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lunes, 16 de marzo de 2020

Solidaridad, la vacuna

En este mundo de hoy donde la globalización es una realidad asumida desde hace bastante tiempo, era imposible evitar su llegada. Incluso retrasarla como antaño, cuando esperábamos muchos meses para ver una película de estreno. El coronavirus vino y se instaló en nuestra comarca a pesar nuestro. Será momento de demostrar -una vez más- de qué estamos hechos los uruguayos y dejar atrás las diferencias acumuladas que tanto daño nos hicieron últimamente. La vacuna está entre nosotros hace mucho tiempo, algo olvidada quizás, escondida o ninguneada, pero está dispuesta a salir al ruedo para demostrarle al mundo que es la única forma de derrotar a un virus como este. No se trata de mí, no se trata de vos ni de ninguno, se trata de todos juntos, enfocados en evitar la propagación con un simple gesto de solidaridad...


Alerta sanitaria
Que el nuevo gobierno tuvo de las suyas a pocos días de asumir, es cierto y los uruguayos lo sufriremos en poco tiempo más.

Al combo de medidas recientemente decretadas respecto a las tarifas públicas y el IVA en tarjetas de débito/crédito, se sumarán otras que hacen parte de la Ley de Urgente Consideración que parece que entrará en un compás de espera a raíz de la emergencia sanitaria también dispuesta.

Y si bien no compartimos muchas de las medidas comentadas, en lo que refiere a la alerta sanitaria impuesta no podemos estar en desacuerdo sino reconocer que en esto es imperioso tener una actitud de Estado que nos involucre a todos, sin excepciones.

En este caso, el retraso ralentizado de la globalización no ha hecho otra cosa que permitirnos una reacción coherente y racional que corre con la ventaja de saber lo que ha funcionado en otros lares para aplicarlo rápidamente en nuestro país. Y en eso estamos todos de acuerdo.

A todos nos corresponde una parte en estas medidas y ahí es donde entra a jugar su papel la vacuna oriental, esa que aplicaron en el epicentro de esta pandemia (la ciudad china de Wuhan), donde al aislamiento le sumaron un comportamiento individual pensando en el otro para evitar el contagio. Así fue que, solidariamente cada uno puso de sí mismo para cortar el flujo de propagación y de ese modo fueron cercando al virus hasta considerarlo casi erradicado hoy.

Pero no fue así en el resto del mundo, donde aquellos valores de la sociedad asiática no están presentes y cunde el individualismo como premisa antes que lo colectivo. Ese comportamiento egoísta e irresponsable que permitió -en Italia- que el virus se propagara de forma descontrolada y con un nivel de contagio que llevó a las autoridades -tardíamente- al aislamiento completo que se aplica hoy. 

Ese cierre tardío fue una de las razones de la mayor propagación del virus en el resto del orbe, y hoy la pandemia ha paralizado a gran parte del mundo donde la consigna es aislar al virus en su período ventana de incubación evitando los contactos entre personas. Eso llevó al cierre de escuelas y liceos, actividades deportivas, sociales, y -principalmente- al cierre de las vías de ingreso a cualquier país con un cierre de fronteras que impone, adicionalmente, controles más estrictos.

Hoy el Uruguay está en cuarentena cuasi total, evitando el mayor número de aglomeraciones sociales para cortar la posibilidad del contagio en momentos que ya se han detectado casos autóctonos.

Es ahí donde volvemos a la vacuna, porque solo con solidarias actitudes podremos hacer mucho para sortear en poco tiempo este paréntesis sanitario que nos limita la vida en relación. Acá no importan las divisas partidarias, algo que cuesta entender y leer en las redes sociales, donde se viralizan expresiones que denigran nuestra naturaleza humana haciéndola caer muy bajo. 

Es hora de olvidar por un buen tiempo los colores, las ideologías, es hora de entender que estamos en peligro social por un virus que tiene baja letalidad sí, pero un altísimo nivel de transmisibilidad que lo ha llevado al nivel de pandemia mundial.

Coronavirus, estás rodeado

El país está en un cruce de caminos que sorteará con éxito seguramente gracias a mejoras que hoy se ponen a prueba. No importa quien las hizo, importa saber que tenemos herramientas con qué hacer frente a este problema y que contamos con un nivel de preparación mucho mayor que antaño. 

Si no existiera el Sistema Nacional Integrado de Salud, estaríamos con hospitales públicos deficientes y en desigual equilibrio con las prestadoras privadas de salud. Sin embargo hoy tenemos un sistema que permitirá enfrentar el problema mejor pertrechados, eso es una fortaleza que hicimos entre todos los uruguayos.

Hoy se pueden suspender clases y utilizar medios alternativos para brindar cursos a distancia gracias a una mejor conectividad y un Plan Ceibal que ha derramado tecnologías entre los estudiantes. También podemos sustituir la asistencia a nuestros empleos  por teletrabajo desde nuestros hogares y cumplir con las medidas dispuestas de aislamiento. Reducir el manejo de dinero -portador de gérmenes y potencial difusor de este virus- gracias a la tan demonizada inclusión financiera.

Son solo algunas de las medidas que complementan y/o permiten la aplicación correcta de lo dispuesto por las autoridades nacionales. No se trata de resaltar quién lo hizo, importa saber que está hecho y disponible para ser usado también en circunstancias como estas en que el país lo necesita. 

Un país no se construye ni se refunda cada 5 años, es la suma de todo lo bueno -y lo malo- que se hizo durante toda su historia. Un país lo hace su gente, con sus aciertos y con sus errores. 

Un país es su gente imperfecta, pero con conciencia colectiva, esa que le permite ser mucho más que una acumulación de individualidades. Ese comportamiento colectivo es el que genera identidad nacional y reconocimiento mundial. Imposible pensar al Uruguay sin hablar de Maracaná, ¿verdad? Una gesta deportiva que fue producto del accionar colectivo que no se dejó impresionar por el rival de turno ni la majestuosidad del mismo. Vamos por otro maracanazo y demostremos al mundo que somos capaces de cuidar del otro como si fuéramos nosotros mismos, y respetemos las medidas dispuestas a ese fin. Eso es tener un comportamiento solidario, donde prima el interés colectivo antes que el propio.

La vacuna está inventada hace mucho tiempo, es una cualidad humana que le permite ser mucho más fuerte cuando está presente. Esa vacuna se llama solidaridad y los uruguayos saben que este es uno de esos momentos en que hay que aplicarla...


el hombre no comparte el mate,
el perro, su hueso…

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