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lunes, 24 de julio de 2023

Yo soy tu amigo fiel… ¿pero vos?

“Los animales son de Dios,
la bestialidad es humana”

Víctor Hugo

El pasado 21 de julio se celebró el Día Internacional del Perro. Así como me lo hizo recordar el periodista y amigo Freddy Fernández de Rivera, el destino quiso que ese mismo día tuviera la oportunidad de conocer a muchos de esos entrañables animalitos que nos acompañan en la vida. Seres que no son correspondidos –muchas y demasiadas veces- como se lo merecen, y terminan sus días en la calle ó, en el mejor de los casos, en un refugio como el que tuve ocasión de conocer en 
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Nueva Palmira. La fortuna quiso que ese día conociera a Rosana y a Olga, voluntarias que hacen posible una vida digna para “el mejor amigo del hombre”, ese que recibe como respuesta la indiferencia del abandono, a pesar de regalar fidelidad poco correspondida. Esta breve columna intentará desatar el nudo que me produjeron esos más de 80 fieles amigos que me miraron como pocas veces, dejándome impregnada la tristeza que los acompaña desde el día que alguien -a quien creyeron su amigo- los abandonó a su suerte… 

Huellitas, un refugio transitorio

Ubicado en la periferia de la ciudad de Nueva Palmira, sorprende por su prolijidad, higiene y buen ambiente donde se da cobijo a más de 80 perros callejeros. Unos caniles limpios y amplios contienen a los diferentes ejemplares que tienen la misma condición: haber sido abandonados a su suerte por sus dueños.

La tristeza se percibe ni bien ingresamos al predio donde el alfombrado césped hace parte de la geografía que compone los caniles y donde se alojan los ejemplares perrunos. De diferentes razas y edades, todos parecen tener la misma consigna y es la de procurarse la atención y las caricias –aunque más no sea por un rato- de los visitantes. Lejos de lo que podría pensarse, no aturden sus ladridos ni atemoriza su presencia, la imagen es diametralmente distinta. Son casi unánimes las miradas tristes que mutan ni bien les prestamos un mínimo de atención o repetimos el nombre que luce perfectamente pintado en carteles de madera al frente de cada canil. Ahí, la situación cambia drásticamente y las colas empiezan a moverse acompañando el instante que les regalamos.

Entre los perrunos habitantes hubo varios que llamaron mi atención, como aquella perra pitbull que fuera requisada por la Justicia canaria por ser la madre de un ejemplar que atacara a un niño con trágico resultado. Su cría fue sacrificada pero la madre terminó siendo incautada por la Justicia y luego derivada al Refugio Huellitas de Nueva Palmira, donde hoy vive. Su mirada fue de las más tristes que pude ver, dejándome la impresión de una madre resignada y triste por hechos que no pudo evitar. 

Un canil por medio estaba “Rubio”, un callejero de tamaño medio con un ojo ulcerado de difícil tratamiento pero que no le impide devolvernos su alegría por la atención, golpeteando fuertemente su cola contra la chapa que hacía las veces de techo de su casilla. Otras jaulas tenían a bellos ejemplares de galgos –supuestamente abandonados por cazadores- que también recibían nuestra atención esperando ansiosos la caricia que les dejara un poco de cariño a cuenta de tanta indiferencia acumulada.

Hubo un canil clasificado como inaccesible para visitantes como nosotros, allí conviven armónicamente unos 8 ejemplares que fueron recibidos ante la imposibilidad de mantenerlos de su propietario quien accedió a alojarlos en ese lugar y contribuye con una parte de la alimentación que es complementada por el refugio. Parecían sacados de una escena del Rey León, todos echados sobre un montículo de tierra que los tenía atentos y vigilantes de aquella delegación de intrusos visitantes.

El refugio se solventa con donaciones y el trabajo voluntario de sus dos principales referentes – Rosana y Olga- junto a ocasionales colaboradores, que visitan regularmente el lugar para limpiar los espacios y alimentar a los canes; así como también curarles sus heridas. Todos los ejemplares son castrados ni bien ingresan al refugio y eso es un adicional de peso que contribuye a la contención de los ejemplares así como también es un plus que favorece la adopción.

Se estima que en el mundo hay varios cientos de millones de ejemplares de perros de diferentes razas y según datos de la Organización Mundial de la Salud un altísimo porcentaje de ellos no cuenta con un hogar que los acoja.

Días de perros

A pesar de ser el fiel amigo del hombre, este no le retribuye como lo merece y esa ecuación está muy lejos de equipararse. Situaciones como las que relataron las impulsoras del Refugio Huellitas de Nueva Palmira, se repiten a lo largo y ancho del país con inexplicables porcentajes.

Es cierto que la vida de los uruguayos se ha depreciado en los últimos años y la situación de calle ya no es exclusiva de los fieles amigos de nuestra especie. Muchos uruguayos han asumido esa condición en la que comparten –también- la presencia callejera de ese personaje de cuatro patas que no le abandona a pesar de todo. Y es en esas situaciones donde singularmente aparecen ocasiones en que se retribuye la fidelidad negándose a asistir a un refugio si no hay espacio para ellos.

Son esas situaciones en que quien menos tiene se encarga de propinar la brutal bofetada que significa resignar condiciones de vida digna en procura de mantener el vínculo con ese fiel amigo que –a pesar de todo y contra todo- nunca te abandonará. Si no hay lugar para ellos, no hay forma de convencerlos de abandonar la calle que les da un lugar donde mantenerse juntos.

Por estas y muchas otras razones es que el hombre ha intentado recomponer su vínculo reconociendo a ese incondicional amigo. Así es que existen días asignados a la fiel mascota, a saber:

Día del Perro Sin Raza (28 de mayo)

Día de llevar al Perro a la Oficina (21 de junio)

Día Internacional del Perro Callejero (último domingo de julio)

Día del Perro Adoptado (23 de septiembre)

Día del Perro de Trabajo (6 de diciembre)

Y, por supuesto, el Día Internacional del Perro que se celebra cada 21 de julio y diera motivo a esta columna. 

Rosana nos despide con una idea que es fundamental para entender una labor que no es otra cosa que una labor social. Atender a un perro/a abandonado/a es una tarea pensada en el colectivo pues ese animal, dejado a su propia suerte, terminará enfermando y siendo portador de patologías trasmisibles que pueden complejizar la vida en sociedad. Al mismo tiempo, hacen parte de nuestras vidas en la medida que somos los seres humanos los que los traemos a nuestros entornos y luego -increíblemente- los terminamos abandonando; rompiendo ese pacto no escrito que sostienen de forma indeclinable, a pesar nuestro. 

La fidelidad es, sin dudas, el mayor atributo que ostentan estos personajes domésticos que nos acompañan en la vida. Una fidelidad que no retribuimos como se merecen. 

Si sos de los afortunados que tienen uno/a, date un momento para compartirle una caricia mostrándoles la misma empatía que te regala.

Es tu amigo fiel… ¿pero vos?


el hombre se tomó un tiempo,
el perro, simplemente, se sentó a su lado…

Por donaciones:









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