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martes, 15 de mayo de 2018

Crisis oportunas



El sábado pasado no fue uno más, nos despertamos con una nota periodística donde el director de la Policía Nacional – Mario Layera – atrevió a desnudar de forma descarnada una realidad que lo interpela en primera persona y dejaba en posición incómoda a las autoridades del Ministerio del Interior y al Gobierno. El primer impacto fue duro, fue un golpe directo al mentón que dejó aturdidos a todos. Prontamente despabilados por el golpe, los oportunistas hicieron acopio indisimulado del desliz para sumar otra “cocarda” en su desenfrenada carrera de desprestigio hacia quienes tienen la responsabilidad de dirigir las políticas públicas. Con la ajenidad que les acostumbra -no se hacen cargo nunca de la parte que les compete- apuntaron contra la gestión y hablaron de derrotados. Es que las crisis son también oportunidades para quienes esperan en la comodidad de sus ámbitos de confort a que los hechos ocurran y buscan hacer caudal de esas desgracias; aunque los hechos demuestren luego que no les suma. Por suerte, están otros que hacen de las crisis oportunidades para tomar impulso y forzar los cambios que modifiquen rumbos. Acciones que generen las sinergias necesarias para hacer posible los cambios. Me afilio a esta última opción, no por un interés político sino porque es imperioso que esta crisis se convierta en una oportunidad que permita alinear -de una vez por todas- a todos los actores involucrados en hacer posible el cambio de rumbo...


Ni blanco ni negro

Jorge Vázquez salió a respaldar al Director de la Policía Nacional tras sus dichos en nota del diario El Observador del pasado sábado 12 de mayo. La nota generó un revuelo político con repercusiones al más alto nivel al punto que sectores políticos piden la remoción del Director de la Policía, algo que no está ni remotamente en los planes de las autoridades de la cartera. “Layera no dijo nada que no hayamos dicho antes”, afirmó Vázquez en entrevista a Canal 10, confirmando que hay un aval a lo expresado por aquel aunque -también- se encargó de contextualizar lo escrito luego de haberse reunido con Layera y escuchar del mismo las explicaciones a sus dichos.

Es un secreto a voces que está fallando la coordinación entre varios organismos a la hora de actuar para enfrentar los fenómenos sociales que derivan luego en hechos de violencia. Una coordinación necesaria si lo que se pretende es dar solución duradera, la Policía no puede asegurar en el tiempo un resultado, la Policía actúa en la emergencia para restaurar el orden o el daño (cuando este es posible de restaurar), pero para que haya una solución permanente es necesaria -e imprescindible- la participación de otros actores. A eso refería Layera en sus dichos, aunque para decirlo haya sido muy duro y descarnado, apareciendo como desbordado por una realidad que necesita urgente atención conjunta de todos los involucrados.

A veces son necesarios estos “gritos” para sacudirnos y despabilarnos, los seres humanos somos así. Dejamos que los hechos nos desborden a veces para luego intentar corregir rumbos. Estamos a tiempo, la visión de que el futuro que nos espera es similar a lo que ocurre en países como El Salvador o Guatemala (donde el fenómeno de las maras está instalado), es a todas luces una exageración que no compartimos y que el propio Layera reconoció al Ministro interino luego. 

“Lo que planteó… es que este es un horizonte posible si no se hacen las cosas que se están haciendo… Es un tema que no nos agarra desprevenidos y estamos lejos de llegar a esa situación”- afirmó Vázquez.

La participación del resto de los actores tiene aspectos que se deben considerar; seguramente Layera se refiera a las velocidades en esa coordinación y no tanto a la ausencia de la misma. O quizás a las dos…  Es cierto que la Policía requiere de otros tiempos a la hora de llevar adelante una investigación y la dilación en una respuesta o colaboración en ese sentido se vuelve en contra a los intereses policiales. A la Policía se le piden resultados que muchas veces los excede, porque esta actúa sobre el final de un ciclo de conductas que devienen en un hecho de violencia las más de las veces. Nada que no pueda corregirse y coordinarse. Pero el tiempo apremia y había que gritarlo fuerte y claro…

Nobleza obliga reconocer que la realidad de los últimos tiempos no es la que describió la nota de Gabriel Pereyra, ya que existen coordinaciones en curso que dieron resultados traducidos en sendos operativos policiales que no hubieran sido exitosos de no haber existido esa coordinación interinstitucional. Allí hay un punto a enmendar y poner en su justo contexto.

Respecto a la Fiscalía, no es oportuno salir a reclamar autocríticas, cada cual debe asumir sus fallas con absoluta humildad y con sentido republicano de manera de propiciar el mejor resultado posible. La razón asiste a todos los actores si vamos a cada caso concreto, hay cientos de ejemplos para criticar de uno y otro lado, y -también- cientos de acciones para felicitar de uno y otro lado. Vivimos un proceso revolucionario que hay que ponderar en el tiempo, y los desajustes producidos deberán corregirse para hacer que el producto final sea el esperado. En eso estamos todos convencidos que será así con los cambios propuestos.

El Primer Policía

Ser el sucesor de Julio Guarteche no era para cualquiera, el elegido ya estaba dispuesto por el propio extinto Director Nacional. Lo conocía y reconocía como un hombre íntegro, fiel, honesto y profesional. Compartieron la misma escuela en una brigada antidrogas que los tuvo espalda con espalda al frente de operaciones exitosas donde pusieron en riesgo sus vidas y las de sus familias por el bien general. Con esas credenciales, ¿quién puede poner en duda la honestidad de Mario Layera? Menos aún sus intenciones al tiempo de emitir una opinión en medio de una entrevista larga y sin filtros, a la que debía dársele otro contexto seguramente. 

Lo dicho por Layera alineó a la fuerza policial, eso habla de liderazgo, condición indispensable que debe ostentar el Primer Policía del país para dirigir la fuerza encargada de dar batalla contra la delincuencia. Quizás el método no fue el más indicado, pero seguramente haya un antes y un después a sus dichos. El respaldo que también le dio la cartera no es más que la confirmación de aquella designación natural que hiciera el fallecido Guarteche, quien dejó a su mejor hombre al frente para dar continuidad a su obra de crear una Nueva Policía.

Entender las razones y alinearse detrás del principal problema es ahora el objetivo, sin personalismos y con humildad republicana. Es imperioso que nos involucremos en ese y con ese sentido.

Nos ha ganado la ansiedad, los resultados que se vienen dando en materia de violencia y delito parecen dar por perdida una batalla pero, la guerra... es mucho más larga. 

Bienvenida sea esta crisis oportuna si con ella somos capaces de alinearnos para sumar fuerzas y enfrentar juntos una guerra de largo aliento. 

Uruguay espera por ello...

el  hombre entró en crisis,
el perro ladró una oportunidad...

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