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miércoles, 26 de abril de 2023

Plaza Roslik: cuando la convivencia brilla por su ausencia

Fuente imagen: Municipio B
La historia, no por repetida, deja de tener importancia por el crecimiento de la violencia en un espacio público, que se arrastra desde que terminó la pandemia. Problemas que hacen a la pacífica convivencia que se pretende no solo por los vecinos del lugar, sino por quienes acuden a un espacio público como es una plaza. Y no cualquier plaza, sino la que lleva el nombre del último muerto por la dictadura. Un lugar público donde esa convivencia (que necesita mucho más que un nombre para que se haga efectiva), brilla por su incapacidad y ausencia. Salvo que hayan cámaras de televisión, su director -Santiago González- no aparece en escena, tal como se lo declaró de forma contundente, (en vivo y para todo el país), el joven dirigente gremial del IAVA, Gerónimo Sena. Si bien no se espera que haya un súper héroe, los vecinos del lugar están hartos de esperar y reclaman -con total justicia- una solución. Se sabe que cuando no se la atiende a tiempo, la violencia lejos de menguar crece y las consecuencias, pueden ser irreparables… 

Relajo y pico

Los vecinos de la intersección de las calles Frugoni y Yaro están cansados de las promesas pero mucho más de las ausencias. Llevan 2 años soportando un incremento de la violencia que ha llegado a límites que comprometen la vida misma de referentes del lugar que han sido amenazados.

Reclaman la presencia de las autoridades del Ministerio del Interior, y -particularmente- la del Director de Convivencia, Santiago González, quien no acusa recibo ni aparece para dar respuesta a los vecinos.

Precisamente él, que se ha encargado de declarar falacias como la prohibición a los comisarios de concurrir a dialogar con los vecinos en las gestiones frenteamplistas (absolutamente FALSO), parece confirmar -por la vía de los hechos de su propia conducta- que ahora sí existiría una prohibición del ministro Heber para que no acuda a resolver los problemas de los vecinos de la Plaza Roslik. Si no, no se entiende su actitud.

¿Será por la dimensión del extinto Vladimir Roslik, y todo lo que representa no solo para la izquierda uruguaya sino para la causa de los detenidos desaparecidos habiendo sido la última víctima de la pasada dictadura? Queremos pensar que no, pero si no es ideológica la razón que lo impulsa a ignorar estos pedidos de auxilio tenemos que concluir que es su absoluta incapacidad para resolverlo.

Los vecinos están hartos de esperar y buscan una solución al problema y lo hacen alertando por posibles consecuencias que podrían ser irreparables si no se atienden.

Lo contrario a la inseguridad, la convivencia

En la pasada administración -mal que le pese a los multicolores que hoy gobiernan- se invitó a reconocidas figuras internacionales que aplicaron acciones que resultaron efectivas para resolver problemas de seguridad a partir de mejorar la convivencia. Uno de ellos fue Jorge Melguizo, ex secretario de cultura de Medellín (considerada por mucho tiempo una de las ciudades más violentas del continente). En una de sus varias visitas nos definió claramente la fórmula para encuadrar el tema y -desde ese punto de partida- trazar caminos posibles y viables para emprender. 

De arranque una definición conceptual: lo contrario a la seguridad no es la inseguridad sino la convivencia. Y con esa simple definición plantó el tema y el objetivo de toda política pública que intente ser efectiva. Había que fomentar la convivencia como instrumento para mejorar la seguridad pública. Para hacerlo no solo hacían falta recursos (que siempre son necesarios), sino actitud para llevar adelante cualquier intento.

Y uno de los ejemplos que refirió fueron los espacios públicos, aquellos lugares reservados para el disfrute colectivo. Espacios donde los vecinos se convocan y relacionan; lugares que había que poblar de ciudadanía para que no colonizaran, en ellos, la delincuencia. 

Pues bien, tal parece ser que está ocurriendo lo contrario en la Plaza Roslik, donde a los jóvenes que se auto-convocan, se le suman otros protagonistas que ven allí una oportunidad para sus negocios ilegales. Y ahí es donde tiene que aparecer la figura pública para encaminar y proteger a nuestros jóvenes que -ante la ausencia del Estado- quedan indefensos.

Algo parecido a lo que pasaba en el fútbol, principalmente en las cabeceras de nuestro Estadio Centenario, donde se convocaban las principales hinchadas de los equipos más populares del balompié nacional. Allí operaban verdaderas bocas de drogas a las que se les puso fin con las cámaras de reconocimiento facial y la implementación de las entradas nominadas con cédula de identidad.

Algo que podría intentarse en el lugar para brindar alguna alternativa a los vecinos que pagan impuestos y merecen -al igual que los jóvenes- tener un lugar para disfrutar entre todos y en un marco de respeto por el prójimo. Algo que hoy no ocurre ni mucho menos 

Luz, cámara y… Santiago!

Mientras tanto, siguen esperando por el Director de Convivencia, y -como dijo Gerónimo- salvo que vayan las cámaras de televisión, el mismo no aparece. Tampoco es que sea imprescindible su presencia pero sí lo es una solución de forma urgente para un problema que está adquiriendo ribetes peligrosos para quienes habitan el barrio.

Las denuncias acumulan ya más de 2 años y así lo han denunciado por redes sociales: 

"Los vecinos de #PlazaRoslik HACE MÁS DE 2 AÑOS DENUNCIAMOS TODAS LAS NOCHES DE 23 A 8Hs. Aglomeraciones, ruidos molestos, agresiones a vecinos, viviendas, etc. ES UN PROBLEMA DE CONVIVENCIA y @santiagon1974 NO APARECE" - denuncia en la red social twitter Sergio Antonoff, vecino del lugar.

Siendo uno de los más mediáticos de este gobierno, disputándole el protagonismo al propio Ministro del Interior, resulta llamativo -y peligroso- que ignore el pedido de auxilio que realizan recurrentemente los vecinos, ante el aumento descontrolado de la violencia hacia ellos.

Las amenazas son un aviso que encienden luces de alarma que deben ser atendidas con la responsabilidad que merece el tema. 

No solo porque es su misión, sino porque el sentido común indica que más vale prevenir que lamentar.

Mientras tanto, la convivencia brilla por su ausencia…


el hombre reclamó fuerte,
el perro ladraba pidiendo cámara…


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