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martes, 24 de septiembre de 2019

Terceros afuera


La frase correcta es “segundos afuera”, empleada cuando está por comenzar el combate de boxeo, solicitando el retiro de los que asisten al pugilista ante la inminencia del sonido de la campana que anuncie el inicio del round. En esta ocasión la licencia gramatical viene a cuento de los tan mentados debates que parece ser serán la estrella invitada de esta flaca campaña electoral que nos ocupa. Pues bien, parece ser que el derecho a debatir lo dan las encuestas y a estar por estas los terceros quedan fuera de la contienda sin derecho al pataleo. 

Garganta con arena

El malestar es evidente y se le nota, por más que la voz cascada con la que dijo haberse reconciliado, no le deja lugar al disimulo. La baja pronunciada en las encuestas lo han consolidado en un tercer lugar bien llevado, que no solo da un manto de realidad a una exagerada percepción triunfalista pos internas, sino que -además- deja poco respaldo a su reclamo a debatir con los que están liderando las intenciones de voto de los uruguayos.

Bien clarito es el tema y el hombre “garganta con arena” de la política uruguaya lo sabe: para llegar a un debate, por lo menos, hay que ser segundo, no tercero ni cuarto. Es lógico que quien está segundo intente debatir con el que va primero, para buscar ascender en las encuestas haciendo del debate un instrumento que le permita sumar esos puntos que le faltan para el primer lugar. 

Al que va primero, si la distancia es larga, poco le aportará un debate pero si esta no es muy amplia, intentará aumentar la diferencia a su favor, corriendo el riesgo del intento (riesgo que le sumará puntos de resultar ganancioso en la contienda dialéctica). ¿Quién no aprecia la valentía del que se arriesga?

Lo cierto que no se debate con terceros, no lo debería hacer el segundo (que corre el riesgo de ceder el lugar al contrincante), ni lo hará el primero (que tiene mucho más para perder que para sumar con el mismo ante un rival que está dos escalones debajo suyo). 

Pagando el precio

A pesar que no les creo casi nada, las encuestas no dejan de ser una foto aproximada de la realidad (esto cuando no son direccionadas ni interpretadas subjetivamente, como ha ocurrido -lamentablemente- en nuestro país en la elección pasada). Lo cierto es que las encuestas son un dato que es tenido en cuenta por todos -hasta por los críticos como el suscrito- y más aún por los candidatos y sus comandos de campaña. Con esos datos encima de la mesa se juegan las últimas cartas de una campaña floja y deslucida que apunta todas sus fichas al debate como si fuera este el que determinará el futuro de las elecciones presidenciales uruguayas. Ni tanto ni tan poco, esto es como cuando Uruguay no clasificaba a los mundiales y apareció Tenfield para ponerle sal y pimienta al deprimido fútbol uruguayo. Mal no le fue entonces, haciendo que la competencia interna fuera el (único) atractivo para un deporte que no disputaba justas mundialistas a las que estaba acostumbrado.

El tema del debate es lo mismo -a mi modo de ver- en una campaña flojísima, donde la abulia ganó terreno y la elección no mueve a los uruguayos que (en mi opinión) irán a votar como un mero trámite a sabiendas que el país está bien dirigido y renovará la confianza en el Frente Amplio una vez más. Entonces, ante tamaño desinterés político hay que vender espacios y mover la caja registradora de los medios -sí, esos que fogonean y tironean para un solo lado hasta sin disimular- pero que ven (antes que nada) una oportunidad de negocio (quizás la única de toda la campaña) en el debate. Y a pesar que lo intentaron no tiraron mucho de la piola para meter al tercero en discordia a riesgo que primero y segundo los dejaran como la gata Flora mirando la fiambrera. Entonces, habrá debate y seguramente será el único, entre los que lideran las encuestas, sin lugar para los terceros y mucho menos para los cuartos y para los que se están cayendo de las encuestas.

Al enroncado candidato le duelen prendas y le están cobrando las desafortunadas decisiones asumidas y por las que no ha dado respuestas satisfactorias que diriman el cuestionamiento. Me refiero al caso de su candidato a vice, para el que no basta su palabra para certificar la honestidad de quien estuvo integrando -al mismo tiempo- un organismo regulador y una empresa regulada por ese organismo. Lejos de presentar argumentos y documentación que lo justificara, se dedicó a fogonear una pretendida campaña de enchastre que no ha sido otra cosa que buscar información y munirse de pruebas para poder dirimir claramente si lo que se sospecha es o no la verdad del caso de su candidato a vice. 

Mire por donde lo mire, estimado amigo de voz rasgada, su intención de ser uno de los debatientes tiene poca chance de concretarse. Pero si de algo le sirve, puede usted aspirar al premio consuelo de aceptar el convite de otro que está más desesperado que usted por debatir con el que sea, ya que la bajada lo empuja a tal velocidad que cualquier piedra le sirve para intentar frenar su caída. 

Si no lo saca le doy unas señas para que lo ubique: se dice independiente pero está flechado en una sola dirección a la que usted no le disgustará, tiene poco pelo pero le sobran mañas y también excusas para justificar pases en comisión como … 

Caramba… ¡que coincidencia!!!



el hombre quería discutir,
el perro se acostó a dormir...

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