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jueves, 24 de julio de 2014

Sin novedad: la seguridad en tiempos electorales.


La campaña electoral arrancó con todo, y esta vez no fue la llegada del último ciclista sino el fin de un campeonato mundial (que nos dejó a medias pero conformes), lo que dilató el comienzo. Los partidos políticos empezaron a transitar por estos 100 días (a esta altura algo menos) que resta para el último domingo de octubre. Primer round de un cotejo que podrá llegar a tener uno más... o no. Y la seguridad no podía faltar como tema, algo que ya se sabía desde que comenzó este período de gobierno. Lo extraño es tanta parafernalia para anunciar una batería de medidas algunas de las cuales ya están aplicándose. Es una táctica vieja y repetida salir a hacer anuncios sobre temas que son realidad para pretender atribuirse luego los méritos. Saben bien que los resultados llegarán porque se hizo lo que había que hacer; lo que estaba diagnosticado dos décadas atrás, pero jamás ejecutaron; lo que se acordó y cumplió.
En definitiva, no hay ninguna novedad...

Reivindicando acuerdos

Era tiempo que asumieran la co-autoría, aunque hubiera sido preferible que lo hubieran hecho antes. Presentar un conjunto de medidas de seguridad -muchas de las cuales- fueron acordadas en un documento de consenso firmado por todos los partidos con representación parlamentaria a poco de iniciado este gobierno, parece un contrasentido. No ya por el carácter de las medidas consensuadas, sino porque hacerlo ahora y como si fuera una iniciativa propia, parece un hecho demasiado burdo.

Se reconoce -al fin- los aciertos en la gestión por cuanto se esgrimen algunas medidas que en puridad son el reflejo puro y simple de los puntos acordados en aquel documento y que la administración Bonomi ejecutó. Y que lo hizo con un nivel de cumplimiento que no registra antecedentes en la cartera por cuanto hubieron intentos similares anteriores, todos naufragados.

Algunos ejemplos son insólitos, como la expresión de hacer uso del instrumento de participación público privado para la construcción de una cárcel. ¿Es en serio? ¿Dónde estaban cuando se hizo el llamado a interesados, la licitación, la adjudicación y la presentación del nuevo proyecto que empezará a construirse el año próximo? Tanta desinformación asusta.

Hablar de duplicar la inversión en tecnología está bien, ahora la duda está planteada por los antecedentes (ya que gustan de hablar de antecedentes), pues siendo gobierno, las pocas inversiones que hicieron fueron un fracaso. Como las recordadas “latas”, clausuradas por Bonomi.

Duplicar la presencia policial en las calles y el patrullaje trabajando por cuadrículas, es lo más parecido a lo que hoy hace la Policía de Montevideo con sus Unidades de Respuesta. Gracias por reconocer cuando algo se hace bien.

Reinstalar las comisiones barriales de seguridad trabajando juntos Policía y vecinos, es algo que también está muy bien, pero que ya se hace. Y no desde el 2010 sino desde el primer gobierno del FA y que fuera incrementado en esta gestión con las Mesas Locales para la Convivencia y la Seguridad Ciudadana. Gracias de nuevo, por el reconocimiento.
La videovigilancia vino para quedarse. No necesitamos decirles quien hizo las primeras inversiones -continuadas y potenciadas luego en la administración de Mujica- con redes de videovigilancia por saturación que ya son una realidad. Realidad que también se acompaña con resultados visibles y disfrutables como en Ciudad Vieja, con una baja ostensible de los delitos a la mitad. Experiencias que se multiplican por La Unión, Paso Molino, La Teja y en ciudades del interior del país donde ya están en proceso de instalación circuitos de videovigilancia.

La aprobación de un nuevo Código del Proceso Penal donde la figura del Fiscal asume protagonismo, ya es una realidad en el proyecto presentado en el Parlamento que espera su inminente sanción.

La recuperación de los espacios públicos es otra de las no-novedades. Al ejemplo manifiesto de la Plaza Líber Seregni, ampliamente expuesto por Bonomi como forma de apropiación ciudadana de un espacio público, le sigue el Plan Siete Zonas en marcha y con claros logros que son una realidad (Plaza Casavalle).

Las cárceles fuera de la órbita del Ministerio del Interior no es otra cosa que el proceso que viene desarrollando la cartera y que fuera acordado en aquel documento de consenso. Reivindicarlo como algo novedoso y genuino es desconocer lo que se firmó y desconocer el trabajo de las otras fuerzas políticas que participaron.

El protagonismo que se dió a las víctimas de la delincuencia en esta administración llevó a la cartera a liderar el proceso de sanción de la ley de reparación a las mismas, hoy vigente, que no se agotó en esa medida sino que se profundizó con la activa participación del colectivo ASFAVIDE en la Comisión Honoraria del Patronato Nacional de Encarcelados y Liberados así como su invalorable servicio brindado a los privados de libertad (charlas en la Unidad N° 6 Punta Rieles).

Trabajar en base a mapas del delito... Sherman, Lawrence Sherman... ¿les suena? Lo trajo Bonomi y hoy la Policía trabaja en base a mapas de delito. Otra vez, gracias.


La historia se repite

Repasar la exposición de motivos de la Ley de Seguridad Ciudadana, votada en 1995, basta para entender que no era un problema de diagnósticos sino de gestión. Repasemos lo que se expresaba en el mensaje del Poder Ejecutivo sobre la realidad imperante en aquella época:

La seguridad pública como bien común.

...El tema de la seguridad pública constituye en el Uruguay de hoy y tal como ocurre en otros países, uno de los problemas más graves que se les plantea a las sociedades y Gobiernos. Empero, circunscribir a estos últimos esa responsabilidad, prescindiendo de los demás factores de la vida social e ignorando las causas profundas, económicas y culturales que pueden estar en ese problema, llevaría a que se desviara el camino recto que conduce a encontrar las adecuadas soluciones. El aumento de la marginalización, a pesar de la mejora en general de los niveles de vida, el avance de un consumismo insatisfecho que se agrega a las acuciantes dificultades que en lo económico viven vastos sectores de la sociedad, se ha traducido en graves tensiones, en incremento de la violencia y de los tipos delictivos unidos a ella. Este fenómeno ha provocado una creciente alarma y simultáneamente un reclamo de drásticas medidas represivas, no siempre sustentado en un análisis global y ponderado sino como producto de circunstancias coyunturales.

El actual Gobierno, se propone dar una respuesta urgente y convincente a las demandas colectivas de seguridad, pero sin apartarse de los principios que la más sabia doctrina en el plano jurídico y sociológico han dictado, con el apoyo en el marco del estado de derecho...”

Esto fue dicho en el año 1995, hace casi veinte años atrás, cuando todavía era remota la posibilidad de la llegada de la izquierda al gobierno. Sin embargo, tiene una actualidad que denota -claramente- que pasaron dos gobiernos de partidos tradicionales (1995/2000 y 2000/2005), sin hacerse nada para cambiar lo que ya se diagnosticaba entonces. Si así procedieron cuando fueron gobierno, ¿quién puede asegurar que cumplirán ahora? Pero claro, si proponen cosas que ya están en curso o cumplidas, los resultados se darán casi de inmediato. Seguramente en esos 100 días que se imponen de plazo.

Otra de las tantas falsedades es el concepto de la inseguridad uruguaya como una “sensación térmica”, atribuida al gobierno del FA. Sin embargo, la misma ley que hacemos referencia fue la que plasmó en su exposición de motivos la definición de dicho concepto:

“Dentro de este panorama ha ido tomando cuerpo en la opinión pública la idea de que la Policía no es eficiente en la prestación de sus servicios; y con ello aparecería el Estado como incumpliendo deberes primarios a su cargo. Con lo cual si a ello se suma la alarma que deriva de la difusión de los hechos delictivos a través de los medios de comunicación, se concluye que se está gestando en la Sociedad uruguaya un síndrome similar al que ya se ha apoderado de la mayoría de los países donde la marginalidad social afecta a un porcentaje importante de la población.”

Clarito, ¿no?... ese síndrome del que se hablaba en el año 1995 es el que hoy atribuyen a la ex ministra Tourné, y sin embargo la autoría corresponde al Poder Ejecutivo de la época que lo incluyó en el mensaje que acompañó al proyecto que terminó siendo la Ley de Seguridad Ciudadana N° 16.707.

La novedad no son las medidas difundidas, la novedad no es el diagnóstico, la novedad no es el tono alarmante de todos los días.

La novedad es que no hay novedad en los anuncios salvo reconocer que lo acordado se cumplió. Aunque lo quieran hacer aparecer como algo propio y novedoso.





el hombre buscaba una novedad,
el perro también...

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