El domingo 28 de agosto en las afueras del Montevideo Shopping, se produjo un incidente en el que participaron varias decenas de jóvenes. El resultado fue trágico: un chico de 16 años perdió la vida víctima de un disparo de arma de fuego realizado por otro joven de 19 años.
Los amigos y familiares de la víctima, indignados y dolidos, convocan (una semana después) a una concentración en el mismo lugar del incidente, para reclamar mayor seguridad. En esto –que bien podría ser un reclamo más de los que ocurren últimamente- radica el sentido de nuestra nota. Es que, quienes se manifestarán por la seguridad, son quienes propiciaron con su (in)conducta, el triste resultado que terminó con la vida de un chico que apenas empezaba a vivir.
Estamos lejos, (bastante lejos), de la solución del problema si quienes actúan y generan los episodios de violencia no son capaces de reconocer que son ellos mismos quienes tienen la llave maestra que permita destrabar este clima enrarecido que nos invadió a los uruguayos.
La UNASEV emplea en sus campañas una frase parecida, al decir que “en el tránsito, vos sos parte de la solución”. Y es una verdad tan grande que parece una obviedad su enunciación pero sin embargo es tan necesaria como imprescindible ante una sociedad que no parece tomar conciencia de la gravedad de sus problemas.
En la seguridad pública –de la que la seguridad vial forma parte- también es válida la idea. Es imposible pensar que con la Policía solamente se podrá dar efectiva solución a los problemas que aquejan a la sociedad uruguaya. Eso es verdaderamente una ilusión imposible de hacer realidad. No hay ni la menor esperanza de llegar a una efectiva solución al tema de la inseguridad si se espera que ella llegue en solitario a partir de la actuación de la Policía.
Sistemáticamente se acusa a la actual administración del Ministerio del Interior de propiciar la “policialización” de la sociedad. Se ha llegado a criticar –con total desconocimiento de la realidad- toda intervención policial entendiendo que estas apuntan a una mera acción represiva, cuando se ha buscado el efecto contrario que permita la presencia del Estado a partir de una primera y necesaria intervención policial. No es objetivo de esta administración que todo sea resuelto policialmente, pues bien sabemos que ello no soluciona el problema estructural y de fondo que origina el problema.
Sin embargo, ante cualquier evento violento que ocurre, lo primero que se reclama es la presencia policial, aún cuando –como en este caso- quienes lo hacen son parte del problema pues generan la violencia con su comportamiento.
Así como ocurre con un enfermo que no asume cabalmente su enfermedad y no acepta ser sanado, del mismo modo le pasa a la sociedad uruguaya que no podrá resolver el problema de la inseguridad si no es capaz de reconocer que es parte del problema y por lo tanto también de la solución. Si la sociedad no entiende este momento e interpreta la crisis de valores que estamos viviendo y cada quien –desde el lugar que le toque estar- pone de sí mismo para empujar en pos de una solución, seguiremos lamentando estas infames muertes.
Si los padres no intentan mejorar los vínculos con sus hijos y en cambio los dejan en solitario; si un profesor o maestro no se involucra más con sus alumnos; si los vecinos no se conectan más entre sí en el barrio; y –en definitiva- si no somos capaces de darnos cuenta que la vacuna a tanta violencia irracional está en generar espacios de intercambio y conocimiento mutuo entre los uruguayos, nunca llegaremos a encontrar el camino de la recuperación social que hoy nos parece tan lejano.
Y más aún, si no somos capaces de discernir cabalmente y negar con énfasis a los mensajeros de la muerte que invitan a armarse. A esos mismos que ahora se esconden y no asumen su responsabilidad por impulsar, (desde su lugar de hombres públicos), a que los uruguayos se hagan de un arma para defenderse. Mensaje que tuvo eco en ese joven que, sintiéndose acosado, se procuró un arma que no solo le segó la vida a un pibe de 16 años, sino que mutiló a una familia, a sus amigos, y a todos los uruguayos que no bancamos más muertes injustas.
Asumámoslo, nuestra sociedad está enferma, se desangra con cada episodio violento que nos deja una secuela o nos roba una vida. En este caso en particular está muy claro que la solución está en los mismos que reclaman justicia y mayor seguridad. Hasta tanto no se den cuenta de ello, seguiremos lamentando muertes como la de este pibe que ya no volverá a su casa.
el hombre abrazó a su hijo y lloró en silencio,
el perro se acurrucó junto a su cachorro
el perro se acurrucó junto a su cachorro
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