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lunes, 2 de septiembre de 2024

Teléfono bajo sospecha...

Finalmente, el fiscal Gómez no hizo lugar al pedido del senador Carrera y el teléfono celular de Alejandro Astesiano no será periciado en el exterior como había solicitado la fiscal del caso – Dra. Sabrina Flores. Una situación que había merecido el reproche de la Asociación de Fiscales ante lo que consideraron una intromisión en la independencia técnica de los fiscales. Recordemos que la fiscal subrogante Dra. Mónica Ferrero -del también subrogante, Dr. Gómez- había denegado la petición oportunamente solicitada y que ahora fue ratificada por el renunciante Fiscal General de la Nación. Algo huele a podrido y no es pescado, precisamente. La sospecha se instaló definitivamente en este caso para dejar un enorme manto de duda sobre el contenido de un dispositivo con información sensible que involucró al mismísimo presidente de la República…

Celular bloqueado

La sospecha pasó a ser definitiva en este caso e involucra nada menos que al presidente Lacalle Pou, quien debió ser el primer interesado en demostrar con hechos lo que se jactó discursivamente para la tribuna. Porque si alguien queda bajo sospecha de aquí en más es precisamente el primer mandatario, ante lo que resulta imposible de conocer ante la negativa a periciar en el exterior el celular en cuestión.

Un senador víctima de espionaje hizo el último intento por devolverle la credibilidad perdida a una causa que arrancó sospechada con la actuación de una fiscal militante que dejó mucho que desear. A tal punto que los flancos débiles del caso salieron a la luz a partir de una investigación periodística del (El caso Astesiano), del periodista Lucas Silva.

La negativa a periciar en el exterior el celular del excustodio presidencial fue el último acto del renunciante fiscal subrogante de la Fiscalía General de la Nación, Dr. Juan Gómez. Alguien que supo surfear situaciones adversas ante la constante presión oficialista exigiendo su renuncia, la que finalmente llegó tras un quebranto de salud que terminó por cerrar su ciclo al frente de la institución.    

Aquel abogado nacido a monte y al que ningún ruidito lo asusta, cerró su gestión cediendo –en los hechos- y, a falta de ruidos será un tremendo olor a podrido el que persista en una causa cuyo hedor no se disipará por mucho tiempo.

Resulta inentendible que no se hiciera lugar a lo solicitado dada la trascendencia del caso, ya que la denegatoria es una gran mancha que para nada contribuye a la imagen de la institución Presidencia de la República. Esta negativa no solo vulneró la independencia técnica de la fiscal del caso, sino que dejó instalada una legítima sospecha sobre la información que pudiera arrojar dicha pericia en lo que concierne a los intercambios entre “el Fibra” y el presidente Lacalle Pou. Mensajes que fueron borrados no se sabe por quién, en una cadena de custodia viciada por inconsistencias injustificadas.

Mensajes de los que no sabremos su tenor por impericia, negligencia o intención de quien dejó ese medio de prueba sin periciar.

Un emprendedor

Alejandro Astesiano solicitó su libertad anticipada y se presume que le será concedida en próximos días. Su futuro será en el interior con un emprendimiento del que ya se han dado pistas varias. Todo un emprendedor que es ejemplo de proceso de rehabilitación si los hay.

Mientras espera la libertad, avanza en sus estudios y adelanta lo que será su vida de aquí en más. Lo que no sabemos es si hablará algún día sobre lo que tanto amenazó purgando pena en la cárcel, ante lo que se presumió un abandono contumaz de quienes lo habían promovido antes.

La causa Astesiano es un parte aguas en la gestión de Lacalle Pou, pues a partir de entonces se intensificó una seguidilla de casos que lo expusieron como uno de los gobiernos con casos de corrupción más notorios que registra la historia reciente. Nunca había llegado tan alto el nivel de escándalo como para hacer de la sede misma del Poder Ejecutivo el centro de una organización para delinquir.

El celular de Astesiano goza de buena salud y está al resguardo de cualquier intento de recuperar los mensajes borrados entre el presidente y su excustodio. Una medida que tiene varios responsables pero que, pudiendo tener uno que se exculpara de semejante exceso, no tuvo el tino ni la sensatez como para intentar, siquiera, llegar a la verdad en este caso.

El monte trajo otros ruidos y, esta vez, el susto hizo lo suyo…


el hombre miraba un celular,
el perro ladró una triste despedida…


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