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viernes, 2 de junio de 2017

La parte por el todo


El Comisionado Parlamentario para el Sistema Penitenciario, Dr. Juan Miguel Petit, presentó días pasados su informe sobre las cárceles uruguayas y casi todos los medios pusieron el foco en “la parte” (los espacios que mantienen dificultades) haciendo parecer a esta como “el todo”. Precisamente esa parte que aún resta mejorar no hace al todo de un sistema que fue refundado y hoy ostenta espacios notoriamente diferentes a los que describió, con absoluta crudeza, el relator de Naciones Unidas, Manfred Nowack al comienzo de la primera administración de Tabaré Vázquez (2005 – 2010). Por si no alcanzare, más recientemente el ex comisionado Alvaro Garcé presentó otro informe plagado de intencionalidad política que para nada contribuye a la descripción real del sistema. Garcé conoce muy bien los cambios operados y mientras estuvo en funciones apoyó y avaló los mismos, impartiendo elogios a una gestión que la emprendió de lleno a reformar un sistema que padeció el abandono explícito durante décadas en las que transcurrieron gobiernos de los partidos tradicionales. Como esas partes no hacen al todo, y mucho menos lo representan, es bueno conocer otras realidades que empiezan a ganar espacio, desplazando esos bolsones aún pendientes y generando oportunidades para quienes un día saldrán en libertad.


La puerta a la rehabilitación


Surgió como una idea -algo descabellada- de un oficial penitenciario que hacía gala de su liderazgo organizando a aquellos internos que querían una oportunidad para salir del círculo vicioso de la cárcel. Empezando por mejorar su propio entorno devolviendo dignidad a la reclusión y haciéndose cargo de mejorar el mismo con su esfuerzo personal. Así nació el Módulo Nº 9 del ex ComCar, con el director de mismo a la cabeza (Daniel Garay), creando una isla en medio de una cárcel permeada por la corrupción y el abandono edilicio al que el hacinamiento sumaba un obstáculo más en la imperiosa carrera hacia la rehabilitación que impone la Constitución de la República.

Ese lugar fue la primera semilla que pronto empezaría a reproducirse y a extenderse hacia el resto del establecimiento, junto con la nueva administración y su planificación reformista de un sistema totalmente superado por la realidad y el abandono de muchos años... demasiados. Aquel oficial contagió a otros y junto a las nuevas autoridades del novel organismo creado (Instituto Nacional de Rehabilitación) comenzaron a gestar la idea de un polo logístico donde concentrar emprendimientos productivos que dieran trabajo a los privados de libertad. Esos oficios que dieron vida a aquella estructura reciclada del Módulo Nº 9 fueron el sostén principal de una idea que dio origen a las primeras cuadrillas de internos que llevarían la pesada carga de cambiar los códigos carcelarios, aquellos que impedían a un preso reparar o construir una cárcel.

Fueron tiempos duros, se atravesaron motines que dejaron huellas y destrozos que ellos mismos empezarían a recomponer, no sin resistencias de aquellos que no aceptan los cambios y quieren hacer parecer que el todo es esa parte que ellos mismos representan.

Han pasado tres años desde que naciera -formalmente- el Polo Industrial, el paraíso que convive con el infierno (que aún persiste en algún sector de la cárcel más poblada del país), pero que también ostenta varios purgatorios desde los que se nutrirán nuevos “paraísos” en el sistema.

La parte acorralada

No es cierto que el sistema penitenciario no rehabilite a nadie, como parece ser el mensaje que dejan informes como el de Garcé. Aunque al otro día de su presentación se produzca la muerte de un recluso en un enfrentamiento entre bandas en el Módulo 3 del ex ComCar, situación que pareció dar la razón al ex comisionado.

Sin embargo y a pesar de esos episodios de violencia, en lo que va del año se ha reducido la cantidad de muertes violentas en cárceles a la mitad, según datos que reveló a Radio Uruguay (programa Visión Nocturna) el director del INR – Crio. Mayor Gonzalo Larrosa, quien señaló que el sistema penitenciario tiene “muchas dificultades que son históricas”, dando a entender que no son de esta administración sino de un acumulado  temporal que llevará mucho tiempo revertir. 

A pesar de esos episodios la parte está acorralada y son los mismos presos los que la tienen cercada cada vez más, achicando los espacios donde se nuclean los que no quieren una salida, una alternativa que los ayude a volver a ser útiles en una sociedad a la que lastimaron un día. Aquellos primeros “ortibas” resistidos y amenazados porque reparaban celdas, hoy son líderes que contagian y suman adeptos que poco a poco engrosan las listas de aspirantes a ser tenidos en cuenta en los emprendimientos del Polo Industrial.

Desde aquellos primeros internos que reciclaron un módulo para vivir su reclusión en un espacio digno que les devolviera hábitos perdidos (o adquirirlos directamente), ha pasado un tiempo útil que fue sumando adhesiones y generando conciencia colectiva en una población carcelaria que quiere una segunda oportunidad.

Queda mucho por hacer, pero las experiencias positivas hacen parte de ese todo que no se promociona y se oculta tras los episodios de violencia que concentran la atención de los medios y de ex comisionados de mirada corta.

Nota: en el Polo Industrial de Santiago Vázquez trabajan hoy 520 reclusos, a los que se sumarán otros 350 que serán los encargados de reconstruir -bajo la dirección de 40 capataces del SUNCA- los Módulos 1 y 2 de la cárcel más poblada del país. Tras ese trabajo, los mismos se incorporarán al Polo Industrial llegando a 870 internos (1 de cada 4 de la población total del establecimiento). Asimismo, el trabajo de los “obreros” del Polo Industrial llega a extramuros con obras como la remodelación de la rambla del Solís Chico en Parque del Plata o la sede de ASFAVIDE en la calle Gral. Flores (ex sucursal Goes del BPS), por citar solo algunas.


el hombre contaba una parte,
el perro ladraba todo...

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