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miércoles, 17 de septiembre de 2014

Propuesta indecente


“En el año 2004, 2005, la inversión en seguridad era de 180 millones de dólares, hoy es más de 700 entonces ¿cuál es el problema? El problema es el que está a cargo de la seguridad. ¿Y cuál es la primera medida que propone Tabaré Vázquez en su programa de gobierno? Dejar a Bonomi. ¿Y cuál es nuestra primera medida? Sacar a Bonomi, ¡eso vamos a hacer! ¿Es tan difícil? No se da cuenta. ¡Hay que sacar a Bonomi! ¡Vamos a votar para sacar a Bonomi del Ministerio del Interior, vamos a hacerlo!” -

Dr. Pedro Bordaberry anunciando sus “medidas” de seguridad.
Fuente: teledoce.com

Jugando para la tribuna

Las encuestas lo aterrizan cada vez más y el líder colorado apela al desespero como recurso para intentar devolver credibilidad a sus huestes. Más aún cuando le surgió -inesperadamente- un competidor que le arrebató el espacio conservador y el papel de renovación de una derecha que lo tenía como único competidor... hasta ahora.

Entonces tiene que salirse del libreto, y fiel a un estilo unipersonal que lo ha caracterizado, se descuelga con ataques hacia quien menos los esperaba, como forma de buscar torcer lo que marcan las encuestas. Lacalle Pou acusó el golpe y cometió el imperdonable acto de negociar paz por votos, a pesar de salir a decir públicamente lo contrario. “A confesión de parte relevo de prueba”, máxima del Derecho que atribuye el mayor valor probatorio a la confesión, al reconocimiento de un acto por parte de su autor. Eso hizo el propio Bordaberry aunque luego gustó decir que fue un “malentendido”. Hoy es imposible instalar un desmentido cuando existen pruebas documentales determinantes de lo que un día hizo o dejó de hacer una persona pública. Los medios de comunicación hacen parte de esa prueba irrefutable.

Así entonces, pasados unos días de aquel yerro cometido, es tiempo de buscar retomar el rumbo y enfocarse en los rivales del gobierno. Más aún cuando comienzan a darse señales elocuentes del “despertar del mamado”, siguiendo la metáfora de Topolansky.

Entonces hay que salir a pegarle al Ministro del Interior, y para ello no hay que ahorrarse nada. A riesgo de caer en el ridículo argumental de presentar como una propuesta “echar un Ministro”. Poco académica y encima, de una ignorancia superior. Porque si acaso se piensa que sacando a Bonomi basta para deshacer la obra de una cartera signada por el abandono y la desidia de más de tres décadas, tienen un problema mayor de comprensión de la gestión y, mucho más, de la forma de hacer política.

Bonomi nunca estuvo solo

No se trata de personas sino de equipos. No se trata de Bonomi exclusivamente, se trata de un grupo de personas que le acompañan en la gestión y que han timoneado la mayor reforma que registra la historia de la cartera. Equipos que integran civiles y policías, esos que hacen parte de los cambios, esos que esperaron mucho tiempo por los cambios.

Vomitar comparaciones de presupuestos que no son comparables, es un acto de suma ignorancia. Y no solo por las cifras (año 2000 - 181 millones de dólares, 2005 - 241 millones, y 2012 - 766 millones, por citar solo tres años como ejemplo), sino de sus ejecuciones. Mientras la cartera tenía ejecuciones presupuestales del 48%, la administración Bonomi ejecuta el 97% promedio anual. Histórico por donde se lo mire, pero no termina allí el análisis.

Esos presupuestos deben compararse con su ejecución en obras. Debe compararse con gestión y resultados, que van más allá de estadísticas de delitos exclusivamente. Porque son también resultados la respuesta policial, la prevención, la capacitación policial, la eficacia en los servicios, la atención ciudadana en la emergencia, los recursos con que dotamos a la fuerza encargada de brindarnos seguridad. Solo así es viable una comparación razonable.

Hagámosle caso por un instante al candidato colorado, echemos a Bonomi. Pero asumiendo que:

  • los Policías seguirán cobrando un salario sumergido;
  • la jornada laboral de un Policía continuará siendo de 16 horas;
  • la población seguirá contando con servicios de seguridad deprimidos ofrecidos por  funcionarios mal pagos que hacen del servicio extraordinario (222) su principal función en desmedro de la seguridad de todos los uruguayos;
  • la respuesta policial seguirá siendo mala y no tendrá la rapidez ni la eficacia de hoy (6 a 7 minutos promedio de respuesta);
  • la delincuencia tendrá un poder de fuego superior al de la Policía;
  • también accederá libremente a las comunicaciones policiales, estando un paso adelante siempre a la magra e ineficiente reacción policial;
  • Radio Patrulla seguirá estando centralizada en el Prado;
  • CAYMA seguirá arreglando autos particulares con chapas policiales;
  • una moto seguirá consumiendo igual cantidad de combustible que un patrullero;
  • los Policías seguirán sin contar con un seguro de vida;
  • seguirán estando mal vestidos y mal equipados;
  • la Ciudad Vieja seguirá teniendo sus vergonzosas estadísticas de delito; también el Centro, Cordón, La Unión, y todos los barrios donde se podrían haber instalado servicios de videovigilancia;
  • no tendremos documento electrónico;
  • la violencia doméstica seguirá cobrando vidas, y por supuesto, no existirán las tobilleras electrónicas para evitarlo;
  • no tendremos drones para vigilancia desde el aire;
  • los ciudadanos seguirán haciendo sus denuncias en las comisarías;
  • en las comisarías seguirán recibiendo las denuncias en cuadernos;
  • los patrulleros no tendrán tablets, ni identificadores de huellas dactilares (MorphoRapID); ni cámaras GoPro para filmar procedimientos; ni cámaras para reconocimiento de matrículas;
  • las cárceles seguirán estando hacinadas;
  • seguirán existiendo “las latas” del penal de Libertad;
  • no existirá el Polo Industrial de Santiago Vázquez;
  • la palabra rehabilitación seguirá siendo una palabra sin contenido en el sistema penitenciario;
  • los Operadores Penitenciarios seguirán siendo una creación del año 1986 sin ejecutarse;
  • las cárceles seguirán siendo “universidades del delito”;
  • los motines seguirán siendo moneda corriente en el sistema penitenciario;

En fin, todo eso y mucho más que queda en el tintero hubiera sido posible con la propuesta de Pedro Bordaberry. Pero como ello no ocurrió, hoy podemos afirmar el cumplimiento de absolutamente todo lo contrario a lo expuesto en los párrafos que anteceden. Hoy es posible constatar una gestión que habla por sí misma, a pesar del discurso fácil de negar los cambios apelando a una realidad que nos permea como parte de una de las regiones más violentas del mundo.

Propuestas como estas son de una indecencia implícita por cuanto ponen en duda la obra de un ministro que habla por sí sola, y no necesita de estadísticas para solventarse, pues se sabe que los procesos de cambio necesitan tiempo para obtener resultados. Así fue en el New York de Giuliani, si lo aceptan para aquel, debieran aceptarlo para Uruguay también.

Tribunear es parte de la vieja escuela de una política que creíamos de otros tiempos, pero que -lamentablemente- casos como el de la extorsión denunciada los últimos días (protagonizada por los líderes blanco y colorado), confirman que sigue siendo de aplicación por algunos. Los mismos que ante la falta de propuestas serias apelan al grito destemplado y arengan a echar ministros como si con ello bastara para ocultar la falta de ideas.



el hombre pedía la expulsión,
el perro le meaba el estrado...

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