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miércoles, 29 de marzo de 2017

Piquetes eran los de Martín...

Me crié viéndolos arriba de un ring imaginando los colores desde viejas pantallas en blanco y negro. Los matices cromáticos llegarían luego en las figuritas de los álbumes y en el disco que supe recibir de los Reyes Magos aquel 6 de enero de hace una punta de años… Era la troupe de luchadores del “Campeón del Mundo” como lo presentaban al gran Martín Karadagián, quien entre sus artimañas de lucha tenía el “piquete de ojos” como una de sus principales armas a las que contrarrestaba -cuando lo recibía- con la palma de su mano entre sus ojos para impedir que los dedos del contrario llegaran a lastimarle. Luchas que eran “tongo”, una palabra que mi padre me afirmaba y yo no entendía ni creía, asumiendo que aquellas luchas eran reales y verdaderas. Hoy se habla de otros piquetes, aunque tan argentinos como aquel, que lejos de ser una práctica habitual en nuestro país se producen con una alternancia muy menor a la que le atribuyen. Sufrimos las consecuencias de los mismos durante todo el primer gobierno del FA, y significó la pérdida de cientos de puestos de trabajo por obra y gracia de unos pocos que cortaron puentes. Uruguay hace muchos años que no permite los cortes de ruta, los piquetes no son patrimonio oriental ni mucho menos; tampoco una extensión del derecho de huelga. Los piquetes que corten rutas o caminos nacionales no parecen ser la mejor manera de defender una fuente laboral, basta recordar aquellos cortes de puentes...


Sin cortes 

En Uruguay -desde aquellos tristes episodios de los cortes de los puentes binacionales con Argentina- la palabra piquete es una mala palabra. O por lo menos era, hasta ahora en que se alzaron voces en contra de un Decreto presidencial que ordena y compila la normativa existente con el agregado principal de excluir -a texto expreso- las situaciones contempladas por el Art. 57 de la Constitución de la República, que refieren a los reclamos de carácter gremial o en el ejercicio del derecho de huelga.

Es precisamente esa exclusión la que genera dudas -en algunos- que confunden y consideran este tipo de acciones (los cortes de rutas o caminos nacionales) como una de las formas en que se ejercen los derechos gremiales o los reclamos ciudadanos. Y es esa confusión la que abrevan quienes rechazan la medida sin ponderar los derechos que protege la norma. 

Porque de eso se trata, de proteger derechos superiores que nos contemplan a todos en tanto ciudadanos de este país. Aquello de los derechos terminan donde comienzan los del otro es de aplicación plena en este decreto que protege un derecho superior consagrado en la Ley de Circulación Vial que garantiza la libre circulación de las personas por todo el territorio nacional. 

En ninguna parte dice -el compilado en cuestión- que no se permita la manifestación de los trabajadores o vecinos, quienes pueden manifestarse sin necesidad de cortar una ruta, calle o camino nacional. Porque al hacerlo ponen en riesgo otros derechos que se ven afectados por la medida y que también les traen consecuencias en tanto miembros de una colectividad. Un corte o piquete pone en riesgo la circulación de personas, bienes y productos. Pone en riesgo la vida de las personas que pueden verse afectados por la medida (impedir el traslado de una ambulancia, la respuesta de Bomberos ante una emergencia, o la circulación de una producción perecedera, como está ocurriendo hoy).

Entonces, si esas pueden ser las consecuencias, mal podrían no defender esta norma los propios trabajadores ya que están comprendidos en el bien jurídico que protege la misma. 

La central de trabajadores decidió no recurrir el decreto  y esperar cómo se desarrollan los eventos. Una espera que -vaticinamos- transcurrirá sin incidentes ya que se han dado las suficientes garantías para que la actuación policial esté protocolizada y suficientemente acotada. Y además, cuando se trate de reclamos sindicales será el MTSS el que participe y actúe de forma directa.

Los cortes de ruta no forman parte del derecho de huelga, no son una extensión del mismo. Por otra parte, es posible manifestarse y hacer oír los reclamos -de cualquier índole- sin afectar la libre circulación. Uruguay debe mantener ese diferencial que lo distingue claramente en la región. No tenemos cultura de piqueteros, acciones que buscan -algunas veces- otros fines muy diferentes a los que los motivaron originalmente. Basta recordar cortes en los accesos a Montevideo que terminaron en acciones de rapiñas a conductores que fueron sorprendidos por la interrupción de la circulación vial.

Poco a poco todos los actores van a ir entendiendo el verdadero sentido de la medida. A tal punto que los trabajadores que hoy reclaman sus derechos, lo hacen sin cortar la circulación manteniendo intactas sus reivindicaciones.

El corte no ayuda a difundir el mensaje

Si llevamos el tema al punto exacto de la difusión del reclamo, se puede decir que es más efectivo permitir la circulación que realizar el corte. La circulación garantiza que la información fluya, que esa “vidriera” que utilizan los manifestantes mantenga el flujo para que sea mayor el público al que llegue la información. Muchos más destinatarios que los que los verán por los medios de prensa, que son -muchas veces- los que terminan desactivando el corte cuando llegan y hacen sus notas.

Presumo que todo es una cuestión de tiempo, así como se aprendió a aplicar la medida de las ocupaciones (recordemos al principio de su sanción que era la primera medida que se aplicaba, hoy esa situación cambió), también pasará así con este decreto y gran responsabilidad tenemos todos en ayudar a entender el verdadero sentido del mismo. 

Defender la libre circulación no afecta el derecho a manifestarse -sea el reclamo que sea- es una medida que nos protege a futuro pues un corte puede poner en riesgo la vida de una o varias personas, y -también- la producción nacional. 



el hombre mostraba su pancarta,
el perro ladraba al costado de la ruta...

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