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jueves, 11 de junio de 2015

Un grito de silencio

Estaban presentes, aunque habían partido hace tiempo. Su presencia flotaba en el ex-local del BPS donde funciona el colectivo de ASFAVIDE. Allí estaban, acompañados por los familiares, esos que no se resignan y siguen buscando la verdad, una verdad que alivie el dolor por tanta ausencia. Era imposible resistirles la mirada, los ojos fijos, vidriosos por la emoción y las lágrimas contenidas, hacían imposible cualquier intento. El silencio se convirtió en un grito que se hizo sentir con fuerza. Era el imperio del amor por sobre el odio y la venganza. Era un grito por verdad y justicia dicho sin palabras...


“No estamos entre ustedes pero luchen por nosotros, 
por ustedes estamos”

Graciela Barrera de Novo es la Presidenta de ASFAVIDE (Asociación de Familiares de Víctimas de la Delincuencia). Ella perdió a su hijo -Alejandro Novo- víctima de una rapiña en el año 2009. Su caso es uno de los tantos que aún permanecen impunes, e integra el grupo de los que atiende la nueva Unidad de Análisis de Hechos Complejos encargada de investigar los casos pendientes de resolución.

La convocatoria había reunido -en el viejo local del BPS de Gral. Flores y Domingo Aramburú, convertido en sede de ASFAVIDE- al colectivo que nuclea a los familiares de las víctimas de la delincuencia. Ellos convocaban para hacer un nuevo llamado a la reflexión colectiva que les permita acercarse a la verdad. Una aproximación por la que pujan desde el día en que perdieron a sus familiares por un hecho violento.

Allí estaban los padres de Melisa, de Alejandro, de Gustavo, y de tantos otros cuyos rostros empapelaban el fondo del salón de ingreso al local. La imagen de una paloma de la paz con la frase “No más casos sin resolver”, llenaba el centro del salón alrededor de la cual se instaló aquella asamblea que se mantenía en un silencio que nadie se atrevía a romper.

Silencio que fue un verdadero grito contra la impunidad de los casos que ellos no eligieron pero a los que la vida los enfrentó de la peor manera. Casos que tuvieron como protagonistas a sus seres queridos, esos que dicen presente en cada convocatoria, que están presentes en cada hijo, en cada hermano, en cada padre o madre, en cada amigo, que se resisten a olvidarlos, que se resisten a dejar impune la injusticia de su partida, que buscan la verdad, que quieren justicia para cubrir una ausencia irreparable y mitigar tanto dolor.

Hubo un tiempo sin palabras, lleno de miradas y de lágrimas, silencio que sólo fue interrumpido por la lectura que hizo la Presidenta de ASFAVIDE para reclamar por todos los que no estaban pero estaban. Reclamar porque se respete la escena del crimen, porque los familiares no tengan que convertirse en investigadores para que los casos avancen, los que guardan esperanza por la reforma del Código del Proceso Penal que comenzará a regir en 2017. Pero también tuvo lugar para hacer un llamado público contra la impunidad que otorga el no denunciar, el no aportar información que sea relevante para los casos de todos y cada uno de los que integran ese colectivo. 

Una pantalla pretendió ilustrar ese anonimato donde cada uno representaba un punto que se transformaba luego en un rostro de quien se vuelve impune gracias a esa falta de participación ciudadana que -sin proponérselo incluso- cobija al delincuente al no denunciar o aportar información sobre los casos. Una forma también impactante de mostrar -y demostrar- cuánto podemos ayudar cada uno sin necesidad de exponerse ni arriesgarse (llamando al 0800 5000).

Esa proclama fue un pedido de auxilio expresado por un colectivo que no admite el olvido, que necesita conocer la verdad, que no quiere impunidad, que no reclama venganza pero que necesita justicia.

No se necesitó una marcha, no se necesitó una salida destemplada ni estridente, aunque nadie podría cuestionarles nada si así lo hubieran hecho. Apelaron a manifestarse de un modo diferente, silencioso pero contundente, al punto de ser un grito que trascendió dejando a todos un mensaje claro y directo.

Un silencio que sigue retumbando en mi cabeza.

Un silencio que se hizo grito...


el hombre acompañó en silencio,
el perro también...

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