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miércoles, 16 de marzo de 2022

Parar la olla y llegar a fin de mes

A pocos días de una nueva instancia electoral donde nos convertiremos en legisladores por un día, hay un dato que impacta fuertemente en el humor de los uruguayos y es la escalada de precios. Es la realidad que enfrentamos cada día cuando vamos a cargar combustible o nos enfrentamos al almacenero, al panadero o frente a la caja del supermercado: no nos alcanza el sueldo y llegar a fin de mes es todo un desafío. En un país agroexportador parece un contrasentido que el costo de la carne o de las verduras se hayan disparado. "Es la globalización, estúpido", podrán decirnos y es cierto. Los efectos del mundo globalizado se hacen sentir de muchas formas y esta es una de ellas, sin dudas. Los precios de los "comodities" al alza llevan a que los productos que exportamos -y que también abastecen el mercado interno- suban a la par de estos. Semejante razón de peso desnivela la balanza a favor de los productores que prefieren exportar antes que cubrir el mercado interno, y de hacerlo, apuntan a que este pague el precio internacional. Cuando entra a tallar "Don Dinero", la solidaridad es una extraña desaparecida, lástima que se olvidan que, cuando los mercados se cierran o escasean, es el mercado interno el que les salva la plata. Sea como sea, Juan Pueblo sufre las consecuencias y se le hace bien difícil llegar a fin de mes…

Parar la olla

El liberalismo a ultranza no basta para regular las relaciones humanas, porque nunca considera las desigualdades y el tan promocionado derrame nunca llega. Lo que termina ocurriendo es que los que generan riqueza la acumulan para sí y distribuyen poco o nada de esas ganancias, salvo para sus propios bolsillos.

Resulta muy injusto observar, sin que se tomen medidas al respecto, cómo se pierde capacidad de consumo interno por parte de una población que en su inmensa mayoría ha perdido ingreso. Y las consecuencias no se hacen esperar con una restricción del consumo básico y un mayor endeudamiento familiar que tiene su principal razón en la escalada de precios que impacta en el bolsillo de los uruguayos.

Primero fue la pandemia la gran excusa, y algo de razón hubo. Los mercados se cerraron por el parate mundial y la actividad comercial mermó considerablemente. Negarlo sería una contradicción imposible de argumentar por más que se la utilice de forma sesgada. Porque para la economía sí argumentan que existió un efecto pandemia pero, en cuestión de seguridad, el mérito se lo atribuyen a una gestión que hace agua por todos lados. Tamaño dislate argumental los deja en evidencia ante un incremento de la violencia que se hace cada vez más notorio. Así como imposible es tapar el sol con las manos, imposible es negar el deterioro en materia de seguridad con una escalada de homicidios que no para y cuyo promedio de más de un homicidio por día está impuesto desde que se retomó la actividad cuasi normal (Julio de 2021).

Pero, volviendo al tema precios, resulta muy injusto que el mercado interno sea despreciado como ocurre hoy. Las ollas populares siguen resistiendo el embate de la escalada de precios de la canasta básica pero no dejan de demostrar el deterioro que afecta a una buena parte de la población más necesitada. 

Mientras los números macro económicos son favorables al país, los resultados de esa ecuación no se aprecian en la gente de a pie. El derrame no llega y solo cubre a los directamente involucrados, los malla oro del Presidente. Tamaño desprecio por el mercado interno debiera tener sus consecuencias y a pocos días de una elección de medio camino como es sin dudas el referéndum del próximo 27 de marzo, los resultados tendrán un sesgo de voto castigo en tal sentido.

Las cacerolas ya se aprontan para responderle al Presidente en una seudo cadena que tendrá la forma de una conferencia de prensa, abusando de la experiencia ganada con la pandemia. Cuidado que el recurso no le sume en contra y el pueblo -que ya está gestando una respuesta colectiva para ese día- no se haga sentir de forma fuerte y clara.

El bolsillo de los uruguayos está sangrando, el consumo interno se está viendo sumamente restringido por el alza de los precios de forma tan agresiva. Un kg de carne picada a $ 400 es todo un despropósito en el país de las vacas, pero no es extraño que ocurra si se prioriza ganar dinero sacrificando el mercado interno. Ese mismo mercado al que luego acuden cuando la coyuntura cambia.

El día que nos demos cuenta del poder del consumo habremos conseguido un poco más de libertad, mientras tanto seguiremos sufriendo estas embestidas de precios al influjo de los mercados internacionales.

Y pensar que tan solo con un poco de solidaria actitud se podrían defender mejor los intereses de quienes seguimos sosteniendo la bandera y apostando por un mejor país para vivir. El mercado no puede -no quiere- atender estas situaciones por eso es imprescindible que el Estado intervenga y abrigue con decisiones políticas a los que más precisan de sus instrumentos para disminuir las desigualdades. 

Durante los años de gobiernos frenteamplistas el salario y las pasividades fueron los instrumentos para distribuir la riqueza del país. Hoy están depreciados y mientras se apuesta a bajar el déficit fiscal se produce un tremendo y perjudicial déficit social que más temprano que tarde traerá otras consecuencias más difíciles de revertir.

Mientras tanto, parar la olla y llegar a fin de mes, es toda una odisea…


el hombre pidió un cuarto kilo de picada,
el perro seguía comiendo arroz…  


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