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viernes, 17 de junio de 2016

De los tanques rusos a las redes sociales

En tiempos de la guerra fría en el país se produjo una feroz campaña desinformativa que aludía a la llegada de tanques rusos que aplastarían a la población uruguaya así como que se llevarían a nuestros niños, de ganar una fuerza política que nacía a la vida electoral por esos días. Ha pasado mucho tiempo y pareciera que aquellos métodos se mantienen intactos aunque muten las formas o los instrumentos. Ya no son tanques, ni son gente con barba (aunque siguen siendo sospechosos), ahora se ocultan detrás de un teclado, se transmiten por fibra óptica y se viralizan en las pantallas (de los PC's primero y de la TV casi de inmediato). Son las redes sociales las protagonistas de este tiempo que se lleva todo por delante al ritmo de un tweet...

¿Me ayudás con el celular?

La voz de una joven se viraliza por cuanta aplicación permite su transmisión, se la oye angustiada, preocupada, en estado de alerta, a la vez que solidaria y bienintencionada, procurando que no le pase a otro lo que ella escuchó que le pasó a una amiga de una amiga.

Asi es como se va generando la paranoia, el estado de alarma pública que parece no afectar al mundo más allá de las redes pero que una vez que empieza a tejerse el entramado, es imposible frenar y ni siquiera imaginar hasta donde pueden llegar.

Hace un tiempo atrás se hablaba de unos paraguayos que en una camioneta blanca ofrecían dinero a cambio del pelo de las jóvenes, enseguida se los asoció con una banda que raptaban niños y “en una escuela de Las Piedras habían intentado raptarse a un chico”, afirmaban por whatsap los audios. Las fotos en Facebook mostraban a la camioneta en cuestión y la historia parecía verdadera... pero no.

Nadie pudo siquiera comprobar una situación de alarma en la escuela de marras, los responsables de la misma no advirtieron ninguna situación anómala, y para remate de la historia la foto que circulaba no era de nuestro país sino de un país centroamericano y databa de varios años atrás. En verdad, es imposible imaginar quién -en su sano juicio- inventa una historia de esas para generar temor o miedo. Quizás algún investigador que esté midiendo la velocidad de propagación de información, o alguna investigación  de mercado que busca medir la llegada de estas entre la población y el impacto que generan para alguna posible campaña de marketing. La verdad, no lo sé.

La mayoría de los casos denunciados no son otra cosa que hoax*, información falsa con la única finalidad de generar una broma o constituirse en un instrumento de difusión masiva que permita la recolección de direcciones de correo para luego inundar de propaganda nuestras casillas. Es decir, muchas veces las motivan razones de mercado que terminan generando el famoso y odiado spam.

No hace mucho tiempo tampoco y luego de aquella falsa alarma de secuestro de niños surgió la historia de la tristemente célebre “burundanga”, una supuesta droga muy volátil que provoca la pérdida de conciencia casi inmediata dejando indefenso a quien la recibe para ser convertido en mercadería de tráfico (cualquiera sea su tipo). Aquella viral información pudo ser desactivada rápidamente ante la evidencia empírica irrefutable de la inexistencia absoluta de denuncia alguna. Nadie se había hecho víctima de esa modalidad que, sin embargo, daban por cierta en las redes sociales y más de un desprevenido contribuía en su difusión con la intención de evitarle un mal a un semejante.

Y por supuesto que si algo bueno tiene todo esto es esa pata solidaria de advertir para que a otro no le pase algo parecido, pero en esa ingenua intención se esconde la finalidad de su invención que dista mucho de ser inocente o motivada en evitar un daño. La alarma pública, el miedo, la sensación de inseguridad que generan los hechos que se narran llevan a desconfiar de todos y lejos de construir, afectan negativamente a quien lo cree.

Por estos días ocurrió un hecho que generó el efecto contrario al que quiso -sin lugar a dudas- generar una empresa como CUTCSA. Una institución que si algo sabemos es de su compromiso con la sociedad, que va más allá de los intereses comerciales que le guían en tanto empresa de transporte que compite en el mercado. Es -y no necesita comprobación alguna- una empresa que hace gala de su responsabilidad social empresarial de múltiples formas. Siempre hay un coche solidario para dar respuesta y solución a algún reclamo social.

Pero esta vez se equivocaron -nadie está libre- y lo que debió ser un gesto a destacar se convirtió en alarma pública en menos de lo que demora en enviarse un tweet. Una joven denunció ser víctima de una agresión con fines de drogarla, se sintió mal, solicitó ayuda al chofer de una unidad de la línea 180 y este la cobijó y protegió hasta el destino donde la esperaría el novio para llevarla a un centro asistencial. Luego haría la denuncia en la Seccional 3ª de Montevideo, constituyéndose en la primera denuncia formal de un hecho que hasta ese momento solo exístía en forma virtual.

Lo malo fue que la empresa emitió un comunicado narrando el noble y solidario gesto de su empleado, afirmando que los hechos habían sido "corroborados" con la tecnología existente en los buses (leáse: imágenes de las cámaras de a bordo de las unidades). Además difundieron ese mensaje con esa afirmación final sin haber comunicado los hechos a la Policía, razón que llamó poderosamente la atención de las autoridades que aparecián como omisas en la respuesta a un hecho de esa gravedad.

Lo concreto fue que no existían imágenes, debido a problemas técnicos en los equipos de la unidad de transporte donde se habrían producido los hechos. La joven mantuvo su versión, las cámaras de 18 de Julio, así como las de un hotel céntrico, dieron elementos que fueron diluyendo la temperatura inicial del caso. A pesar de la errónea información de un medio que afirmó que la Policía había interrogado a la supuesta persona que intentó “drogarla con un celular”, ya que si bien las personas que supuestamente estaban juntas y se bajaron en la misma parada, ninguna demostró tener contacto alguno entre sí.

Luego de ese mediatizado caso, aparecieron otros más -efecto contagio previsible y esperado por las autoridades- que no pudieron ser más que registrados por sus víctimas como intentos similares a los de aquella chica. El último fue en la ciudad de Colonia y también se viralizó por un audio emitido por una periodista local impulsada por la misma intención de todos pero que -de paso- la tenía a ella como instrumento de propagación. 

No sé si los hechos son reales o forman parte de un estado de alteración social que trasciende fronteras en este mundo absolutamente globalizado. Lo cierto es que generan miedo -a veces, hasta pánico- y pueden dar espacio a la sugestión haciendo que aquello que tanto tememos nos pueda pasar, termine pasándonos irremediablemente.

Por último, la ciencia dio una especie de dictamen absoluto en el testimonio de las médicas toxicólogas que fueron contundentes al afirmar que ninguna droga de las conocidas hasta el presente, puede ser capaz de generar efectos casi instantáneos como los relatados o experimentados por quienes afirman haberlos sufridos ellos mismos o la amiga de un amigo, etc, etc.

Nadie niega que a los chicos en cuestión les hallan intentado mostrar un celular; por ejemplo, en uno de los casos, el denunciado solo quiso mostrarle la foto de un perro pero el chico salió corriendo sin darle tiempo a decirle de qué raza era. 

Esto último me lo contó el amigo de un primo de un vecino amigo de una amiga mía, pero a esta altura, no sé si será verdad...


*Los Hoaxes (broma o engaño) son mensajes con falsas alarmas de virus o de cualquier otro tipo de alerta o de cadena (incluso solidaria o que involucra la salud) o de algún tipo de denuncia distribuida por correo electrónico, cuyo común denominador es pedirle a los usuarios que los distribuya a la mayor cantidad de personas posibles. Su único objetivo es engañar y/o molestar. (Fuente: http://www.seguridadpc.net/hoaxs.htm)


el hombre sacó el celular,
el perro salió disparado como si hubiera olfateado algo raro...

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