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martes, 26 de junio de 2018

La memoria no se mancha

Ni la violencia cesa...

Uruguay amaneció feliz por una victoria celeste en Rusia, sin embargo mientras el partido se disputaba unos delincuentes aprovecharon para producir daños e intentar robar efectos de la Casa de la Mujer ubicada en pleno Parque Rivera. En otro episodio, acciones de vandalismo se dieron en tres emblemas que rescatan la memoria de una sociedad que vivió sus horas más oscuras en un pasado reciente que nadie quiere volver a repetir. Las placas de la memoria ubicadas en el Hospital Militar y en el CGIOR (Centro General de Instrucción para Oficiales de Reserva), así como el memorial recientemente inaugurado en Libertad, fueron vandalizados. En los dos primeros, intentaron tapar con pintura verde las placas como si con ello les bastara para borrar lo que dejaron marcado para siempre en la memoria de los uruguayos; el tercero (Libertad), parece más una acción inmadura de quien no tuvo a nadie cerca para enseñarle un poco de esa historia que los uruguayos no queremos volver a repetir… NUNCA MÁS!

Mientras juega la celeste

Antes mientras el músculo dormía la ambición también descansaba, como cantaba Gardel pero los tiempos han cambiado y hoy mientras unos músculos uruguayos se aprontaban para hacer goles y otras gargantas para gritarlos, la ambición disfrazada de oportuna delincuencia se las ingeniaba para atentar contra bienes de todos los uruguayos.

Es que pareciera que el quiebre social que padecemos es más profundo de lo que se pensaba pues muchos creíamos que “la celeste del alma” nos juntaba a todos por igual y cuando esta convocaba se paralizaba el país… pero no. Hay quienes no se detienen y dan muestras de su desintegración más absoluta con el resto de la sociedad uruguaya. Viven en su propio egoísmo de violencia y desafectación de las reglas de convivencia y hacen de ello una forma de vida que atenta contra el pacto social establecido.

Unos, impulsados por esa condición implícita de vivir del delito, haciendo del mismo su medio de subsistencia; y otros, aferrados a ese odio visceral aún presente que niega el pasado reciente donde se practicó terrorismo de Estado. Personajes que niegan la represión practicada por una dictadura cívico militar que detuvo y torturó a uruguayos por el solo hecho de pensar distinto, de querer un país diferente. Lejos, bien lejos de esta democracia que hoy disfrutamos y que todos queremos preservar, salvo algunos que piensan que unas manchas de pintura contribuyen al olvido.

No se trata de revanchismo puro, sino un ejercicio de memoria garantista para que no se cometa el mismo acto impúdico de violar la Constitución y atentar contra los uruguayos. Para que se sepa y se conozca -fundamentalmente por parte de aquellas generaciones que no lo vivieron- que en este país hubo un tiempo donde se violaron derechos, se desaparecieron personas y todo por el simple hecho de pensar distinto defendiendo sus derechos.

Es imprescindible que las nuevas generaciones, estas que disfrutan de los triunfos celestes, sepan que esos triunfos llegaron gracias a un proceso lento pero firme que hizo posible este resultado. Igual que lo que hoy vivimos y disfrutamos como sociedad -aún con los coletazos de violencia que se nos han disparado- nadie que haya vivido aquellas épocas puede reivindicar esos tiempos. 

En parte se explican estas reacciones pues los mensajes que se dan desconciertan un poco. Así parece ser con la propuesta de reforma constitucional que promueve a los militares en tareas de seguridad interna. 

Hace pocos días en el programa En Perspectiva (Radio Mundo -1170AM), su corresponsal en Brasil -Marcelo Silva de Sousa- informó que “pese a la movilización de más de 30 mil hombres de las fuerzas armadas sumados a las policías federal y civil del estado… entre marzo y mayo de este año, los tres primeros meses completos, hubo un aumento de las muertes violentas en tanto que el número de detenciones y aprehensiones de armas cayó en relación al mismo período de 2017”.

“Como consecuencia de operaciones de la policía, en lo que va de la intervención murieron 352 personas contra 300, en el mismo período del año pasado. Por su parte, el total de fusiles y ametralladoras incautadas cayó un 37% respecto al período anterior”, informó.

Esto se suma al cúmulo de experiencias similares en la región y el mundo donde los ejércitos en tareas de seguridad interna arrojaron iguales o peores resultados, sin embargo se insiste en esa medida como una solución.

Manchadas de violencia

Esas manchas a las placas de la memoria significan mucho más que un simple grafiti, son una bofetada a la historia reciente, al sufrimiento de cientos de uruguayos, al de sus familias, muchas de las cuales aún esperan saber dónde están sus hijos, padres, nietos… Otras manchas responden -casi seguramente- a la ignorancia, esa que también es una manifestación violenta que debemos impedir para que no se reproduzca el vandalismo sin sentido ese que destruye  espacios pensados para el disfrute público y la construcción de más y mejor convivencia.

Cuando se daña una escuela, un espacio público, un rincón colectivo pensado para el ejercicio de derechos, estamos dañando nuestra propia identidad y socavando valores en lugar de fortalecerlos. Hoy tenemos nuevos instrumentos legales que hacen de los acuerdos reparatorios una vía posible de resarcimiento que llame a la reconciliación del ofensor con el ofendido, pero su aplicación recién comienza y sus efectos se verán con el tiempo.

Es un trayecto largo que hay que transitar, mientras tanto no dejar impunes estas acciones irán poniendo un freno necesario que, más allá de la pura y simple sanción, invite a la reflexión.

La memoria no se mancha… 


el  hombre hizo memoria,
el perro también...

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