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martes, 31 de diciembre de 2019

Uruguay 2020

No no es la promoción de ningún servicio aunque lo parezca, es el país que se viene y que empezamos a vivir en pocas horas no más. Ese país soñado, el que todos queremos (sea cual sea el sesgo o la visión política que se tenga); es el  lugar donde nos encontramos compartiendo territorio. A escala regional o mundial, se podría decir que es el barrio donde nos movemos, un rinconcito no más para esta América Latina tan convulsionada y violenta que nos afecta y permea sin remedio. Es por ese Uruguay que buscamos y al que anhelamos mejorar -fracasando con total éxito las más de las veces- al que no nos resignamos. Que todo tiempo pasado fue mejor, seguramente sea cierto, pero no por ello debemos aceptar sin más estas realidades que han llevado, por ejemplo, a una emergencia nacional en violencia de género recientemente declarada por el presidente Vázquez. Por eso, por esa rebeldía que nos caracteriza, por esa garra charrúa de la que nos sentimos orgullosos, vamos por ese Uruguay 2020… A por él!!

Ni saco azul, ni pantalón gris

Durante mucho tiempo tiempo se nos dijo que el uruguayo es un tipo tradicional, humilde, previsible hasta en su forma de vestir (saco azul y pantalón gris); y ni hablar si andamos por el mundo donde se nos une de forma indisoluble al termo y mate, típicos elementos que hacen parte de la idiosincracia oriental por excelencia.

El país de la torta frita más grande del mundo (y del sartén incendiado más grande también); del asado más grande (en disputa permanente con otros asadores regionales); del Maracanazo (este sí de autoría indubitable y única), cuenta entre sus pertenencias más caras algunas otras en disputa como la autoría del dulce de leche, por ejemplo. En cambio recoge para sí la paternidad de inventos como el sun, la vuelta olímpica o el chivito, por citar otros casos tan caros a nuestra uruguayez.

Tenemos el carnaval más largo del mundo, el campeonato uruguayo de fútbol más metropolitano del mundo también; un centro penitenciario llamado Libertad y un Arroyo Seco, entre tantas peculiaridades que nos identifican. 

Pero, también, tenemos una rica tradición democrática que si algo ha logrado en estos últimos  35 años es consolidarse para ser ejemplo en una región donde pulsan intentos desestabilizadores de los procesos democráticos. Tres décadas y media por las que transitaron todos los partidos políticos en una alternancia tan reclamada en la última campaña electoral, que confirmó la profunda vocación democrática de los uruguayos.

Y el Uruguay que se nos viene implica un tremendo desafío para los uruguayos, esos que son testigos ahora -pasadas las elecciones- de una realidad que aflora y se refleja en los mismos medios que hablaban de crisis que nunca llegaron a ser tales. Ese país que denostaban es el que ahora elogian en una especia de preparación del terreno para lo que será un gobierno de coalición multicolor que se beneficiará irremediablemente del colchón que le deja el Frente Amplio tras década y media de ser gobierno y refundar este nuevo Uruguay.

Pero no todo serán mieles, habrá que apostar a una vigilia permanente que defienda los logros alcanzados y que se resista a los cambios que procuren alterar ese estado en perjuicio de las mayorías. Suenan voces de tratados de libre comercio con EEUU que contradicen la apertura económica que hoy ostenta el país con un mercado abierto a más de 150 destinos comerciales.

Ya se empiezan a ver algunas cartas de los futuros ministros que empiezan a hablar de desindexar salarios de la inflación en algunos sectores del agro, advirtiendo por pérdidas de fuente de trabajo. Es decir que los asalariados rurales empiezan a ver luces de advertencia en su situación a pocos años de ser reconocida gracias a los gobiernos del FA.

Y si esta es una muestra no quiero saber como será el producto final por eso es que habrá que estar muy atentos para ser celosos defensores de las conquistas a riesgo de perder todo el caudal logrado en 15 años de gobierno progresista. 

Pero no todo es crítica ni mucho menos, lejos, bien lejos está el desear que al nuevo gobierno le vaya mal pues quien así piense olvida que vivimos en el mismo país y necesitamos que al país le vaya bien para vivir mejor todos sus habitantes. 

El tema pasa por donde siempre pasó, y es lo que diferenció a los dos modelos que compitieron en la última elección: la distribución de la riqueza. Esa porción de utilidades que genera el país y que algunos queremos que se distribuya de una forma y otros -los que ganaron- de una forma bien distinta a la de los últimos 15 años. Esa diferente forma de distribuir la riqueza del país será la tónica que marcarán los próximos años de este Uruguay 2020 que se prolongará hasta el 2024 y que esperemos sea lo menos traumática posible.

La coalición tendrá un inmenso desafío de estabilidad que pondrá en juego ese equilibrio necesario para poder funcionar durante el mayor tiempo posible. Es tan amplio su espectro y tan distantes sus posiciones que ese juego de fuerzas tendrá pulsiones permanentes que pondrán en juego la estabilidad política del nuevo gobierno. Enfrente estará la bancada frenteamplista estrenando rol opositor, con la diferencia de haber sido gobierno y conocer al detalle la gestión para poder hacer un ejercicio responsable de la oposición pensando en la gente antes que en la ventaja política.

Uruguay, nuestro país, se merece un futuro mejor sin dudas. Ni los que llegan vienen a salvar nada ni los que dejan el gobierno destruyeron nada, todos hicieron sus aportes -con aciertos y con errores- pero todos dejando lo mejor de sí para el bienestar de todos los uruguayos. El país no es otra cosa que una construcción colectiva de su gente, esa que elige su destino y a sus representantes, con aciertos y con errores, a sabiendas que será ella la que pagará los costos de sus decisiones.

Por todo eso y por nosotros mismos, Feliz Uruguay 2020!! 




el hombre levantó una copa,
el perro ladró un deseo...

1 comentario:

  1. Muy interesantes palabras,coincido en un todo y esperemos ver la realidad en los futuros años...Salú

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