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domingo, 25 de septiembre de 2022

Sígalo a Pereyra

Por estas horas sonaron las alarmas que disparó una correntada de titulares ante la grave denuncia de uno de los principales periodistas que analiza la seguridad pública con solvencia y objetividad. Desde su cuenta de twitter, Gabriel Pereyra denunció que la tercera autoridad de la inteligencia policial lo siguió e investigó, de lo cual dio debida cuenta al propio Presidente de la República y al Ministro del Interior, a quienes deslindó de responsabilidades. Una gentileza propia de quien sufre una pesquisa como esa y apela a contar con el auxilio y protección de quienes tienen la obligación de darla. Mal podría involucrarlos si apeló a ellos para protegerse. Lo cierto es que desde la aprobación y posterior ratificación de la LUC, los uruguayos TODOS estamos a merced de la voluntad del Secretario de Inteligencia y del Presidente de la República, en tanto ni siquiera la Justicia puede acceder a conocer los pasos de esa repartición estratégica rediseñada para una inteligencia que va más allá de lo que estratégicamente interesa al país y su gente. Esta vez le tocó a Pereyra, pero, ¿cuántos más habrá que ni saben que son investigados de forma secreta por la inteligencia del Estado?

Otra investigación urgente y van…

El objetivo no es cualquiera, se trata nada más ni nada menos que del periodista que ha revelado irregularidades de la familia policial de tal magnitud que han llevado a la remoción de varios Jefes de Policía (Cerro Largo, Río Negro), realiza un seguimiento sobre la gestión de la seguridad y demuestra que realiza investigaciones que terminan confirmándose siempre.

Si bien el periodista se cuida muy bien de dejar afuera de su denuncia a las autoridades, no es descabellado pensar que nada puede serles ajeno en tanto legislaron para tener ese resultado. Los cambios propuestos para la Coordinación de la Inteligencia del Estado, llevan indefectiblemente a tener reparos en la información sensible que manejan y el alcance de sus investigaciones a las que no puede llegar ni un Juez para conocer su alcance.

La inteligencia pasó así a ser un elemento primordial de alta sensibilidad que vulnera irremediablemente las garantías de los uruguayos, en tanto pueden darse situaciones como esas sin que ningún Juez pueda evitarlo ni, mucho menos, controlarlo.

Lo menos que puede hacer el ministro del Interior es investigar el hecho, pero, alguien que acumula tantas investigaciones de urgencia que ya perdimos la cuenta, nos genera muy pocas expectativas de que realmente llegue a alguna respuesta satisfactoria. 

Hoy todos somos Pereyra, porque todos estamos en la misma indefensión que el periodista. Ninguno de nosotros estamos en condición de poder afirmar que no somos escuchados ni seguidos por la inteligencia uruguaya, más allá que sabemos de las limitaciones que tiene la propia Policía para gestionar la seguridad pública, mucho menos podría seguirnos a todos. Pero… la posibilidad existe y hechos como los que denuncia Pereyra lo confirman.

Aquello de "se terminó el recreo" fue una señal que muchos interpretaron como el regreso a prácticas propias de la dictadura. Esta es una de ellas.

Quien tiene la obligación de investigarlas es nada menos quien ordenó una pesquisa contra un Senador de la República, por lo que genera más dudas que certezas que salga algo positivo de la misma.

Si se trató de una acción descolgada de un mando (el tercero en la línea ejecutiva de la repartición), el fallo es responsabilidad del mando inmediato superior y de ahí para arriba, hasta el Ministro. Una acción de ese tenor es de una magnitud tal que no puede dejar de sancionarse de forma ejemplarizante si en verdad desconocían su existencia. Solo así podrán recuperar una parte de la credibilidad perdida.

Al mismo tiempo cabe preguntarse qué motivó a que el tercero de la inteligencia policial siguiera e investigara a un periodista en democracia. Porque esa práctica nos recuerda tiempos pasados muy oscuros en que las garantías constitucionales estaban vulneradas; un tiempo que los uruguayos no queremos volver a vivir.

Por último, solo cabe esperar una sólida reacción del gobierno y de todo el sistema político. No se trata solo de un periodista, sino de alguien que ha revelado problemas importantes de gestión y no se calla ante lo que entiende debe informar.

Con acciones de este tipo buscan silenciar al que denuncia, una conducta que se repite y que, a esta altura, no parece ser una mera coincidencia.. 


el hombre apuraba el paso,
el perro lo seguía de cerca…


 

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