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miércoles, 30 de abril de 2014

Los cucos bisiestos


Aparecen cada cuatro años y no son el “29 de febrero”, son los cucos que proponen aquellos que se mantienen anclados en el tiempo y atornillados (cada vez con menos tornillos) en los sillones de sus parcelas de poder. Aparecen para despertar viejos y nuevos “cucos”, en un intento por desviar la atención y sembrar miedo en una población que ya no se asusta fácilmente. Estos nuevos cucos tienen cara de talibán o de niño sirio, suman varias cifras de inflación, o  nacieron hace 12,13,15 o 16 años...

Y pensar que uno se crió asustado por un viejo que cargaba una bolsa!


Un parto cada cuatro años

Cuando era bien pequeñito, era el viejo de la bolsa el que se llevaba todo el crédito y el que realmente me preocupaba. Luego, ya en la escuela primaria, fueron los tanques rusos que invadirían el país para llevarse a niños uruguayos como yo a Siberia. La cortina de hierro era -para la imaginación de un niño de apenas seis años- una especie de tela metálica que crujiría ensordecedoramente cuando se cerrara, marcando la separación definitiva de mis padres; una especie de reja maciza e impenetrable que se me dibujaba en discursos tremendistas.

Mucho más acá en el tiempo, fueron las “hordas descontroladas que estaban llegando a 18 de julio saqueando comercios”. Aquel día lo recuerdo bien desde las oficinas céntricas de IMPO -que bajó sus cortinas ante la amenaza, jamás concretada, y liberó a sus funcionarios para retirarse antes del “inminente peligro”-. Eran épocas de crisis, ese sí, un cuco que metió miedo y desazón entre la gente, pero del que ninguno supo advertir a tiempo a los trabajadores, verdaderas víctimas de aquel desastre.

Un “divertido” Presidente Batlle, atribuía a un “tal gordo Lanata”, (un cuco argentino), la razón de las corridas en los bancos uruguayos, mientras seguíamos poniendo la plata de todos nosotros para salvar los depósitos de los especuladores que la sacaron antes. Como aquel familiar del entonces Ministro de Economía, Isaac Alfie, o del propio Senador Atchugarry -luego Ministro de Economía- que pudieron salvar a tiempo sus ahorros, con mucha mejor suerte que el común de los uruguayos. Tan a tiempo como aquel funcionario del Banco República procesado y destituido por violar el secreto bancario y advertir aquella maniobra de infidencia (publicado en Brecha por Samuel Blixen, por si alguno no recuerda el caso). Ver nota a Samuel Blixen  de CX36

Eran tiempos de otros cucos, a los que alentaban viejos dirigentes para “despertar” a somnolientos uruguayos que empezaban a decirles basta a los partidos tradicionales encaramados en el poder. Los mismos que colgaron aquel pasacalle frente a la sede del partido colorado el día después del triunfo electoral de Tabaré Vázquez,  que decía: "Que en paz descanse", firmando: “Brigada Despertadores” (lo vi yo mismo, nadie me lo contó).

Hoy alimentan el cuco de la inseguridad como si la vacuna para enfrentarlo fuera el miedo. Nada más equivocado que elegir eso como estrategia para recolectar votantes. En cambio, el Gobierno de Mujica impulsa la participación y como muestra de ello, una estrategia que tiene a la vida y la convivencia como ejes centrales. Sembrar ciudadanía en lugar de miedo. Y los resultados comienzan a darle la razón como en los primeros 6 meses de intervención del Plan 7 Zonas.

Tiempo corto para que signifique una tendencia, pero son 6 meses en que la población del lugar empezó a sentir un cambio y empieza a tener al Estado como protagonista de los mismos... no sobre ellos ni a partir de ellos, sino junto con ellos.

Ahora se suman los cucos de Guantánamo, personas secuestradas en territorio extranjero a los que no pudieron demostrarles causa alguna en todos estos años. Gente que no puede retornar a su país de origen ya sea por razones políticas o porque simplemente cortaron sus vínculos tras padecer tantos años de prisión injusta. Si de responsabilidad se habla, es un acto de asumir la cuota parte que nos corresponde en tanto exigimos -junto al resto del concierto internacional- el cierre de ese espacio de violación de los derechos humanos. Hacernos cargo es parte del reclamo, de lo contrario es hipocresía pura y doble discurso barato.

Hoy se pretende inculcar -con la complicidad mediática que le dan al tema- la idea de la peligrosidad de los refugiados de Guantánamo que vendrían al país. A tal punto llega esa sicosis colectiva que se hacen simulacros de ataque terrorista en colegios judíos del país, instalando el miedo en una colectividad receptiva por demás al mismo. Seguramente hay muchos que se benefician de ese miedo (empresas de servicios de seguridad, tecnológicas, etc), pero hay mucha gente involucrada que solo padece las consecuencias de ese miedo, y no está bueno.

Ahora también estos cucos bisiestos tienen cara de niños sirios, y no faltó quien salió a pedir que antes se atienda a los niños uruguayos. Seguramente sean los mismos que promueven atender a los menores (uruguayos) con el mismo régimen de responsabilidad penal que a los adultos pero que poco o nada hacen hoy por mejorar sus vidas en el día a día.

En fin, cada cuatro años salen a relucir los “cucos bisiestos”, esta vez con la virulencia propia de querer llegar al poder en un país diferente al que destruyeron durante décadas. Hoy la torta es atractiva y no están dispuestos a cederla así nomás.

Será cuestión de no permitirles que nos sigan metiendo cucos o -por lo menos- derrotarlos con el espanta cucos de las urnas de forma clara y contundente.


el hombre gritó “buuuuú”,
el perro lo miró sin entender nada...










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