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domingo, 19 de febrero de 2023

Un año sin el "Bicho"

"Bicho" Bonomi y Américo Signorelli
La vida nos parece eterna cuando somos niños y la muerte es solo un accidente que sufren nuestros abuelos o vecinos más viejos. Con el tiempo la inocencia de la niñez va cediendo espacios tomados por la realidad que nos empieza a marcar una cancha finita, con límites bien definidos en los que aquella inmortalidad empieza a perder pie. Durante ese mismo tiempo nos vamos dando cuenta que vivir es una carrera con obstáculos que corremos sin saber muy bien dónde está la meta. La vida es un suspiro, un grano de arena en el desierto, una micro gota en el mar de la eternidad. Pero aún así es tan hermosa que vale la pena haber sido parte del milagro de vivir. Uno valora mucho más la vida cuando empieza a perder referencias que siempre tuvo a su lado. Perder a un padre o a una madre, un hermano, un amigo, son mojones inevitables que nos toca sortear hasta que un día somos el mojón mismo. Porque uno se cree eterno pero la vida se encarga de darnos ese baño de realidad de manera contundente y sin pedirnos permiso. De todos modos vivir no es solamente respirar sino dejar huella de nuestro paso por el mundo. Y vaya si podemos decir que estamos rodeados de quienes han dejado signos de su paso terrenal… Uno de ellos fue el "Bicho" Bonomi y a un año de su partida, vaya un repaso de un tiempo junto al mejor Ministro del Interior que recordará la historia...

Aquel señor de la tele

Lo conocí en la gestión del Ministerio del Interior, nunca antes había tenido ocasión de verlo en persona siquiera. Las circunstancias me llevaron a ser parte de un equipo de trabajo donde el titular era nada menos que el "Bicho" Bonomi. Tenía la referencia de su gestión  por el Ministerio de Trabajo, donde pude calibrar su impresionante labor con los Consejos de Salarios a través de la recopilación de los acuerdos que hacia el IMPO, lugar donde me desempeñaba.

Se puso al hombro la convocatoria de los grupos sin esperar a tener toda la infraestructura administrativa que se necesitaba y apelando al esfuerzo conjunto de funcionarios y profesionales que le acompañaron entonces, pusieron manos a la obra en pos del objetivo. Allí mismo afloró toda su experiencia para construir equipos junto a la tremenda capacidad de diálogo con las organizaciones sociales y gremiales que fueron parte de aquella gesta.

Con esa referencia, ser parte de su equipo más cercano era todo un desafío que nos obligaba a estar a la altura. 

Aquel 2 de marzo de 2010, lo escuché en su discurso de asunción del cargo en la plaza de maniobras de la Escuela de Policía, y lo que me quedó repicando fueron unas de sus últimas frases cuando tras enumerar algunas de las reivindicaciones que prometió a la fuerza policial remató diciendo que no sería gratis, sino que todo lo anunciado "se hará a partir de un profundo compromiso de los policías con la seguridad de la ciudadanía. Y que esto sea así es el principal compromiso que asumimos hoy". (Ver discurso asunción 2010)

Un discurso en el que, entre sus principales anuncios,  se comprometió con la fuerza policial en derogar el arresto a rigor. Una  práctica basada en la disciplina por temor a las sanciones. En su lugar, la disciplina por convicción sería, de aquí en más, el camino a seguir. 

Ese fue - ni más ni menos- que el anuncio de un cambio radical en la organización verticalista de la Policía, donde se disponía la eliminación de una vieja práctica de los mandos policiales, reclamada por los funcionarios. Toda una señal que mostraría el carácter humanista de su gestión, a la que se sumaría la dignificación salarial y la eliminación progresiva de los servicios extraordinarios (Art. 222), entre otras medidas. Medidas que cumplió y que  comprueban el verdadero  respaldo a la Policía que tanto le criticaron. Muchos se olvidarían de lo que recibieron durante su gestión, pero la historia es una sola y está documentada.

Aquel discurso fue una hoja de ruta que respetó en casi la totalidad de los puntos allí expuestos, muchos de los cuales fueron tomados del acuerdo multipartidario de seguridad celebrado en las semanas previas a la asunción del nuevo gobierno del presidente Mujica.

Una década juntos

Aquel señor de barba blanca y gesto adusto, me resultaba inalcanzable incluso cuando iniciamos la gestión compartiendo el mismo piso en la Secretaría de Estado. Un temor reverencial se imponía para quien era un perfecto desconocido, y solo el tiempo y el trabajo compartido pudo disiparlo hasta hacerlo desaparecer por completo.

Tras la figura seria y dura que transmitía, se escondía un hombre sensible y generoso. Un genial componedor de equipos, un dialoguista nato y conciliador de posiciones encontradas que lo hacían diferente. Un ser entrañable, un gran compañero, un amigo.

Fueron 10 años a su lado, acompañando su gestión. Una gestión que estuvo siempre en disputa frente a una oposición cerrada y dura que no le dio respiro. Una década con altos y bajos desde el principio mismo, con el desgraciado incendio de la cárcel de Rocha  a pocos meses de asumir. Motines en cárceles destruidas que había que reconstruir, problemas en el fútbol que desviaban la atención de otros problemas de inseguridad, la violencia en aumento, los problemas de convivencia en el seno mismo de las familias (violencia de género), no daban ni un segundo de paz. Sin embargo, en medio de tantos problemas tuvo la virtud de crear un programa como Pelota al Medio a la Esperanza, apostando al cambio cultural necesario para cambiar una sociedad con los más jóvenes.

El Bicho tenía "el cuero duro", los años en la cárcel lo habían preparado para soportar lo imposible, y solo su tremenda capacidad de resistencia le permitió superar tanta crítica y tanta ingratitud.

El tiempo, irá poniendo todo en su lugar. Él no lo pudo ver pero nos dejó a nosotros la tarea de reivindicarlo, y en eso estamos. Hoy usan sus argumentos sin pudor ni vergüenza alguna. Lo que tanto le criticaban antes, hoy son sus explicaciones para justificar el estado de situación que no pudieron cambiar. Hoy sufren las consecuencias de su pésima gestión con casos de corrupción policial, que llevaron al extremo de remover la cúpula completa de la Dirección de la Policía Nacional. Hoy, están en duda las cifras oficiales de delitos con denuncias penales por maquillaje de cifras y manipulación de datos. 

Bonomi fue el responsable de la dignificación policial, fue quien les mejoró los sueldos, le rebajó la jornada laboral y les devolvió la vida familiar que no tenían con jornadas de 16 horas mal pagas. Fue quien le mejoró el equipamiento, la vestimenta, los profesionalizó; fue quien terminó con el hacinamiento carcelario (hoy devuelto a niveles críticos). Fue duro en el combate a la corrupción policial contando con un aliado en la figura de su primer policía, Julio Guarteche, dirigiendo a la Policía Nacional. Fue quien continuó un proceso iniciado en la gestión colorada con el Insp. Rivero, y que se profundizó con la reestructura organizativa y mejora tecnológica de la Policía; proceso que se cortó con esta administración, y cuyos resultados dan cuenta de un nivel de improvisación exasperante.

Midieron su gestión con números de delitos, y se felicitan por tener mejores cifras, pero destruyeron la credibilidad de las mismas precarizando el registro, desechando el uso de las tablets para tomar denuncias; eliminando a los becarios de las comisarías para contratar retirados policiales; y maquillando cifras. Hoy nadie les cree...

Por todo esto y mucho más que habría para decir, a Bonomi lo va a reivindicar la historia… 


el hombre hizo silencio,
el perro dejó caer otra lágrima…


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