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jueves, 27 de febrero de 2020

La Policía y el fútbol

Fuente imagen: brecha.com.uy

Con la asunción del nuevo gobierno llegarán nuevas (?) medidas al fútbol uruguayo, un espacio que si algo tuvo fueron resultados a partir de las que desde siempre exigió la Policía pero que nunca antes habían sido atendidas. En tiempos donde la violencia fue erradicada de los escenarios deportivos (donde eran moneda corriente), se propone que la Policía “vuelva” a las canchas un lugar del que nunca se fue sino que sustituyó su presencia física por nuevas  tecnologías que resultaron altamente efectivas junto a otras que dispuso el Presidente Vázquez. La vuelta de los efectivos a los campos de juego responde a asignarle  responsabilidad a la Policía, sustrayéndola a sus verdaderos dueños: el organizador. En suma, todo parece indicar que lo que en realidad buscan es a quien echarle la culpa, como era antes...

Nuevo Director de Deportes

El ex Presidente de la AUF – Dr. Sebastián Bauzá – asumirá la responsabilidad de dirigir la Secretaría Nacional de Deportes con la firme y manifiesta intención de “ampliar la lista negra” de los impedidos a acudir a un evento deportivo, que los policías pasen a tener responsabilidad “adentro y afuera” de los estadios y que se bajen los costos de los espectáculos “sin bajar la seguridad de la gente que va a los partidos” (El Observador, 31/1/2020).

Todas buenas intenciones que contradicen la realidad de los hechos por cuanto los eventos de violencia en el fútbol han desaparecido con la aplicación de medidas concretas y -a la luz de los hechos- efectivas, como la venta de entradas nominativas, las cámaras de reconocimiento facial y la implementación de listas negras con aquellos que estén impedidos de acudir a un evento deportivo como sanción por su participación en hechos de violencia. En este último punto hubo siempre acuerdo de las autoridades en ampliar la lista -como pide ahora el designado Secretario Nacional de Deportes- a los que tuvieren causa penal abierta y/o a personas con antecedentes penales graves, algo que se han negado los clubes a aceptar. Bienvenido sea ahora el cambio de postura.

En lo demás, la Policía nunca dejó de estar en los estadios, su presencia estuvo siempre garantizada y a resguardo para actuar cuando fuera necesario. Y afuera siempre estuvo con mayor presencia, con un despliegue que va mucho más allá de la zona de influencia de los escenarios deportivos. 

Si algo anduvo y muy bien fue la instalación de tecnologías que permitieron eliminar a los violentos de los escenarios deportivos, impidiendo su ingreso al ser reconocidos por las cámaras estando impedidos de ingresar, ó, identificando a los responsables para impedir su ingreso a futuro. Complementado con la identificación nominativa de las entradas (con cédula de identidad) lo que terminó de una vez y para siempre con el ingreso de anónimos que hacían de la violencia su principal motivación antes que el deporte mismo.

Por otra parte, parece un contrasentido apelar a que hayan más policías en los espectáculos deportivos y pretender bajar los costos al mismo tiempo, salvo que se piense exonerar de los servicios prestados por la policía en un espectáculo privado al que se accede pagando una entrada. Es decir que hay un organizador (la AUF) que cobra entrada, no es un espectáculo público gratuito.

Además, en tiempos que las autoridades electas proponen incrementar la presencia policial en los barrios, poblando las comisarías y aumentando el patrullaje, me pregunto de dónde van a sacar policías para cubrir todos esos puestos. 

Personalmente creo que si hubo un espacio donde se consiguieron resultados positivos fue en el fútbol, con medidas preventivas que llevaron a eliminar los anónimos poniendo nombre a cada uno de los asistentes e instalando tecnologías de última generación que permitieron erradicar a quienes no los motivaba el deporte sino otras razones para concurrir a un espectáculo deportivo. Esas medidas y la planificación operativa de una Policía moderna que aplicó inteligencia táctica para concluir operativos de alta concurrencia y complejidad (como el clásico en el Campeón del Siglo, por ejemplo), sin incidentes.

Entonces, ¿de qué violencia hablan ahora? ¿Es la violencia la verdadera razón o existe una intención de volver atrás lo hecho para marcar la cancha sin importar si lo que se deshace había dado resultado?

Un poco de historia

En el año 2010 el problema del fútbol uruguayo pasaba por las dimensiones de un pulmón en la Tribuna Olímpica. La otrora “tribuna de la familia” siguió los pasos de las cabeceras del Estadio Centenario cedidas a parciales de uno u otro equipo sin mezclarse. Muy atrás en el tiempo quedó aquella Tribuna Amsterdam donde en los costados se ubicaban las barras de Nacional (contra la Olímpica) y Peñarol (contra la América). Aquella división no hizo otra cosa que fortalecer rivalidades instalando verdaderos ejércitos de 5 o 6 mil hinchas embravecidos con una cuadra de distancia entre sí. Con ese panorama el problema no era seguir dividiendo sino forjar un cambio de cabeza que hiciera posible erradicar a los violentos del fútbol.

Mientras todo eso pasaba, la Policía era el convidado de piedra que se llevaba todas las culpas (por acción o por omisión), pero siempre terminaba siendo la responsable de los hechos mientras el organizador (dirigentes) salvaban culpas con aquel chivo expiatorio. Dirigentes que terminaban yendo a buscar a la comisaría a los detenidos en algún evento de violencia, los sacaban y así todo volvía a repetirse una y otra vez.

Un buen día dijeron que había que imitar a los europeos y hacia allí se fue a buscar soluciones y una de las primeras cosas que dijeron fue que el organizador era el responsable de la seguridad, el mismo que tiene el pleno y legítimo ejercicio del derecho de admisión (un derecho al que la Policía siempre prestó garantías para su ejercicio). Pues bien, aquello que fue premisa principal de los cambios en el fútbol del primer mundo se empezó a aplicar acá con éxito (entradas nominativas, listas negras, cámaras de reconocimiento facial), y la violencia mermó considerablemente en los escenarios deportivos.

Hoy aquello parece historia antigua y nadie apela siquiera, a un mínimo ejercicio de memoria y reconocer que se pretende ir contra lo que aconsejaron los expertos europeos. Nadie explica las razones, impondrán su proyecto a sabiendas que hoy la violencia en los espectáculos deportivos no es el principal problema. Quizás lo hacen por una razón simple, sabiendo que podrán mostrar un resultado heredado como propio, quizás...

Cuando todo hacía pensar que podrían venir tiempos de recuperar espacios para la familia (volver a la Tribuna Olímpica original por ejemplo), parece ser que vamos por lo contrario siguiendo una lógica represiva que -además- tildaron de urgente consideración...

el hombre lo mira por TV,
el perro ni eso...

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