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jueves, 27 de septiembre de 2018

ASFAVIDE: 6 años contra la corriente

Sufrieron y lloraron; murieron el día que les arrebataron sus afectos a manos de una delincuencia que no reparó en el daño que causaba sino en su interés por obtener algo a cualquier precio. Sortearon ese sufrimiento apelando a una receta distinta, totalmente contraria a lo que la corriente de opinión imperante sugería (el odio o la venganza). Fueron rescatadas con otro instrumento mucho más poderoso que la sed de revancha, las rescató el amor de esos afectos perdidos. Pusieron la otra mejilla y recogieron el mejor premio en la reconciliación con los responsables del dolor sufrido. Son ASFAVIDE, víctimas de la delincuencia que no piden venganza sino justicia, y lo hacen a contracorriente… 



Hoy no tengo ofertas

El 14 de enero del año 2009 le arrebataron a su hijo Alejandro en una rapiña que le costó la vida; un crimen que sigue impune pero que no le impidió intentar un camino diferente para superar tanto dolor. Ese camino es el amor, ese amor que no pudo ser por culpa de alguien que se hizo dueño de una vida por unos pocos pesos. Cualquiera podría justificar que sintiera odio o buscara venganza por el daño sufrido, un daño irreparable. 

Sin embargo, un día sintió el impulso de hacer otra cosa más allá de seguir llorando la pérdida, sintió que el amor por su hijo se merecía buscar una alternativa para que no quedara en el simple recuerdo. Se decidió a cambiar el foco y transformar dolor en acción pero no en una revancha sino en un acto de solidaridad, donde otros no sufrieran lo que ella y evitar más víctimas.

Entendió lo que nadie podía entender (ni aún hoy); entendió que la venganza solo fomenta el dolor y busca infligir un dolor similar al responsable pero no logra reparar el daño nunca. Ninguna acción -por más justa que fuera- le devolvería la vida de su hijo. Entonces el camino tenía que ser otro…

Así empezó a recorrer despachos y compartir su idea de trabajar por los privados de libertad, y ahí se les (nos) cayó la estantería a muchos. ¿Cómo era posible que esta madre, más allá de pedir justicia quisiera volcar su esfuerzo en trabajar por la rehabilitación de los privados de libertad, entre los que podría estar el asesino de su hijo? 

La respuesta la sigue dando hoy, a seis años de aquella quijotada, al frente de un colectivo que suma a otras víctimas a quienes enseña el camino de la reparación y el perdón como ruta posible para transformar el dolor en un sentimiento positivo y restaurador.

6 años contra la corriente

Graciela Barrera de Novo es la presidenta de ASFAVIDE, la Asociación de Familiares y Víctimas de la Delincuencia. Una madre, una mujer que enseña con el ejemplo y que no descansa un solo día para encontrar la paz interior en la ayuda al otro, al diferente, al que un día eligió transitar un camino sembrado de odios y rencores, un camino generador de más víctimas. 

Si algo está más que probado es que ASFAVIDE dejó de ser un proyecto para ser una consolidada realidad. Su trabajo recoge logros tangibles que son fruto de tenacidad de  un grupo de personas que le acompañan pero, también, de una estricta justicia. La pensión a las víctimas de delitos violentos fue uno, y -más reciente-  el nuevo Código del Proceso Penal es otro, reconociendo a las víctimas como sujeto de derecho y no como un mero objeto de prueba.

También llegaron otras herramientas como la Unidad de Víctimas y Testigos de la Fiscalía General de la Nación, redimensionada a partir de la sanción del nuevo CPP que sumó un espacio necesario y útil para la atención de las víctimas. Sin desmedro de todo lo que se hizo junto con el Ministerio del Interior, que trasladó sus oficinas del CAVID (Centro de Atención a las Víctimas del Delito) a las instalaciones de la sede de ASFAVIDE para apoyar su trabajo de forma más directa. Y ni hablar del trabajo con los privados de libertad que son la prueba más clara de que es posible cicatrizar heridas y recomponer lazos, ofreciendo alternativas, demostrando que es viable otro rumbo a quienes van a salir un día en libertad. Los necesita la sociedad, esa que no quiere más víctimas, ni de un lado ni del otro...

Fueron años de mucho trabajo, donde lejos de desvanecerse fue creciendo y ampliando sus cometidos, ampliando sus aspiraciones para generar cada vez más recursos en procura de restaurar los vínculos entre víctimas y victimarios.

En tiempos en que la seguridad es botín electoral y se lanzan campañas para “vivir sin miedo”, desde este colectivo enseñan a enfrentar el miedo con información y solidaridad, mucha solidaridad obteniendo la mejor respuesta en los destinatarios de su trabajo.

Podríamos enumerar muchos ejemplos del trabajo de ASFAVIDE con los privados de libertad, desde aquel inicio con las charlas de Graciela Barrera en la cárcel de Punta de Rieles, donde el silencio era una muestra de respeto hacia una madre a la que le habían asesinado un hijo y tenía el valor de hablarles; hasta emprendimientos promovidos por su colectivo para ofrecer alternativas a los privados de libertad para el día después de la cárcel.

Hablar con Graciela deja una sensación de paz y gratitud siempre. Conocer su trabajo es necesario para entender que hay un camino posible y alternativo al simple reclamo que se agota a sí mismo en sentimientos de revancha o venganza que no reparan nada.

Fueron seis años de nadar contra la corriente, seis años de construcción sólida y constante de un camino posible hacia la restauración de los valores alterados de una sociedad que se ha tornado violenta en extremo.

Es una gota en el océano, pero sin esa gota el océano no sería el mismo nunca…

el hombre sopló un velita más,
el perro ladró un feliz aniversario...

1 comentario:

  1. Que linda nota sólo puedo decir una cosa se puede vamos que se puede saludos lizardo bequio

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