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martes, 8 de agosto de 2023

Pollitos en fuga

Fuente imagen: Cinema Ivis
Mientras el Rey del Sur continúa prófugo de las autoridades bolivianas y de INTERPOL (que emitió una alerta roja para su captura), los incidentes vinculados al mismo protagonista se acumulan y dejan en incomodísima posición al gobierno de Luis Lacalle Pou. Esta vez toca conocer de una fuga no muy promocionada -aunque fue informada en su momento- que adquiere singular relevancia ahora por ser un miembro del clan familiar Marset. Sin la trascendencia que adquirieran otras fugas, la gestión de las autoridades actuales del Ministerio del Interior sigue dejando muchos flancos al descubierto que lo llevan a justificar un cúmulo de eventos comprometedores. Así como resulta inverosímil la expedición de un pasaporte a un narco pesado y peligroso, también resulta increíble que un condenado por homicidio se albergara en una cárcel de mínima seguridad y contara con autorizaciones tales como la de salir del recinto penitenciario sin custodia, para sacar la basura. Son muchas, demasiadas, las situaciones que se van sumando y tienen en común a Sebastián Marset, el Rey del Sur.

Una más y van…

En las últimas horas, el portal digital del matutino La Diaria daba cuenta de una fuga ocurrida en abril del año 2021 singularmente significativa por tratarse de alguien vinculado al Clan Marset. En efecto, según el medio, Sebastián Alberto Rossi, cuñado del narcotraficante uruguayo, se halla prófugo desde abril  de 2021, fecha en la que fugó de la cárcel de Juan Soler, ubicada en el departamento de San José

Una cárcel de mínima seguridad, que no solo albergó a un homicida sino que -sin autorización judicial que lo permitiera- salía del perímetro penitenciario sin custodia. En una de esas salidas (a tirar la basura), una moto de alta cilindrada que le estaba esperando facilitó su fuga, situación que aún permanece incambiada, sin novedad alguna de su paradero.

Una fuga que estuvo no solo bien planificada sino que se ajusta perfectamente con la partida de su esposa, la hermana de Marset, (el día anterior a la misma),  con destino a Brasil.

Hoy se pueden hacer muchas conjeturas que comprometen bastante la gestión de las actuales autoridades que en poco tiempo deberán comparecer ante la Fiscalía para responder sobre la entrega de un pasaporte al narcotraficante más buscado del continente y con el que obtuvo la libertad de una cárcel de Dubai. Una oportunidad en la que la Fiscalía seguramente sume estas nuevas piezas al puzle criminal que rodea a Sebastián Marset.

Armando el puzle

Es realmente escandaloso asistir a esta especie de reconstrucción del intrincado proceso de omisiones y/o acciones que le han dado vía libre a toda la familia Marset. Situaciones que se van acumulando y de las que tendrán que responder las autoridades de una cartera que no se hace cargo de nada pero es la gran responsable de todo lo que está ocurriendo en torno a este caso.

No podemos olvidar que todo nació con la expedición de un pasaporte de manera más que rápida, que le permitió eludir la prisión a quien estaba privado de su libertad por haber ingresado con documentación falsa. Alguien que, además, estaba siendo investigado por Paraguay en lo que dio en llamarse Operación “A Ultranza Py”.

Pero este entramado criminal es mucho más amplio y pareciera que se fue construyendo mucho antes de lo que nos imaginamos. Hoy, la perspectiva del tiempo nos permite unir eventos que combinan en perfecta sintonía, lo que lleva a pensar que no se dieron por casualidad.

O hay una tremenda ingenuidad de las autoridades o se trata de una superior y muy bien pensada estrategia que ha ido ofreciendo oportunidades para que los acontecimientos se dieran en favor de un crimen más que bien organizado.

La falta de una percepción compartida de la amenaza –como repetía el extinto Julio Guarteche- nos lleva a concluir que estamos lejos de poder comprender siquiera cómo enfrentar correctamente a las organizaciones criminales que están, siempre, varios pasos adelante.

La flexibilización de los controles de lavado de activos ya sea por falta de recursos o por decisiones equivocadas, permite que el delito mayor fluya con facilidad y Uruguay se haya consolidado hoy como ruta de salida de la droga que se produce en la región. 

Lamentablemente hay personajes que se repiten. Uno de ellos es el propio Heber quien siendo ministro de Transporte y Obras Públicas no solo regaló el Puerto de Montevideo por 12 períodos de gobierno de manera inexplicable sino que eliminó controles como el Sistema Integral de Control de Transporte de Carga (Sictrac), permitiendo que los camiones circulen sin controles por las rutas nacionales. Esos flancos abiertos por este gobierno son rápidamente aprovechados por el crimen organizado, que se beneficia de aquella falta de percepción compartida de la que hablaba Guarteche.

Son muchas decisiones equivocadas, demasiadas, que no se disimulan con discursos baratos. 

El tiempo permite la reconstrucción de una serie de eventos que aislados no dicen nada pero que vistos en perspectiva combinan a la perfección, y desembocan de forma inevitable en aquel “narco uruguayo muy peligroso y pesado” que advertía Maciel.

Con todos esos episodios y otros tantos que no se mencionan, es dable que se tienda un manto de sospecha que nada bien le hace a nuestra sociedad. No nos merecemos este tipo de episodios, y las autoridades debieran ser las primeras y las más interesadas en esclarecerlos. De lo contrario, tenemos el legítimo derecho a sospechar y eso no nos hace bien, tampoco.

Como decía el personaje del recordado Eduardo D’Angelo en el Hombre de las mil voces, “¿usted, no desconfiaría?”…

el hombre sacó la basura,
el perro ladró un escape libre…


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