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lunes, 10 de octubre de 2022

Infierno en la Torre (Ejecutiva)

Fuente imagen: Wikipedia
En los últimos tiempos al gobierno se le instala un nuevo problema cada día; verdaderos entuertos que no podrá resolver en solitario, si en verdad aspira -como esperamos- a buscar una solución a los mismos. Más aún cuando el tema en ciernes es la corrupción que se instaló -¿sin aviso?-  en plena sede del Poder Ejecutivo, con un mandatario que prefirió gobernar en solitario y que necesita urgentemente (por él, por su gobierno y por el país mismo), despejar la pésima imagen que viene dando el Uruguay por estos días. Desde la escabrosa expedición de un pasaporte a un narco que estaba preso en Dubai hasta el episodio de su jefe de seguridad que había instalado una organización criminal en el 4º piso de la Torre Ejecutiva, no hay espacio posible para otra opción que una inmediata respuesta que devuelva la transparencia perdida y recupere la imagen internacional del país, profundamente devaluada por estos hechos. Es imperioso controlar el infierno en la Torre Ejecutiva…

¿Venció el contrato con la Agencia?

A estar por los gruesos errores comunicacionales en que ha incurrido el Presidente de la República, donde la improvisación parece ser la constante de sus últimas salidas, todo indica que el acuerdo con sus asesores en comunicación se terminó o, al menos, dejó de atender sus sugerencias. De otro modo resulta inexplicable la catarata de gruesas equivocaciones en que ha caído últimamente. A pesar del intento por demostrar como una fortaleza su frontalidad para encarar el problema, finalmente -y por mérito exclusivamente suyo- el exceso de personalismo le jugó en contra a partir de respuestas inconsistentes que no pudo sostener, debiendo rectificarse en menos de 24 horas.

Si el episodio Marset le había abierto un flanco importante, el caso Astesiano le hizo un tremendo hueco en la línea de flotación, hundiendo su imagen y afectando su credibilidad, bastante devaluada, por cierto. Un aspecto que dejó malherido a quien suma demasiados “errores” e incumplimientos de campaña que dejaron de parecer casuales y terminan mostrando un esquema de corrupción instalado en su entorno más cercano.

Su credibilidad está puesta en duda y por más que afirme que no miente, la confianza presidencial está cotizando a la baja en la percepción de los uruguayos que tienen un alto porcentaje de menciones negativas sobre el primer mandatario según revelan las encuestas de opinión más recientes.

Su rápida salida en conferencia de prensa para responder por el caso de su jefe de custodia le mostró abrumado e improvisado, al punto de deslizar respuestas que fueron luego desmentidas por él mismo. Tal el caso de la revisión de los antecedentes a todo el equipo de custodias respondido con un NO tan endeble, que terminaron “trasladados” a los pocos días.

No pasa un día sin que explote una nueva noticia relacionada con el caso cual si fueran  piezas de un rompecabezas que encajan perfectamente ante el cúmulo de suposiciones que se tejen sobre los protagonistas. Un esquema que tiene nada menos que a la Torre Ejecutiva como centro de una actividad criminal que contamina a todo el entorno presidencial, sin excepciones.

Hasta el Secretario de la Presidencia -Álvaro Delgado- tiene puntos que explicar en tanto autorizó la entrada, en plena emergencia sanitaria, a integrantes de ese grupo criminal, de nacionalidad rusa, a la postre cómplices de su jefe, Astesiano, hoy preso. Un hecho que no puede explicarse meramente como una "firma administrativa" por la simple razón que en momentos que el país atravesaba una emergencia sanitaria de escala mundial, no entraba nadie sin estar autorizado y, en una situación de esa naturaleza, si no él, un asesor debió chequear en profundidad a quién se autorizaba el ingreso. Entenderlo como un simple acto administrativo lejos de justificar la firma habla de un nivel de improvisación tal que asusta, al tiempo que demuestra –una vez más- que nunca estuvieron preparados para ser gobierno.

Pero si hay algo que supera todo límite es la capacidad de asombro, en tanto siguen surgiendo datos o hechos nuevos relativos al esquema de corrupción montado. Casos que se pensaban desconectados, empiezan a tener un hilo que los liga indefectiblemente, confirmando que el grupo criminal encabezado por el jefe de la custodia presidencial, tenía un nivel de organización importante y que -una vez logrado el gobierno- utilizó su privilegiada posición para darle impulso y desarrollarlo con total impunidad.

Según se conoció por estos días, las maniobras con pasaportes que realizaba el grupo liderado por Astesiano, llegan a conectarse con el narco uruguayo Sebastián Marset, y la particular emisión de su pasaporte. También nos enteramos que el narco estuvo en nuestro país a pesar de estar con una requisitoria internacional de color rojo emitida por INTERPOL, que ingresó con pasaporte falso, que habría reorganizado a su grupo criminal y se habría llevado a su ex esposa y a su hijo, sin que ninguna autoridad lo advirtiera.

Como si eso no fuera suficiente, también nos enteramos que el jefe de la custodia presidencial habría facilitado la documentación falsa de otro famoso narco: Rocco Morabito. 

Un personaje que fungía con su grupo criminal en plena Torre Ejecutiva, ante las narices mismas de la Presidencia de la República, afectando -aunque el Presidente y su entorno digan lo contario- la imagen internacional del país. 

A todo esto, es un secreto a voces que la Embajada de EEUU está tras la pista de los pasaportes uruguayos emitidos a rusos nacionalizados mediante esa maniobra de falsificación montada. Un punto que pone al gobierno en la mira de la potencia del norte, y muy especialmente de la DEA que agrega otro ítem preocupante a la lista de incidentes que han ido minando la confianza de dicho organismo internacional para con las autoridades encargadas de la seguridad uruguaya.

Hoy tenemos que agradecer al gobierno el deterioro de la confianza en los documentos de viaje uruguayos, un largo y trabajoso trayecto que nos permitió llegar a la consolidación de los documentos electrónicos de viaje (pasaporte y cédula electrónicos), y sumarnos al grupo de países que comparten estándares comunes siguiendo las recomendaciones de la OACI*. Un recorrido que hoy está afectado de credibilidad y que pone en la mira a los uruguayos ante el mundo.

Las repercusiones del caso todavía no se pueden dimensionar en su totalidad, pues la investigación recién comenzó y tiene ribetes impensados en razón de la vulnerabilidad manifiesta que demostró tener nada menos que la institución presidencial y su entorno. A pesar de los burdos intentos mediáticos que se generaron el fin de semana (juicio político a la Intendenta de Montevideo; titular de El País desempolvando casos de archivo que no tienen otro punto de comparación que hablar de pasaportes), la realidad indica que el caso Marset/Astesiano no solo tiene vasos comunicantes sino derivaciones que pueden ser todavía peores a las ya conocidas.

Mientras tanto, la inseguridad sigue al alza y otro fin de semana sangriento tuvo lugar con 6 homicidios en poco más de 24 horas (17 en los primeros 10 días de octubre). La pobreza aumentó en contradicción con los datos macroeconómicos que muestran al país en crecimiento, sin que el encargado de la OPP se lo pueda explicar (¿?). La educación se encamina a trancarse nuevamente con un paro indeterminado ante la obsecuencia de no querer aceptar dialogar con los docentes sobre una reforma que pretenden imponer sin oír la voz de los que todos los días hacen parte principal de la misma.

Si para muestra basta un botón, para definir el clima de un gobierno a mitad de su mandato, solo basta con mirar para Plaza Independencia y observar el infierno en la Torre Ejecutiva...


* - Organización de Aviación Civil Internacional, es un organismo especializado de las Naciones Unidas, creada en 1944 para promover el desarrollo seguro y ordenado de la aviación civil internacional en todo el mundo.


el hombre subió al ascensor,
el perro ladraba evitando el 4º piso…




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