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lunes, 17 de junio de 2019

Apagones eran los de antes

Fuente imagen: https://portal ute.com.uy
Que todo tiempo pasado fue mejor lo hemos escuchado siempre y aún hoy se lo enuncia con frecuencia. Es que ese pasado que se rememora no es otra cosa que los años de juventud que se fueron y eso pesa bastante a la hora de evaluar la actualidad. Si bien la tecnología nos marca una nueva época donde nos gobierna el confort, no falta quien recuerde a ese tiempo pretérito como uno donde se vivía mejor, las horas transcurrían más despacio y los valores estaban presentes para regirnos como sociedad. Hoy todo nos parece peor, el nivel de tolerancia se ha degradado a tal punto que no ahorramos elogios para aquellos tiempos y la comparación está a flor de piel, pero… ¿es tan así como lo recordamos? 


Arrastre argentino

El pasado domingo fuimos parte de un apagón histórico al que nos arrastró una falla en la central de Yaciretá  que dejó a Argentina a oscuras. Me hizo acordar a los problemas de la economía de nuestros vecinos que al menor “resfrío” llevaban a un cuadro de pulmonía extrema a la pequeña economía uruguaya, argento-brasileña dependiente durante décadas. Si bien en la última década y media eso pasó a ser parte de la historia y Uruguay se despegó de sus hermanos fronterizos en ese sentido (fuimos el único país que siguió creciendo mientras ellos entraban en recesión), aún se mantienen espacios donde esa dependencia es tal que nos arrastra a sufrir efectos colaterales.

Fue lo que ocurrió este domingo con el apagón que afectó a unos 50 millones de usuarios de Argentina, Uruguay, Paraguay y parte de Brasil y Chile. Un apagón que se explicó por la “interconexión” que rige como sistema regional entre las principales centrales eléctricas binacionales. En el caso de Uruguay con Argentina, esa interconexión nos permite asegurar abastecimiento continuo cuando nuestro país lo requiera o, como es casi una constante en los últimos años, permite a Uruguay -autosuficiente hoy- vender energía al vecino país. Esa peculiar forma de estar conectados entre los países, lleva a que se deba mantener un equilibrio entre el consumo y la generación que -según explicaron las autoridades- cuando se produce una merma de consumo inferior a una frecuencia de 50 Hz, los sistemas se desconecten como medida de seguridad. Esa fue la razón de la bajada de los sistemas en Uruguay, ya que al afectarse esa ecuación de forma drástica (al bajar a cero el consumo argentino tras la falla), los sistemas de seguridad se activaron desconectándose los centros de distribución uruguayos, provocando el apagón. 

Esa fue – más o menos- la explicación oficial del apagón, un corte que duró unas pocas horas ya que el mismo arrancó a las 7:06 AM y -en mi caso particular- sobre el mediodía ya se había restablecido el servicio (si bien al momento de escribir esta columna se mantenían unos 19 mil usuarios sin energía), Uruguay había restablecido el 88% de los servicios sobre las 13:40, momento de la conferencia de prensa de las autoridades uruguayas.

Restricciones programadas

En mi adolescencia, década de los 70, (dictadura mediante), recuerdo que vivíamos dependiendo de la lluvia. En efecto, la generación hidráulica de energía eléctrica era la principal fuente de generación o, por lo menos, la más barata, ya que estaba también la vieja Central Batlle que nos consumía varios millones de dólares cada vez que se encendía para cubrir lo que no se podía generar por las represas.

Por aquellos años teníamos a las cotas de los embalses y el precio del barril de petróleo, en la agenda de noticias diarias. En mi caso particular, sufría las restricciones en el uso de la energía eléctrica, pues las mismas se hacían sentir cada vez que quería ver televisión -por ejemplo- ya que empezaban a transmitir a las 18:00 horas recién y -por si ello no alcanzare- un día por semana sufríamos cortes programados de luz. Un día a la semana mi madre tenía que tener la previsión necesaria para la conservación de los alimentos ya que la vieja heladera Ferrosmalt, se descongelaría rápidamente para pasar a ser un mueble más de la casa. Personalmente, sufría aquellos apagones de los días miércoles pues al otro día siempre tenía escrito de Historia gracias a un profesor que hacía oídos sordos a nuestros reclamos, obligándonos a estudiar a la luz de una vela.

Esos cortes programados duraban toda la noche. Esto va dicho porque hace mucho pero mucho tiempo que los cortes de energía eléctrica en nuestro país se resuelven en pocas horas. Son realmente extraordinarios los cortes que superen la media jornada y aún más los que lleven días sin energía. Y eso es gracias a una razón de peso como la de haber conservado nuestras empresas públicas entre las que está UTE. Esa decisión estratégica tomada por nuestro pueblo, es el gran diferencial en una región donde las privatizaciones hicieron estragos en la gente (basta recordar los 10 días sin luz en Buenos Aires en 1999 a poco de las privatizaciones que resolvió el gobierno de Saúl Menem).

Por supuesto que no fue solo aquella decisión soberana la responsable, sino una política pública que tomó esa decisión para proyectar a la empresa de los uruguayos para que brindara un servicio de calidad y eliminar aquella dependencia de generación hidráulica o por combustibles fósiles. Así llegó la energía eólica y solar (fotovoltaica), formas renovables de generación que hoy hacen el diferencial en nuestro país dotándole del rango de país autosuficiente en materia energética al punto que genera más de lo que consume, haciendo del producto un elemento comercializable.

Claro que la revolución tecnológica nos lleva a entrar en pánico cuando nos quedamos sin  energía eléctrica. Ahí nos damos cuenta que el celular tiene la batería baja, el aire acondicionado no funciona, la heladera y/o el freezer pasan a ser un problema, al calefón lo vació el nene con su baño largo, y encima, a las 19:00 juega Uruguay por la Copa América!! Todos esos ítems, propios de una época revolucionaria en materia de tecnologías, no nos dejan espacio para recordar que así como somos dependientes de ese elemento inmaterial, (cuya generación y consumo se dan al mismo tiempo lo que obliga a mantener el flujo de manera constante), nos birló otros aspectos tan caros y necesarios. 

Ganamos en comodidad pero perdimos la paciencia; hoy nos gana el estrés, nos hemos hecho dependientes en extremo de las tecnologías; pero todo hay que ponderarlo en su justa medida. Valoremos que tenemos una empresa que nos respalda, que da cobertura y que es ejemplo regional de eficiencia y calidad. 

“El confort es eléctrico”, fue un cliché comercial décadas atrás, hoy sustituido por “la energía que nos une”, una frase que explica muy bien la razón de ser de una empresa pública a la que los uruguayos decidieron que siguiera siendo... de los uruguayos.



el hombre miraba el celular,
el perro disfrutaba  el silencio...

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