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miércoles, 14 de mayo de 2014

(In)Seguridad en un sólo clic

Fue noticia hace pocos días y en las redes se multiplicó rápidamente. Es una aplicación disponible para web y para celulares, se llama CityCop, una herramienta presentada como solución que puede ser todo lo contrario y un poco más...

Nada sustituye a la denuncia


Los uruguayos estamos siendo afectos a los récords y últimamente sumamos uno que lejos de enorgullecernos nos avergüenza, y es la percepción subjetiva de inseguridad que nos tiene al tope de la lista. Sensación que no se corresponde con los datos objetivos que aportan las estadísticas que se elaboran en base a denuncias ciertas, oficiales e inmodificables a pesar de lo que muchos detractores opinan. Desde siempre se dijo que para poder cambiar la realidad primero hay que conocerla y para ello es ineludible contar con la “notitia criminis”. (Nombre genérico bajo el cual, tradicionalmente, se han reunido los distintos medios por los cuales podía iniciarse la actividad de la justicia penal, mediante la promoción del proceso. Así, ya sea por la denuncia, ya por la querella, o por la prevención policial o de oficio, se lleva ante la jurisdicción una noticia sobre la comisión de un delito, que opera como "información institucional", sujeta a recaudos específicos impuesto por la ley procesal, capaz de producir efectos jurídicos previamente previstos por la ley. Supera a la mera información. Fuente: www.significadolegal.com – diccionario jurídico).

Sin esa información oficial, cualquier intento podrá tener muy buenas intenciones pero genera más ruido que otra cosa y será poco efectivo en tanto las fuerzas encargadas de la seguridad pública no le darán cobertura precisamente por no ser un medio formal de denuncia.

Imaginemos el caso desde otra perspectiva, y que se inunde la aplicación con datos falsos y una zona pase a ser de alta ocurrencia de eventos de apariencia delictiva. Puede ser que se trate de una maniobra para desviar la atención de las fuerzas del orden (si estas le dieran el valor que pretende la aplicación y la gente que sanamente la utiliza), para -de ese modo- liberar una zona para cometer algún delito. Otro caso podría ser el prestarse para la especulación inmobiliaria, donde al inundar de eventos un barrio se persiga lograr el desinterés comercial por esa zona y las fincas allí radicadas bajen su valor por dicha razón.

En fin, como puede leerse, pueden ser otras las razones que lleven a eludir la denuncia formal y apelar a modalidades como estas para desnaturalizar lo que formalmente aporta la información veraz y precisa, que es la denuncia.

Precisamente en tiempos que la denuncia se hace más accesible para la población (denuncia en línea a través de la web -anónima o personal-; a través de las tablets que portan las unidades móviles o los propios agentes; o la reestructura de los espacios de atención al público en las seccionales de barrio a partir del programa MIcomisaría), la aparición de aplicaciones como estas generan confusión. Mas aún cuando se mencionan reuniones con autoridades del Ministerio del Interior -que no generaron otro compromiso que el de estudiar la aplicación- pero que la población confunde como una aprobación y toma la aplicación como algo formalmente reconocido y aprobado por la cartera.

Cada vez con mayor frecuencia, son las redes sociales las protagonistas de los eventos, viralizando los mismos en una escalada de información que no siempre es real. Aplicaciones como CityCop son intentos ya probados por otros protagonistas políticos que intentan sustituir los caminos formales de denuncia sin pensar que con ello abonan más aún el camino de la inseguridad. Porque -repito- nada sustituye la denuncia formal, y menos una aplicación que no está formalmente reconocida como forma de radicar la noticia de un evento de seguridad pública.

Es cierto que todas estas herramientas tienen una base de buenas intenciones, pero esa intencionalidad debe acompañarse de responsabilidad al momento de lanzarse públicamente porque lejos de hacer bien minan la confianza en los medios formales y terminan generando daños que cuesta mucho revertir.

Twitter es hoy un instrumento que bien utilizado sirve y mucho pero también no podemos ser tan inocentes como para no entender que una noticia falsa lanzada en la red del pajarito puede derivar en daños irreparables o desvío de recursos. Todavía recordamos la trascendencia que tuvo la desaparición de una joven que inundó las redes sociales, colmó la atención de las fuerzas policiales (había una denuncia formal en ese caso), pero la trascendencia que tomó en las redes llevó a pensar en un secuestro -que finalmente no fue- pero el reclamo público de esas mismas redes era muy fuerte reclamando acciones de la Policía. Fuerza de un reclamo que no se correspondió luego cuando se develó la razón de la desaparición voluntaria de la chica.

Cuentas como @chorrosuy, pueden servir de indicio, pero no más que eso. De hecho, muchas veces se toman las advertencias que allí se narran, pero con la mesura que corresponde, ya que -reitero- no constituyen un medio idóneo de denuncia.

La inseguridad está instalada en el Uruguay a sólo un clic de distancia. Una especie de gatillo fácil virtual que dispara algo tanto o más peligroso que una bala: el miedo y la sospecha.

Hacer buen uso de esos instrumentos será parte de la responsabilidad de cada uno, a sabiendas que el crimen no descansa y siempre está un paso... o mejor dicho, un clic adelante.



 
al hombre se le apagó el celular,
y el perro ladró su denuncia...

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