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miércoles, 11 de mayo de 2022

No es un caso aislado…

Las declaraciones del Ministro del Interior no son casuales, mucho menos contradictorias con su forma de pensar y de actuar. Si algo no se le puede negar es su (in)coherencia argumental por más que estemos en las antípodas de su pensamiento. Al hecho de que “había algo más” tras el asesinato por linchamiento de Lezica, al de “no era una familia que progresó por sí sola”, para ¿justificar? el asesinato de un joven matrimonio frente a sus hijos, representan el verdadero pensamiento de quien dirige (¿?) las políticas de seguridad en el país. Semejantes dislates dialécticos hablan muy mal de un dirigente que acumula varias décadas de experiencia y que pareciera ser que entró en una decadencia que lo aleja cada vez más de la investidura que debiera ejercer. Sus dichos reflejan una ausencia de valores por demás preocupante, al menos para (queremos creer), la inmensa mayoría de los uruguayos. Que sea nada más ni nada menos que el propio Ministro del Interior quien justifique la justicia por mano propia habla muy mal de una institucionalidad que lo tiene liderando la seguridad del país. Es hora que el Presidente de la República, el mismo que llamó a responsabilidad por los mismos hechos antes y con argumentos que hoy aplica su Ministro del Interior, tome cartas en el asunto y devuelva la racionalidad perdida por el titular de la cartera. Si la cabeza piensa y actúa así, ¿qué podemos esperar del resto de la estructura? Lo más triste y preocupante es que no es un caso aislado…

Yo tengo un plan

¿Quién no recuerda la parodia que los “Tinelli’s Boys “ hacían del entonces candidato a la gobernación de la Provincia de Buenos Aires, Francisco De Narváez, donde se repetía hasta el hartazgo su icónica frase de “yo tengo un plan”? Episodio al que nos hizo recordar no ya por la cercanía del magnate venezolano a este gobierno sino por la ocurrente respuesta que diera el ministro Heber ante la ola de homicidios que asola el país, con idéntica referencia. 

“Tenemos un plan” dijo en rueda de prensa sin dar más detalles, y esa frase se multiplicó por las redes haciendo que el tema mantenga la vigencia que merece en tiempos donde la agenda mediática ha mermado sus espacios para la crónica roja… hasta ahora. Porque la realidad manda y la opinión pública –esa que todavía guarda algo de memoria- les recuerda lo que decían antes y lo que justifican ahora, demostrando su grado de incoherencia… o de hipocresía.

Lo más triste y preocupante de todo esto es que – como expresó muy bien Linng Cardozo- en una columna (que invito a leer), lo que no se ve no existe para muchos que se forman una (miope) opinión. Esa porción de información que nos falta ver para concluir sobre su existencia, es –en gran medida- responsabilidad de los medios que la difunde u ocultan según convenga o disponga quien arma la agenda. Así como la difusión hasta el exceso del asesinato del planchero de La Pasiva en el año 2012 fue una morbosa manera de depreciar la gestión de la seguridad pública entonces, la desigual difusión de casos similares hoy nos lleva a preguntarnos si no existe –de alguna manera- una manipulación mediática. 

Porque pensar que no existe hablaría de una especie de aprendizaje o madurez en la forma de presentar la crónica roja, algo que no se puede aceptar pacíficamente si en contrapartida no hay una clara política pública que responda al mismo fenómeno de manera responsable y consensuada por todo el espectro político y social sin excepciones. Como eso no se da, es dable pensar que lo que sí existe es una deliberada intención de ocultamiento para generar una sensación de seguridad inexistente. 

Y vaya si hablaron antes de sensación térmica!!

Volviendo a los dichos del Ministro, su reiterada arenga sobre trágicos casos que soportó nuestra sociedad por estos días, habla de una manera de pensar que ya no es casual sino plenamente confirmatoria. El ministro Heber cree en la justicia por mano propia como un método válido para dirimir conflictos, así justificó un linchamiento en Lezica –a pesar de la Justicia que ya formalizó a dos de los asesinos-; también justifica el asesinato de un joven matrimonio frente a sus tres hijos a manos de un comando sicario, porque –según él- esa familia “no progresó por sí sola”, abundando luego en que había una conexión con el narcotráfico. Algo que aún si fuera cierto, no justifica el resultado ni mucho menos.

Desgraciadas declaraciones de quien ya viene dando acabadas muestras de una decadencia preocupante (a la que se deben sumar sus decisiones en la anterior cartera del MTOP con la suspensión del SICTRAC y la entrega del Puerto de Montevideo), con las irreparables consecuencias que generan sus (in)decisiones.

No son casos aislados, triste y preocupantemente son casos que se reiteran en un Uruguay que ha perdido dos años y pico gestionando la seguridad con decisiones equivocadas. Dos años y pico donde contaron con una pandemia que les dio aire y tiempo suficiente como para planificar una política pública que no se ve; se dedicaron a ventilar datos estadísticos como propios y hoy les estalla la guerra de bandas en los barrios sin que puedan frenarla. 

Todos esperamos –de una buena vez- que abandonen la soberbia, reconozcan que no era tan fácil y acepten construir una política pública que nos involucre a todos. 

Al fin de cuentas, vivimos en el mismo país y nadie quiere que esto siga creciendo de forma descontrolada.



el hombre tenía un plan,
el perro arrancó para un local de Ta Ta…


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