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lunes, 19 de agosto de 2019

Otros vendrán que bueno te harán


Lleva casi una década en el cargo más difícil de todo el Poder Ejecutivo, sin dudas; por esa cartera han pasado muchos pero ninguno habrá dejado la huella que dejará él. Lo han negado desde que empezó la gestión, incluso luego de haber acordado una serie de medidas con el compromiso de todos los partidos que pronto se descolgaron del acuerdo. Sin embargo, siguió adelante con ese compromiso al que tomó como una hoja de ruta y lo cumplió en su totalidad. Sorteó decenas de crisis, sufrió la burla y el destrato político más implacable que haya soportado cualquier representante en esta u otra Secretaría de Estado. Sobre sus espaldas cargó el peso político de una campaña electoral que puso a la seguridad como el principal problema a resolver y no solo salvó el examen sino que lo hizo con la mejor calificación obteniendo -su sector político- el mayor respaldo en las urnas de todos los que participaron en la contienda. En cambio, su principal opositor y crítico en esa campaña, sufrió la peor de las derrotas sumiendo a su partido en el último lugar de la historia electoral. Es Eduardo Bonomi, alguien que intentan ocultar pero que no pasa inadvertido para quienes analizan con objetividad la gestión de quien devolvió dignidad a la Policía Nacional.

Tarda pero llega


A escasos cinco meses de asumir la cartera de seguridad en el año 2010, se produjo una de las peores tragedias del sistema penitenciario nacional con un incendio en la cárcel de Rocha que dejó 12 personas fallecidas. Allí mismo pidieron su renuncia, como si con ello se revirtieran los efectos producidos a partir de un sistema absolutamente abandonado y en crisis y que era uno de los objetivos de su gestión que recién se iniciaba. La situación carcelaria había sido crudamente estampada en el informe Nowak que se realizó a pedido de la Presidencia de la República con el único y superior fin de obtener un minucioso estado de situación de un sistema abandonado por décadas y que mostraba la peor cara de la sociedad uruguaya. (1)

Fue resistido desde entonces y aún antes de asumir aquel 2 de marzo del año 2010; en efecto, ni bien se conoció su designación empezaron a circular la versión de su responsabilidad en la muerte de un policía. Situación que -recurrentemente- sale a la luz cada vez que se busca manchar la figura de quien es responsable de las profundas y necesarias transformaciones efectuadas en el Ministerio del Interior. Y esa circunstancia volvió hace pocos días a ser noticia cuando el periodista Leonardo Haberkhorn le recordó una afirmación publicada por otro periodista -Sergio Israel- en su libro “Tabaré Vázquez. Compañero del Poder”, en la que refería a aquella acusación como la razón que llevó -según el autor- a que el propio Bonomi le pidiera a Vázquez que no lo designara para la cartera de Interior. Afirmación que el mismo Bonomi le desmintió en el programa 7º Día de Canal 12 el pasado domingo 11 de agosto. Una afirmación que se desprende de las actas de su procesamiento en base a confesiones arrancadas mediante tortura, donde los receptores estaban armados, secundados por custodias -también armados- y que de no haberlas firmado le hubieran significado más “máquina” de la que recibió hasta lograr la confesión. Bonomi siempre afirmó que -al igual que el resto de los compañeros de su organización- se declaró “políticamente responsable de los hechos” y eso le bastó para ser condenado sin derecho a la amnistía que recibieron el resto de los presos políticos de entonces.

Con esa cruz que cargó por décadas, y que seguirá cargando seguramente en este siglo de mentiras y redes sociales sin pudor ni rigor periodístico alguno, llevó adelante una gestión que obtiene el reconocimiento de académicos que se separan del común de los críticos y oportunistas electorales, para volcar el concepto que le merece lo hecho por Bonomi en esta década. Así como la justicia, el reconocimiento también se toma su tiempo pero llega.

Entre los mejores

Diego Sanjurjo no es frenteamplista, es doctor en Ciencia Política por la Universidad Autónoma de Madrid y desde hace un año es uno de los referentes en Seguridad de Ciudadanos de Ernesto Talvi, candidato por el Partido Colorado, según se lo presentó este lunes en nota de La Diaria (2)

Sin cortapisas lo expresa claro y nítido: “ha estado entre los mejores ministros que hemos tenido. Hizo muchas cosas bien, a destacar y difíciles. En el Estado uruguayo no es común que se reforme de esa manera la forma de trabajar. En ese sentido, es destacable y nos da herramientas para que el siguiente gobierno trabaje bastante mejor...” Contundente, ¿verdad?; dicho por alguien que no tiene ninguna razón más que la verdad de los hechos para manifestarse, justo en estos tiempos donde la mezquindad electoral lleva a mostrar todo como negativo. ¿Es un acto de valentía?, puede ser, pero me inclino por pensar que es más un acto de justicia y no por el mero hecho de hacer justicia por la gestión de Bonomi sino porque el peso de la misma se impone a quien se precia de ser un académico que evalúa, diagnostica y califica, en base a evidencias y sin subjetivismos de ningún tipo. 

Semejante acto de sinceridad política en estos tiempos merece todo un reconocimiento pues no son actos que sean frecuentes ni prácticas que aconsejen los políticos uruguayos. Seguramente le lloverán críticas por semejante atrevimiento, y no faltará quien lo acuse de cometer un “sincericidio” que para nada aconsejan los especialistas de turno. 

No se trata de decir que todo lo hecho estuvo bien ni que no vendrá nadie que lo pueda hacer mejor, pero sí era necesario que alguien, por fuera mismo de la gestión, pudiera reconocer que lo hecho fue mucho y que además era imprescindible hacerlo para convertirse en cimiento de futuras gestiones que tendrán una base sustentable en la que apoyarse.

Porque la gestión de Bonomi instaló una verdadera refundación de esta cartera que se encontraba abandonada por décadas y de la que depende nada más ni nada menos que la Policía Nacional. Esa fuerza civil y pública en materia de seguridad interna, la que tiene el ejercicio legítimo de la fuerza para cumplir con sus cometidos. Una fuerza que fue reconvertida en su totalidad para dotarla de un salario digno, de un horario laboral razonable y con reconocimiento de sus derechos sindicales; mejor capacitada, mejor armada, con mayor y eficaz movilidad (flota renovable y equipada tecnológicamente), mejor comunicada (comunicación Tetra), y a la que se le incorporaron nuevas tecnologías que mejoran su efectividad y respuesta en la emergencia (9-1-1, videovigilancia, sistemas de información interconectados, laboratorios científicos para la remisión de pruebas); una dimensión aérea (creación de la Unidad Aérea de la Policía Nacional).

Una gestión que fue vanguardia al manejar el concepto de integralidad aplicado a la seguridad por cuanto no solo la Policía debe intervenir para construir convivencia (un concepto que lleva implícito al de seguridad, pero en el que intervienen otros actores públicos y privados). Esa seguridad integral que se traduce en una Policía orientada a la solución del problema, que previene y disuade, evitando la acción posterior que solo puede apelar a la represión y que no garantiza la reparación del daño en todos los casos.

Transformó la privación de libertad, instando a la creación del Instituto Nacional de Rehabilitación, que llevó a descentralizar el control del sistema bajo su égida y lo hizo verdaderamente nacional en la práctica y que impulsa su salida de la cartera convencido que quien reprime no está capacitado para rehabilitar. Una gestión que puso en práctica la figura del Operador Penitenciario creada en 1986 -sí leyó bien- y que fue aplicado recién en el año 2011 (hablame de eficiencia de las gestiones pretéritas!). ¿Que todavia falta más? Por supuesto!, pero nadie hizo tanto por mejorar las condiciones de reclusión como durante sus dos administraciones.

Gestor de muchos cambios que trascienden su competencia pero que no dejan de apuntar al objetivo primordial de la misma: la seguridad y la convivencia. Así se acunó y creció un programa como Pelota al Medio a la Esperanza, que sorteó todas sus carencias iniciales para consolidarse entre los estudiantes, verdaderos dueños de una iniciativa que cultiva la amistad y el crecimiento académico como puntales para construir relaciones amigables entre los que tienen el desafío de seguir construyendo este país.

Una gestión que -pese a todas las críticas que recibió en su momento- tuvo claro el rumbo que debía seguirse para ponerle fin a la violencia en el fútbol y vaya si se han obtenido resultados en esa materia (más allá de algun episodio aislado). Hoy ya nadie discute la pertinencia de las cámaras de reconocimiento facial ni las entradas nominadas con documento de identidad, ni las listas negras para los que participan de hechos violentos, ni la responsabilidad que desde siempre tuvieron los organizadores de los espectáculos deportivos. Y así podríamos seguir sumando ejemplos...

Muchos la recordarán como la gestión fundacional de todo lo que seguramente se vendrá en pos de mejores procedimientos y soluciones, pero que sin estos puentes consolidados por Bonomi hubiera sido imposible llegar. Y si ello no ocurriere, porque quien llegue no logre siquiera mantener lo hecho, seguramente -también- lo extrañarán mucho más.

Otros vendrán -seguro- que bueno lo harán…(3)


el hombre hacía memoria,
el perro, un registro...

(1) “Suele decirse que nadie conoce realmente cómo es una nación hasta haber estado en una de sus cárceles. Una nación no debe juzgarse por como trata a sus ciudadanos con mejor posición, sino por como trata a los que tienen poco o nada.” - Nelson Mandela
(2) Diego Sanjurjo, referente de seguridad de Ernesto Talvi: Eduardo Bonomi “ha estado entre los mejores ministros que hemos tenido”
(3) A horas de la publicación de la nota en La Diaria, el protagonista de la misma salió a aclarar en la red social Twitter sobre lo expresado al medio de prensa con la infeliz forma de poner en duda el título de la nota. La Diaria respaldó lo publicado revelando la nota grabada de esa entrevista que no deja espacio a ninguna duda sobre lo afirmado por el entrevistado que seguramente no gustó a sus correligionarios:


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