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martes, 21 de abril de 2020

La (nueva) comunicación oficial/personal

Fuente imagen: http://senagestiondocumental.blogspot.com/

 ¿Vocero oficial y/o periodista? ¿Periodista militante? ¿Cuál es el rol del comunicador oficial? ¿Hasta dónde llega la frontera entre noticia y comunicado? ¿Informar desde una cuenta oficial o personal? Preguntas que alguna vez me hice y que hoy recobran una magnitud inesperada que –increíblemente- pocos o ninguno se cuestiona. Raro, ¿no?

¿Tu cuenta, mi cuenta o la de todos?

Muchas preguntas para las que tenemos nuestras respuestas, que no son ni pretenden ser la única, y mucho menos aún, la acertada o compartida. Dependerá del lugar desde el que se reciba la respuesta o desde el lugar que se emita la pregunta, y –en algunos casos, cada vez más, lamentablemente- de la orientación política del emisor. Según cual sea ese lugar será la respuesta que reciba. Nadie es imparcial en este punto, nadie...

Los periodistas siempre intentarán poner en duda lo que se informe desde tiendas oficiales, bueno, por lo menos hasta el pasado 28 de febrero, porque a partir del 1º de marzo, salvo contadas excepciones, hemos asistido a una complacencia periodística que se reitera en cada conferencia de prensa desde la Torre Ejecutiva. Atrás quedaron las preguntas incómodas, las que pretenden aportar a lo que informó el vocero o representante gubernamental de turno, para poder entender sobre el punto que comunica, sin que sea un centro a la olla para el interpelado. 

Son tiempos donde algunos colegas –y la claque que les siguen- se asombran cuando una periodista llama por su apellido al Presidente como si con ello mancillara el honor o la investidura presidencial. Quizás por la pretendida familiaridad que se impuso en esta nueva administración de responder citando por el nombre de pila al interrogador de turno, creen algunos que salvaron la tesis de conferencias de prensa o se sintieron innovadores. Ni lo uno ni lo otro significa la verdad revelada, son estilos que se pueden compartir o no, pero no son una regla a seguir ni mucho menos.

Tiempos donde lo oficial se comunica antes por las cuentas personales de las autoridades que por los canales de comunicación oficial. Algo que no sé si está en algún manual de comunicación oficial pero que, habiendo compartido responsabilidades al respecto, tengo claro que corren por caminos separados. Todos podemos entender que por error se haya comunicado alguna vez algo que no corresponde por un canal oficial (todos cometimos el yerro alguna vez), pero nunca –al menos hasta hoy- fue regla comunicar por cuentas personales lo que se gestiona desde un organismo público. Hacerlo puede contribuir a la difusión, pero después que se informó por la cuenta oficial -nunca antes- y menos en forma exclusiva. 

Particularmente soy de los que creo en la comunicación oficial como un instrumento republicano que fortalece la democracia junto con la transparencia, aliada fundamental de toda gestión. Construir cuentas oficiales fuertes y potentes, es una de las tareas que la modernidad trajo a la gestión pública y en ese sentido debería trabajarse para generar medios de comunicación públicos confiables. Las redes sociales han tenido un desarrollo impensado años atrás y lo han hecho con un vértigo tal que sobrepasaron cualquier expectativa sobre las mismas. Hoy son un vehículo imprescindible de la comunicación y de la comunicación oficial sin dudas. 

Lo raro y que me genera un ruido enorme es que antes que construir esa institucionalidad comunicacional pública la tendencia que inició este gobierno es la de difundir lo que hace a través de sus cuentas personales, empezando por el propio Presidente de la República que utiliza sus cuentas para ello. Ya no es la cuenta oficial la principal sino la personal y de él para abajo son varios los que siguen esa práctica.

Difunden operativos policiales arrobando al ministro Larrañaga; se anuncian retornos de uruguayos varados por el mundo también por la cuenta personal del ministro Talvi y así con otros actores que antes que la cuenta oficial adelantan lo que gestiona su cartera por su cuenta personal.

Esa es –a mi modo de ver- una confusión de roles que no aporta a la gestión pública y que puede llevar a cometer excesos involuntarios de mezclar información del ámbito privado con el público. Hay una frontera muy fina que los separa, si es que los separa en algún momento, y puede llevar a confundir a la ciudadanía que perderá la referencia de cuándo es el Ministro del Interior el que informa o el político o el senador o simplemente Jorge, el vecino que vive al lado de casa.

Cada uno en su juego

En cuanto a la prensa, asistimos a un tiempo donde son pocos los que investigan a fondo sobre lo que informan. Tiempos donde como por arte de magia han casi desaparecido las noticias policiales, ayudado –claro está- por la vedette de hoy que es el Covid-19. Pero no se puede mutar tan rápido y abandonar de un día para el otro media hora de policiales para pasar a hablar del Coronavirus, casi que en exclusiva. Porque los delitos siguen ocurriendo, y lejos de bajar aumentaron en un tiempo donde mermó considerablemente la circulación de personas (el descenso promocionado no se dimensionó con esa merma, por lo que es un descenso al menos engañoso). 

Volviendo a la comunicación oficial, algunos periodistas descansan en la frase de que por un lado la prensa y por el otro la comunicación oficial, como si ambos no pudieran compartir espacios u objetivos. Como si uno y otro persiguieran siempre intereses contrarios. Es sabido el control que puede ejercer (y de hecho ejercen) los periodistas, forzando investigaciones de casos que de otra forma permanecerían ocultos. Ese concepto de cuarto poder que ostentan las imprentas, las cámaras de fotos y la televisión no deja de ser una verdad a veces, mas no es la única.

Existe una comunicación oficial veraz, cierta y socia de la prensa. Esa que los necesita inevitablemente para hacer de sus informes una noticia que sirva para nutrir a la ciudadanía toda, que de otra forma no se entera de los derechos que tiene o de los beneficios que le da el vivir en sociedad.

Generar canales de comunicación oficiales no es un derecho sino una obligación del gestor público, ese al que le pagamos con nuestros impuestos y al que reclamamos probidad y competencia para el ejercicio de la función. No se trata de utilizar esos espacios de poder público para promocionarse sino para que ejerzan el mandato conferido por la ciudadanía de gestionar los recursos de todos de la mejor forma posible.

Para finalizar, entiendo que cada uno es dueño de mostrar su gestión de la forma que crea mejor, pero sin que ello implique el uso indebido de recursos o de una posición dominante circunstancial otorgada por quien le dio la oportunidad: la misma ciudadanía que merece acceder a información oficial y pública antes que personal de la autoridad de turno.

Potenciar los recursos públicos debe ser un objetivo claro de los comunicadores oficiales, para ello es necesario que contribuyan con su trabajo en la construcción de canales de información fuertes, porque con ello darán acabada muestra de un republicano ejercicio de la autoridad conferida por el soberano.


el hombre tuiteaba, 
el perro le arrobó un ladrido


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