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miércoles, 30 de diciembre de 2015

Primero el Frente Amplio

Cuando juega Uruguay me salta la térmica... soy celeste antes que tricolor, mal que pese a muchos fanáticos que ven en ello una forma extraña de sentir el fútbol. Es que llevo el sentido gregario en la sangre y cuanto más gregario, mejor. No me conforman pequeños colectivos, ni pequeñas multitudes, cuanto más convoquen, mejor. No por puro populismo, sino porque las mayorías son el objetivo a conseguir para poder tomar decisiones legítimas que comprometan a todos. Obviamente que las minorías tienen que hacer oír su voz, y estará en aquellas mayorías la sabiduría de tomar las buenas decisiones sin importar de quien vengan y adoptarlas por el pleno derecho de haber sido mayoría para aplicarlas, en beneficio de todos. Por todo esto y mucho más, soy del Frente Amplio antes que de mi sector (MPP), porque así lo fui siempre, porque así lo entiendo hoy. Sin el instrumento FA ningún sector tendría el peso que hoy ostenta siendo gobierno, olvidarse de eso sería nefasto...

Unidad en la diversidad

De aquella “colcha de retazos” denostada por los partidos tradicionales que menospreciaron su concepción a esta fuerza mayoritaria que lleva 11 años de gobierno, muchos fueron los cambios que han llevado a que los partidos fundacionales uruguayos pusieran sus “barbas” en remojo. Mucho antes del consagrado intento del balotage -que dilató la llegada del FA al gobierno en 1999- se podía apreciar el constante crecimiento de una fuerza política que aglutinaba el descontento popular a los gobiernos de turno que siempre tenían un agujero más que ajustar en el cinturón de los que menos tenían.

Vivimos décadas de ajustes fiscales y de fórmulas económicas que prometían el derrame de beneficios hacia las clases más desposeídas que nunca se concretaron. El desenlace fue la crisis del año 2002, pasando por la epidemia de aftosa en medio de un gobierno divertido que nos produjo tristeza a miles y miles de uruguayos.

Hoy el panorama es bien distinto. Las auguradas crisis nunca llegaron a concretarse durante los gobiernos de izquierda y mientras los opositores -otroras oficialistas perennes- adjudicaban al viento de cola la razón de esa ausencia, la economía uruguaya se fortalecía aumentando el poder adquisitivo de los trabajadores y ampliando los mercados donde colocar los productos uruguayos. ¡Y teníamos puentes cerrados con Argentina! Un aislamiento comercial casi completo con uno de nuestros principales clientes que impulsó a la búsqueda de nuevos mercados y que demostró que era posible crecer comercialmente. Nos hicimos más independientes.

Dejamos de ser fondomonetaristas, cerrando la deuda comercial con ese organismo internacional para asumir deuda soberana, logrando canjes de deuda de altísima demanda que colmaban las expectativas de las autoridades económicas. Seguramente me dirán que la deuda externa también creció de manera importante, pero ello debe ir atado al crecimiento del producto bruto interno, esa inmensa torta que ha seguido creciendo a pesar de las crisis en el mundo. Un país que aumentó sus mercados entre 2000 y 2013 Uruguay logró entrar en 46 nuevos mercados y uno de sus productos estrella, la carne vacuna, ya tiene acceso a 30 nuevos destinos, muchos de ellos altamente exigentes en términos de calidad, consolidándose entre los 10 mayores exportadores del mundo junto a Brasil, e incorporando conocimiento al producto a lo largo de las distintas fases de producción”.

Y lo hizo el Frente Amplio, aquella “colcha de retazos” que intentan imitar ahora concertadamente, aunque les falte lo principal: unidad en la diversidad. Ese ingrediente fundamental que supieron alimentar y proteger líderes visionarios que dejaron su huella en una estructura que se consolidó al punto de lograr tres gobiernos consecutivos, con mayorías parlamentarias.

Hoy abundan los titulares de prensa preocupados por los encontronazos de una fuerza política de gobierno que hizo -y hace- de sus diferencias, un potencial extra que siempre logra administrar sin riesgo de ruptura. Ese cisma, que añoran desde hace ya 11 años, es parte de una estrategia preocupada más en lo que pasa en el FA que en lo que debería proponer una fuerza política que aspire a ser gobierno. Y ese es el punto principal: no tienen una propuesta alternativa. La única propuesta sigue siendo frenteamplista.

¿Hemos cometido errores? Claro que sí! Sólo quien no hace nada está libre de cometerlos. Aún cuando ello ocurre, seguimos siendo una fuerza popular que escucha y atiende los reclamos de quien le otorgó el voto. Una fuerza que tiene marcha atrás, que no se jacta “de haber ganado todas las huelgas” o “hacer como que les paga mientras hacen que trabajan”. Somos un gobierno que escucha, que toma decisiones, que se equivoca y rectifica, que gobierna para esas mayorías que menos tienen para que emprendan un camino de progresivo crecimiento y desarrollo para el bien común de nuestro país. Un país que necesita de todos y cada uno de sus ciudadanos, que los necesita capacitados, incluidos y convencidos de un objetivo común que nos comprenda a todos.

“Fuimos, somos y seremos una fuerza constructora, obreros de la construcción de la patria del futuro que soñamos".

Fuimos, somos y seremos... frenteamplistas.




el hombre desenrolló la bandera de Otorgués,
el perro intuía que salía caravana...

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