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martes, 19 de julio de 2022

Evidencias de falacias completas

Fuente imagen: Duke
Del “no hay mejor defensa que un buen ataque” hasta el “a confesión de parte relevo de prueba”, las máximas se alinean para pedir turno a la hora de rebatir las afirmaciones del actual Director General de Secretaría del Ministerio del Interior – Dr. Luis Calabria- en su cuenta de Facebook. Afectados por una realidad que prometieron cambiar -ante la cual están fracasando con total éxito- dispara sus débiles argumentos para intentar justificar una escalada de violencia que los viene superando cada día. Embriagados de tanta soberbia, siguen alienados en su solitaria prédica de negar la realidad. Apelando a frases como la de la “falacia de la evidencia incompleta”, (cherry picking) una teoría que conocen muy bien por haberla aplicado convenientemente cuando ostentaban el rol de oposición. Sin embargo, no siempre la evidencia resulta ser incompleta, cuando quienes la usan lo hacen apelando a la publicación de un medio de prensa que releva los hechos denunciados, pues allí no solo hay un hecho reseñado sino un periodista que lo investigó y lo publicó. Hartos de repartir falacias no se percataron que llegaron a un lugar que conocen muy poco y –encima- talentearon en su gestión poniendo al frente de funciones esenciales a los menos o peores preparados. Al final, las “falacias” resultaron ser más completas de lo que esperaban y los dejan -cada día más- en evidencia…

Y dale con Pernía!!

Con ese latiguillo remataba su humorada el recordado cómico argentino Mario Sapag,  en su inolvidable interpretación del DT –también argentino- César Luis Menotti. Con esa frase respondía a los que le preguntaban sobre la convocatoria de Olguín en lugar de Pernía para el mundial de 1978. En su humorada, Sapag respondía: “¡Y dale con Pernía! Pernía es triste, Olguín es alegre”.

Hoy parece ser que el cómico tiene sus imitadores en la cartera encargada de la seguridad uruguaya, en quienes siguen repitiendo la falacia (ya que les gustó esa palabra) acerca de supuestas críticas de la oposición frenteamplista al rol del Observatorio del Ministerio del Interior. Nuevamente le repetimos que dejen de seguir aferrándose a esa mentira autoimpuesta pues en ningún momento se cuestionaron los análisis de dicha dependencia técnica del Ministerio del Interior. El Observatorio analiza lo que le registran, y las críticas van más arriba, y están dirigidas a quienes han precarizado el registro del cual se nutre el Observatorio. Esa es la verdad y no la “falacia” a la que siguen apelando los gestores.

Una precarización tan real como que en la pasada semana fue rescindido el último contrato de becario en funciones del Programa MiComisaría. Una experiencia que sumó estudiantes en régimen de becarios a las seccionales policiales para mejorar la atención al público en las Comisarías al tiempo de profesionalizar los registros de denuncias. En lugar de ampliar y desarrollar una iniciativa que recogía más elogios que críticas, lo desarmaron al punto de su extinción para colocar en su lugar a retirados policiales que lejos de manejar las tecnologías de la informática, han vuelto al cuaderno y con ello, al subregistro. Y si no es deliberado, poco le falta para terminar siendo consecuente y funcional al interés de bajar las denuncias (no ya los delitos, que esos han recuperado tendencias pre pandemia).

Por tanto, basta ya de repetir lo que no afirmó nunca la oposición sobre el Observatorio. Háganse cargo de lo que les corresponde sin apelar a la creación de “falacias” que lejos de ser incompletas, les salen completitas y bien regadas por la Agencia de Publicidad.

¿De qué sirve que abran cientos de comisarías si para gestionarlas tienen que descubrir los territorios sin patrullaje? ¿O acaso no es unánime el reclamo del anterior PADO, y no el actual, que los vecinos ya no ven en sus barrios? ¿Para qué le sirve a la gente tener policías encerrados en las seccionales en lugar de estar en la calle disuadiendo o previniendo el delito? Encima, cuando les toca ir a radicar una denuncia a una dependencia policial les someten a horas de espera que terminan deprimiendo la iniciativa y desestimulando la misma. Así es como bajan también las denuncias, poniéndole obstáculos a la gente al momento de dejar constancia en los registros policiales.

Basta, también, de seguir afirmando lo que cientos de vecinos denuncian en cada barrio a lo largo y ancho del país acerca de la denuncia en el lugar de los hechos a través de las tablets, porque eso ya no es así. Y si la orden no es esa, hay que controlar para que los efectivos la cumplan y tomen la denuncia en el lugar utilizando un instrumento que supo innovar la anterior administración acercando la Policía a los habitantes y reduciendo la cifra negra de no denuncia.

Tampoco es buena cosa que se alimente la falacia de querer ridiculizar las estadísticas de la Fiscalía General de la Nación, pues no solo se nutre de la misma fuente sino que aplica criterios absolutamente legales esgrimidos por profesionales del Derecho que son los únicos capaces de tipificar correctamente un delito. Así pues, cuando hablan de los abatidos por la Policía, omite decir el Director General, que la FGN contabiliza las muertes violentas que pudieran tener como autor a un Policía en tanto no se tipifique que el hecho fue en cumplimiento de la ley, eximente de responsabilidad que actúa para los uniformados. Hasta tanto ello no se determine, podrá ser contabilizado como homicidio sin vulnerar ningún criterio estadístico internacional.

No así como hacía FUNDAPRO, que sin importar las resultancias judiciales de cada caso, sumaban los abatidos por la Policía como homicidio sin importar otra circunstancia. Tiene a Maciel cerca, consúltelo.

Por otra parte, buena cosa sería que entre tanta “falacia” incompleta que supo destacar en su nota, hubiera tenido tiempo de referirse a las muertes dudosas, ese ítem que han sabido multiplicar en forma exorbitante y llamativa justo en tiempos en que se jactaban de haber bajado los homicidios. Esa cifra sigue siendo desmedidamente alta y llama mucho la atención en tanto no se cuentan en las estadísticas oficiales. De un promedio de 80 muertes dudosas por año durante las administraciones frenteamplistas, pasamos a 159 y 171 en 2020 y 2021, respectivamente; un aumento del 63%, según consignó La Diaria.

Por último, sería aconsejable bajar del pedestal y admitir que la situación los superó ampliamente y que la preparación que dijeron tener brilló por su ausencia. 

Todavía están (estamos) a tiempo de evitar un mal mayor y promover, de una vez por todas, una verdadera política de Estado en materia de seguridad. 

Los tiempos apuran, el enemigo sigue creciendo y no pregunta a quien votó para elegir a su víctima…


el hombre hacía cola en la comisaría,
el perro ladraba otra denuncia… 


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