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martes, 30 de junio de 2020

Mutis por la Torre Ejecutiva

Pasó el 27 de junio y muchos recordamos los 47 años de un golpe de Estado que nos marcó a los uruguayos sumiéndonos en una larga y oscura noche de casi 12 años que no queremos volver a repetir... Algunos, no dijeron nada. A pesar de la exposición mediática que hacen muchos representantes del Poder Ejecutivo en sus redes sociales –empezando por el propio Presidente Lacalle Pou- ninguna mención a la fecha se pudo leer en muchos de ellos, con lo que se interpretó como una omisión que decía mucho más que lo que se pueda expresar en 240 caracteres. Lo que pareció una decisión corporativa del Poder Ejecutivo –salvo algunas excepciones- se manifestó por omisión, con un silencio preocupante. Precisamente en momentos en que el gobierno asume una postura en materia de seguridad, donde la fórmula a ensayar es la meramente represiva, abandonando fases previas como la disuasión o la prevención. Mientras que las selfies están a la orden del día, y las cadenas de prensa siguen al ritmo de la pandemia, temas hartos sensibles para los uruguayos intentan invisibilizarse desde la Torre Ejecutiva con silencios que dicen mucho más de lo que pretenden esconder. Muchos hubiéramos querido saber que nuestro Presidente reforzaba su fe democrática con un mensaje de repudio al golpe de Estado en momentos donde son necesarios todos los avales que fortalezcan nuestra democracia, para que NUNCA MÁS la dictadura pueda tener espacio en este rincón del sur de América Latina…


Herrar es umano

A pesar del yerro, fue de los pocos que hizo mención a la fecha en sus redes sociales; el canciller Talvi se expresó en Twitter sobre la fecha del 27 de junio acompañando su texto con una imagen del golpe de Estado… en Argentina! El error lo reconoció rápidamente con la suficiente hidalguía para no borrar el tuit y admitir –seguidamente- el error con otro mensaje de disculpa. Así y todo, tuvo la suficiente honestidad intelectual no solo de reconocer el yerro sino de recordar una fecha que nos interpela cada año para no volver a repetir ese tramo de historia en que algunos pocos rompieron el pacto social y se aprovecharon del aparato del Estado para vulnerar derechos y garantías de otros uruguayos por el solo hecho de pensar distinto.

No todos fueron los omisos, hubo algunas excepciones que se sumaron al canciller como la senadora Bianchi, tan mediáticamente locuaz para denostar a los gobiernos de FA pero que supo detener sus críticas para sumar su voz para recordar lo que no queremos volver a repetir los uruguayos. Parece ser que no pudo convencer al primer mandatario de hacer lo propio, en lo que hubiera sido una señal de Estado que –por el contrario- se hizo sentir por su ausencia, de manera más que preocupante. 

Otro que también hizo mención a la fecha fue el ministro Larrañaga; su mensaje era necesario aunque resulte insuficiente en una cartera que acompaña el ritmo derechizante de la novel gestión. La idea de mayor represión instalada en la campaña y fogoneada por el Ministro, ha instalado la falsa idea de solucionar todo con mano dura, algo que los datos vienen contradiciendo claramente. Mayor represión no garantiza mejores resultados y eludir fases en el combate del delito, tampoco. Algunas señales en ese sentido se han dado en los últimos días donde –por increíble que parezca- se habla de la disolución de la UNIDAD DE NEGOCIADORES de la GR, que dejaría de ser parte de esa fuerza especial. Toda una señal de abandono de una política de prevención del delito, donde la figura del negociador (impuesta por los hechos mismos), daba un protagonismo especial a una unidad de técnicos que dieron solución a difíciles situaciones en que el riesgo de vida estuvo presente. 

Prescindir de los negociadores marcaría la nueva impronta meramente represiva que se pretende imprimir a una fuerza que se modernizó durante los últimos años. Una fuerza de alcance nacional, preparada para dar apoyo a la Policía Nacional en situaciones críticas en las que el uso de la fuerza sea el último recurso y no el primero. Aspecto que se abandonaría a estar por estas decisiones. 

La cuenta oficial de Presidencia fue coherente con la conducta presidencial haciendo también silencio de radio sobre el punto, al igual que el Secretario –Álvaro Delgado- quien sí tuvo al menos la delicadeza de saludar, al día siguiente, a la comunidad LGBT en su día. Si ello estuvo acertado, no minimiza el olvido imperdonable que hizo en solidaridad con el Presidente respecto del día anterior, pero su omisión solo confirma que había una decisión tomada de no emitir mensaje referencial alguno sobre el golpe de 1973.

Se me ocurren muchas razones para hacerlo, la más leve es la de no aumentar las diferencias de una coalición de derecha en la que algunos están tan volcados que un soplido los dejaría afuera de la misma y el Presidente no quiere apurar los tiempos. Necesita que el bloque de gobierno esté completo para votar la LUC y hacer frente –al menos por un tiempo más- a lo más inmediato de una gestión que se florea en el combate al Covid-19 pero que sufre picos de relajamiento que prenden luces de alerta a su estrategia sanitaria.

Un gobierno que tiene en los pocos más de 100 días de gestión todo un récord de remociones y renuncias que hablan a las claras de una falta de preparación para la tarea de dirigir el Estado. Aquello de #esahora y #estamospreparados se da de narices con la realidad que les ha golpeado más allá de una pandemia que se surfea bien al ritmo de olas de gestión frenteamplista no reconocidas.

El Chicho, asesor de Arbeleche

Mientras para la interna se despachan con críticas e informes de auditorías en curso, para la tribuna internacional se sacan lustre con la gestión pasada y hablan de las fortalezas que tanto denigran puertas adentro. Hasta elogian la mega inversión de UPM que tanto criticaron, flameando la misma como una conquista que atraiga “más inversores estúpidos dispuestos a venir a invertir a un país en banca rota y destruido tras 15 años de gobiernos de izquierda”.

Si el informe fue lapidario en sus conclusiones –con un realismo inocultable que solo un cerco mediático muy bien montado pudo sostener fronteras adentro- la argumentación ensayada luego para tratar de justificar la confesión internacionalmente emitida es digna de la mente del “Chicho y sus recursos” (por seguir en tema del período de la dictadura). Aquel personaje ficticio que refería el inolvidable Enrique Almada en Decalegrón, atribuía autorías de singulares decisiones al personaje en cuestión, que no era otro que el gobierno de facto parodiado sutilmente con la alusión y nomenclatura asignada. “Chicho, vos sí que tenés recursos!!” remataba el sketch, luego de comentar decisiones de gobierno que sufríamos y pagábamos los uruguayos por aquel entonces. Fiel a esos recursos, el discursivo de este gobierno no extraña para nada a aquel personaje por cuanto la ministra Arbeleche sostuvo que el éxito de la emisión de deuda uruguaya –siguiendo la línea impuesta por Astori- se debió al manejo de la crisis sanitaria antes que a la confianza ganada durante años de administración frenteamplista. Parece ser que los “estúpidos inversores internacionales” condicionan sus negocios al estudio de tan solo 4 meses de gestión de un gobierno que recién empieza y no al comportamiento macro económico de un país a lo largo de períodos mucho más amplios. 

Cualquier analista que se precie de ser medianamente serio, no circunscribe sus análisis a un cuatrimestre sino que debe apelar –necesariamente- a un período mucho más amplio que permita tomar decisiones seguras a los inversores que representa y a los que aconseja invertir sus recursos en un país. Así como es cierto que el manejo de la crisis sanitaria es reconocido internacionalmente, también goza de reconocimiento internacional el manejo macroeconómico que el Uruguay ha tenido durante la década y media que gobernó la izquierda y que ha merecido la confesión de parte que hizo el gobierno actual en su informe internacional.

Volviendo al tema principal que dio origen a esta columna, el silencio presidencial es una mala señal que no podemos obviar y que debería importarle al mismo Presidente de la República. Aquello de que quien olvida su pasado está condenado a repetirlo debería bastar para que el olvido presidencial no se repita NUNCA MÁS. 

el hombre esperó una señal,
el perro, también…

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