Traductor

martes, 2 de junio de 2015

Promover la convivencia

Sebastián Matschulat, un virtuoso Pelota al Medio
Nazareno, Camilo y Michael, son tres chicos uruguayos que forman parte del programa Pelota al Medio a la Esperanza del Ministerio del Interior. Ellos encarnan el objetivo de ser parte de esa respuesta colectiva contra la violencia en el deporte... y más también. Porque ellos acaban de asumir la responsabilidad de ser promotores de convivencia liderando las actividades que se realizarán en las plazas públicas que forman parte del Plan 7 Zonas, (Casavalle, Dra. Alba Roballo y Tres Ombúes). Una experiencia piloto que espera multiplicarse al ritmo de incremento que se de con otras plazas que se sumen al plan. Y es con la esperanza intacta de ser embajadores del disfrute de los espacios públicos, que ellos compartirán actividades deportivas junto a otros jóvenes como ellos. Cada uno representa un colectivo de chicos que apuestan a un cambio cultural como herramienta de convivencia, y quieren ser parte del mismo. Son la semilla de un nuevo tiempo que está llegando; que germine y se multiplique es también tarea de todos.

La pelota: ¿un medio o un fin?

Los uruguayos nacemos con una pelota bajo el brazo, o mejor dicho, bajo el pie. En ella se depositan muchas ilusiones de familias enteras que ven en ella la salvación. Haciendo abuso de las escasas experiencias de éxito, van tras esa ilusión quedando por el camino la mayoría de las veces. Esa falsa expectativa -falsa porque las estadísticas muestran que son muy pocos los casos que llegan a concretarse- deja por el camino a la gran mayoría de esas ilusiones. Con ellas se van los sueños de los más chicos junto a la esperanza de los grandes que veían la solución en los botines de los más pequeños. Años de desilusiones que fueron minando una sociedad que hizo del fútbol infantil (fundamentalmente), una actividad competitiva al extremo perdiendo toda referencia lúdica del principal deporte nacional.

Con ese panorama -y el adicional de una exacerbada competitividad expresada en ganar a cualquier precio- la violencia tuvo el escenario ideal para instalarse en los estadios. El espectáculo del fútbol perdió protagonismo ante los hechos violentos que empezaron a darse en las tribunas y más allá de las mismas. Ese caldo de cultivo hizo eclosión un día en que se festejaba un campeonato y ya no fue lo mismo. La gota desbordó el vaso y sumó otra vuelta a un espiral violento que parecía no tener fin.

Así nació este programa, como idea para fomentar un cambio cultural, esos que demoran tiempo en consolidarse pero que tienen el adicional de ser permanentes. Había que intentar algo distinto para conseguir resultados diferentes, aún cuando lo distinto fuera volver a las raíces...

Y fue la pelota -nuevamente- la protagonista, la responsable de juntar antes que separar; la culpable de los festejos juntos, de unir el grito en un gol con abrazo. La responsable principal de la felicidad de unos y la tristeza de otros, pero la que también siempre da revancha. Esa misma pelota fue puesta en medio para ser la solución de largo aliento, a sabiendas que su convocatoria haría el milagro.

Ellos lo entendieron de entrada y asumieron el reto. Se adueñaron del mismo, se lo quedaron. Encontraron un lugar donde poder decir que no todo es ganar un partido, que no sirve ganar a cualquier precio si ese precio encierra dolor y violencia con resultados irreparables. Ellos nos dieron el ejemplo y fueron creciendo hasta ser cientos, miles. Son estudiantes todos, saben que “en los libros está la libertad”, como lo expresó Camilo, futuro profesor de Filosofía y uno de los promotores de convivencia contratados.

Ellos saben que el deporte es un vehículo temporal que los transporta a otros sitios donde la emoción y el juego están presentes, pero que no les va la vida en ello. La pelota es tan sólo una excusa, un instrumento válido para fomentar vínculos y generar amigos. Ellos están haciendo posible el cambio, siendo protagonistas indispensables del mismo.

Lejos de escapar al compromiso han aceptado el desafío constituyéndose en los primeros promotores de convivencia que harán de la misma un elemento principal que haga de los espacios públicos un lugar de intercambio sano y disfrutable para todos.

La pelota se pondrá en medio para hacer de la experiencia una razón de peso que se multiplique rápidamente en las plazas de todo el país. Al impulso de los miles de chicos que han hecho de este programa un mojón que les permite hacer del deporte una excusa para relacionarse y crecer en movimiento.

Estos tres primeros promotores son fieles representantes de otros tantos que se saben bien representados. Cada uno dueño de su propia historia, pero dueños también de su futuro. Un futuro que están forjando juntos y al que quieren dejar su marca más allá de una pelota de fútbol. Y para muestra estuvo Sebastián, quien deleitó a todos con un solo de violín que dejó mudos a muchos y picando en el aire algo mucho más profundo que una pelota.

Son jóvenes,  son deportistas, son estudiantes. Son chicos comprometidos con una causa que hace de una pelota un medio para unir y enseñar a convivir aún en la diferencia. 

Son promotores de convivencia, y están haciendo historia...



el hombre escuchó un solo de violín,
el perro movía su cola de contento...

No hay comentarios:

Publicar un comentario