar llamado Uruguay...

Derribando estigmas

- “¿Usted es marxista? - inquirió el periodista de frondoso bigote.
- No. No lo soy, pero si lo fuera, sería igualito a lo que soy ahora – respondió el entrevistado.


Palabras más o palabras menos, recuerdo ese diálogo entre Néber Araújo y el Gral. Líber Seregni a poco de recuperada la democracia y, con ella, la libertad de un entrevistado que padeciera injusta prisión por enfrentar a golpistas ex camaradas de fuerza. La referencia viene a cuento para comparar realidades respecto a los estigmas que, como todo en la vida, también van mutando y cediendo a los cambios. Por aquel tiempo ser marxista era un sinónimo de miedo y terrorismo que supimos escuchar y padecer durante los años oscuros de la dictadura. Junto al comunismo eran conceptos prohibidos, motivo de persecución y represión verbalizada para dar mayor dimensión a la censura de ideas.

Pues bien, los tiempos de hoy me hicieron recordar aquel episodio al contemplar las largas filas de “drogadictos” que hicieron agotar los stocks de cannabis puestos a disposición en el primer día de venta legal en el país. Es que a estar por aquel razonamiento que llevó al periodista a realizar aquella pregunta al Gral. Seregni, las colas que se vieron en las farmacias de Montevideo solo podrían estar compuestas por adictos… pero no.

El mundo gira y ese continuo movimiento es una invitación natural a los cambios, a no permanecer inmóvil a proponer cosas nuevas y enfrentar los desafíos buscando soluciones a los mismos. Durante décadas fue la represión pura y dura la forma de intentar evitar el consumo de alucinógenos, esas sustancias que el hombre descubrió y consumió desde tiempos inmemoriales para evadirse de la realidad por la razón que fuere.

Uruguay fue pionero en muchos temas, antes lo fue y hoy también. Fuimos avanzados en la ley de 8 horas, en los derechos igualitarios para la mujer y tantos otros episodios que pusieron al país en el mapa de la modernidad por sus ideas de avanzada. En pleno siglo XXI vuelve a demostrar que el ADN está intacto con una agenda de derechos que lo equiparó ante el rezago sufrido por el impasse de la dictadura que hoy aparece como pasos dados para tomar impulso. Un impulso que le permite dar un salto de dimensiones tales que vuelven a colocarlo en el centro de la atención mundial.

No planten nada

No quiero imaginar la cara del senador dueño de esa frase ante las colas en las farmacias que vendían el cannabis legal o la repercusión del tema en la prensa internacional (desde el New York Times a El País de Madrid, pasando por una infinidad de medios regionales). Y encima, las críticas deslizadas en los días previos sobre la calidad del producto a comercializarse, fueron relativizadas y hasta desmentidas por los mismos consumidores que destacaron el sabor y calidad del producto frente a cámaras.

El stock se agotó rápidamente y las ganancias de los negocios habilitados, durante el primer día, dejaron satisfechos a los dueños y -seguramente- con un poco de envidia y angustia a los que no adhirieron a la iniciativa. Incluso en las farmacias del interior del país las repercusiones fueron positivas y los argumentos de los propietarios dejaron en posición incómoda a los detractores por cuanto se sienten protagonistas de un combate abierto y legal contra el narcotráfico.

Los comentarios abundaron, casi todos de satisfacción ante lo que consideran una forma segura de obtener un producto que antes solo podían obtener de forma ilegal y corriendo riesgos. Riesgos a la integridad física pero también sanitarios al consumir un producto comúnmente alterado con otras sustancias que potenciaban la adicción al tiempo de poner en riesgo la salud.

Aún recuerdo el día que nació la idea en la misma Torre Ejecutiva. El Presidente había convocado a propiciar un documento por la vida ante la propuesta de hacer un llamado por la muerte de un trabajador en manos de un delincuente en un local de La Pasiva. Con su dosis intacta de sentido común y visión estratégica, Mujica había propuesto hacer un llamado por la vida en lugar de la muerte y así nació la Estrategia por la Vida y la Convivencia. Una serie de medidas que buscaron fomentar buenos hábitos para inundar de convivencia los espacios públicos que era imperioso recuperar para la ciudadanía.

Ese día, el extinto ministro de Defensa, Eleuterio Fernández Huidobro, propuso incluir la legalización de la marihuana como punto estratégico para disputarle el mercado al narcotráfico. Esa porción de negocio que hasta ahora no entraba en la dimensión del combate, un escenario al que había que ingresar con inteligencia y con las mismas reglas que el propio mercado impone.

Fueron varios años de instrumentación y debate de ideas hasta que se consagró la ley que habilitaría los pasos a dar hasta la comercialización efectiva. Había que plantar para generar stock (el Estado produciría el cannabis que se comercializaría), y había que habilitar el autocultivo, lo que se hizo con singular éxito. Pero la idea uruguaya era más ambiciosa y, registro mediante, con dosis medidas al estilo de Mujica (“relajo con orden”), los pasos se fueron concretando y la continuidad del gobierno frenteamplista dio garantías para el cumplimiento de un proceso al que el mundo entero está siguiendo con singular expectativa.

De aquel día del “no planten nada” a hoy pasaron muchas cosas, pero hubo algo que no cambió y fue la voluntad republicana de un pequeño país que volvió a ser noticia mundial para intentar demostrar que hay otra forma de combatir al narcotráfico y que el camino se demuestra caminando…


el hombre hacía la cola,
el perro mordisqueaba una colilla...

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