Traductor

viernes, 11 de enero de 2013

Verano caliente


Molinos de viento

En algún lugar de enero del año pasado, un ingenioso integrante de la Comisión Permanente del Parlamento Nacional, de cuyo nombre no quiero acordarme, tuvo a bien decir que iba a convocar a Sala al ministro del Interior, don Eduardo Bonomi...


El motivo de dicho llamado surgía de la cantidad de homicidios que se habían cometido, y se seguían cometiendo, en nuestro país. Habían rebasado la cantidad de años anteriores y revistaba inusitada gravedad. Estábamos, según los dichos del ingenioso y honorable legislador, ante hechos gravísimos, ante una alarma nacional, que había que atender de forma especial, pues sacudía la tranquilidad de la nación y alarmaba a la mayor parte de los medios de prensa.

El llamado se concretó en febrero y concurrieron, aproximadamente, quince legisladores, entre diputados y senadores. Quizá, tal vez, veinte legisladores. Los ciento diez o ciento quince restantes no consideraron que la alarma era tal o siguieron tranquilamente en el receso. No les pareció oportuno interrumpirlo para pelear contra los molinos de viento estivales que, quienes querían un cuarto de hora mediático, encontraban en el camino.

Molinos de viento no parecieron ser, porque en el correr de los tres o cuatro meses restantes la corriente homicida siguió su cauce. Pero, pese a todo, sólo quince o veinte legisladores cruzaron lanzas y espadas en el hemiciclo parlamentario, con el ministro y entre los representantes de las distintas facciones, (caballeros y escuderos incluidos).

Dícese en las comarcas cercanas al campo de batalla que, los que no participaron en ella, argumentan que la representación de todo el Parlamento Nacional se encontraba -entera- en los quince o veinte legisladores  presentes en tan poco gloriosa instancia.

Y buena razón les asiste. Nuestros legisladores prefieren tratar todos juntos, antes del 15 de diciembre, los temas en los que se concentran los destinos de la nación, para descansar, luego, hasta el 15 de febrero.  Porque, una de dos: o el calor impide el normal funcionamiento de las discusiones parlamentarias, o ese lapso puede ser aprovechado para otros menesteres menos patrióticos, pero necesarios al fin y al cabo.

En definitiva, toda la nación razona de igual manera: la industria, la construcción, algunas formas de comercio, las oficinas públicas y privadas…

Sin embargo, todas las actividades no… las vinculadas al turismo no. Esas incrementan su trabajo. En la capital y en los distintos puntos turísticos del país; en las playas, en los campings, en los hoteles, en los boliches. No faltaba más, alguien tiene que atender a los industriales, empresarios, comerciantes, trabajadores, legisladores (diputados y senadores), ministros, subsecretarios, funcionarios públicos y privados, profesores y profesoras, maestras y maestros, alumnos y alumnas obviamente, que están haciendo uso de su licencia y de su merecido derecho al descanso anual.

En los ministerios ocurre lo mismo. Igual que los legisladores, los funcionarios de los ministerios se toman la licencia entre enero y febrero. Pero la condición es que, en la "manchega -y oriental- llanura", todo siga su camino. Los molinos estén donde deban estar y los encantadores no cambien de lugar y, si no están o cambian de lugar, otros, los que corresponda, ocupen su función.

De lo que se trata es que el equipo siga funcionando. Al ministro del Interior, titular, igual que a cualquier ministro, se le puede pedir información cuando está en funciones, si está de licencia, el que está en funciones –igual que en cualquier ministerio- es el subsecretario. Es el que tiene la información, el que sabe lo que está pasando, el que puede informar. Si se llama a Comisión al titular, aun cuando no está ejerciendo su función, otros intereses habrán, más que el de asistir a la verdad de los hechos. Estos no importan, puesto que no se llama al que tiene conocimiento de ellos, sino que se llama a quien puede hacer más ruido, estival y mediático.

Habrá aparecido algún encantador que trastocó los hechos o, puede ser también, que el que llama a Sala a través de los medios, pero sin usar el mecanismo que corresponde: la citación por intermedio de la secretaría de los ministros, podrá seguir haciendo gala de su interés patriótico en develar la verdad, hará conocer su "qué barbaridad" correspondiente y mantendrá a la gente tan alejada de los hechos como antes que empezara a hablar.

Luego, pasarán los días, se conocerán los hechos, el cuarto de hora habrá terminado, (podrá escribir otro libro, el quinto, en los tiempos de legislatura) y la gente podrá juzgar y medir el tamaño de los molinos, la velocidad del viento o el interés en trascender la mediocridad de un verano agitado.



El hombre seguía tranquilo,
a lo lejos se oían ladridos.
No se sabe si es porque cabalgaban
 o porque se quejaban otros perros

1 comentario:

  1. Verdaderamente, Sr. tiene toda la razon, poca verguenza se tiene al pedrle a un Ministro con licencia reglamentaria, concurrir igual pero nada les pide a sus colegas, que le paso a este pseudo parlamentario, pago cuentas pendientes por eso no convoco a TODOS como deberia ?. Igual digo, si el FA en dos periodos con absoluta mayoria parlamentaria NADA hizo para cambiar esta corrupcion legalizada por ley, dejando pasar una oportunidad historica, entonces Sr. a no quejarse. TODOS cuando llegan al monumento al marmol les gusta el sistema y es obvio que ni lo van a cambiar. Vaya Sr. Gil y preguntele a uno de los parlamentarios mas honrados que tuvo el pais, el Dr. Alem GARCIA, que le paso cuando intento sacar una ley en la cual sus colegas tendrian que tener 20 dias de licencia anual y 9 horas de trabajo 5 dias a la semana, luego de ese periodo NUNCA mas integro una lista ni para Edil, huelga decir que la ley ni se leyo, entonces nada de quejas si se tuvo el poder de cambiar pero no la voluntad, porque de etica ni hablemos, no creo que en el parlamento se use mucha esa palabra.

    ResponderEliminar