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martes, 1 de junio de 2010

Un Presidente, un Maestro y un sueño mundial

31 de mayo de 2010
Complejo Uruguay Celeste
Ruta 101 -  Km 27.500

La noche había entrado hacía buen rato y el frío se hacía sentir. Por la ruta ennegrecida por la falta de luna, se escondía la entrada al “búnker” celeste haciendo difícil el arribo. Un coche esperaba al costado del camino para servir de guía hasta el rincón donde reposan celosamente 23 voluntades con un sueño mundial.

En la puerta misma del recinto -confortablemente acondicionado por una enorme estufa a leña- la inmensa y gallarda figura del Capitán Lugano nos recibe con un cálido saludo que marca la impronta de la que será una gala de lujo para unos pocos privilegiados. Esta noche el Presidente viene a dejar su saludo al combinado celeste previo a la partida mundialista.

Los invitados van llegando por tandas: el Ministro del Interior, Eduardo Bonomi junto a su esposa la Diputada Susana Pereyra y el Senador Eleuterio Fernández Huidobro, se adelantan al propio Presidente Mujica quien arriba minutos más tarde junto a su esposa, la Senadora Lucía Topolansky. Con ellos se cerraba el selecto núcleo de asistentes que se completaría luego con el arribo del resto del plantel que, poco a poco, se suman al convite.

Una divertida mesa de truco tiene al “Pistola” Marsicano en pareja con Edinson Cavani, enfrentados a “Nacho” González y Mauricio Victorino. Luego golpearía mesa el Ministro Bonomi para hacer dupla con el “Pistola” y seguir la contienda entre risas y retrucos. Mientras tanto, las brasas ardían fulgurantes en una inmensa y nutrida parrilla, a la que ya se habían arrimado Scotti, el Loco Abreu y Juan Castillo, para empezar la picada de chorizos.

El Presidente se arrimó también al fuego y junto al Maestro Tabárez, dieron rienda al distendido intercambio, lejos de todo protocolo. Una situación que los uruguayos empezamos a tomar con naturalidad y que habla de una forma de ser que reconquistamos los orientales en pleno siglo XXI.

La jornada continuaría sin desperdicio. Al final de la cena, una improvisada rueda de jugadores circunvaló a Pepe, y entre anécdotas y risas deslizó su principal mensaje a los muchachos: “vayan sin presiones, no asuman esto como una cuestión de vida o muerte; si les va mal, mala suerte; disfruten de la vida, de su juventud y del honor de estar representando al país. Pero si les va mal, no pasa nada...”

La Fuga y la Liga Penitenciaria

Como buen Capitán, Lugano llevó la voz cantante de la rueda e invitó al Presidente a relatar esas historias que un buen día serán leyenda pero que hoy  tienen a sus protagonistas para  contarlas. Así pasaron las vicisitudes de la fuga del penal de Punta Carretas, la cual fue contada por un dueto de lujo conformado por dos de sus principales protagonistas, mientras Lucía asentía y cooperaba con algún detalle accesorio. Una fuga que se frustró antes de tiempo, por un temporal que destruyó un túnel que los compañeros estaban construyendo desde afuera del Penal –a la altura de Trouville- y que desparramó por las arenas de Playa Ramírez, los planos y demás elementos que estaban en el túnel destruido por la tormenta. No faltó el paseante mañanero que alertó a las autoridades del hallazgo de esos materiales echando por tierra aquella acción de fuga. Luego vendría la verdadera, la que se denominó “el abuso”, y de la que ahora escuchaban pormenores de los directos protagonistas.

El silencio era absoluto, el grado de atención, máximo; el Maestro Tabárez envidiaba seguramente tanta expectativa acumulada. Atención que quizá nunca podría conseguir en planteo táctico o charla técnica alguna. Sin embargo, estaba complacido por la presencia y la oportunidad de escuchar esos relatos. Jamás hubiera imaginado contar con tamaña sobredosis de adrenalina y motivación para sus muchachos; y menos con la naturalidad con que la misma fue dosificada.

Al relato de los históricos tupamaros se sumaron las anécdotas de Pistola Marsicano quien contó sus peripecias para conseguir los fondos “a último momento” que posibilitaran que su querido Progreso pudiera disputar los campeonatos. Una de ellas involucra al Cr. José Pedro Damiani, a quien Marsicano había recurrido para obtener los fondos imprescindibles para ponerse al día. Ante la presencia de un celoso empleado que le cerraba el paso a la entrevista con el Contador, casi al punto de mandarse sin permiso a su oficina, sale aquel y lo invita a pasar, aprovechando para dirigir una mirada triunfante a quien le cerraba el paso. La entrevista dio resultado y un jugador de La Teja vestiría la casaca mirasol. El Pistola consiguió el objetivo y cuando se retiraba con el cheque, el Contador que lo llama de apuro. “¡Ni loco le devolvía el cheque!” – disparó Marsicano, provocando la risa a todos. Pero el Contador tenía otro mensaje: “por lo menos decime si es negro, blanco o rubio y de ojos celestes!” 

Las risas se hacían oír, y las endorfinas que tal acción producía seguramente hubieran dado positivo en más de un control antidoping.

La frutilla de la noche la aportaría el Ñato Huidobro con su relato de la Liga Penitenciaria. En ocasión de su estadía obligada en el Penal de Punta Carretas, comenta que la organización deportiva de los internos era de tal magnitud que contaba con ternas arbitrales profesionales y el apoyo de jugadores de renombre que militaban en las instituciones profesionales de la AUF, que muchas veces se entreveraban en los partidos en el Penal. A tal punto de organización se llegaba que existía una verdadera Liga Penitenciaria con equipos conformados por los internos, los que disputaban partidos de alta competitividad en los que se pitaba falta “a primera sangre”, según relata. Los participantes entraban a la cancha con los “cortes carcelarios” en las canilleras, lo que ya adelantaba el carácter de cada encuentro.

En una oportunidad, ante el fallo arbitral adverso, un jugador saca un corte y le infunde una puñalada al juez, con tal fortuna para este que el corte se dobla y no infringe mayor daño al mismo. El resultado fue la “expulsión inmediata del ofensor, por puñalada al árbitro” y el partido continuó sin mayores sobresaltos.

La noche avanzaba inexorable, y el Maestro escuchaba la insistencia de Lugano pidiendo media hora más con el Presidente. Los muchachos lentamente fueron despidiéndose de los invitados y seguramente que esa noche más de uno demoraría en conciliar el sueño.

Fue impresionante ver la humildad de Forlán; la fascinación de Cavani; la admiración de Lugano; la concentración de todos y la paz que transmite el Maestro Tabárez, características que se hicieron sentir en una noche para el recuerdo.

Una noche en la que un Presidente, un Maestro y 23 voluntades, soñarían con un mundial. 

Y nosotros... también.



el hombre hacía firmar la camiseta,
el perro esperaba algún huesito...

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