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viernes, 16 de diciembre de 2016

Al Maestro Raúl Legnani


Era un frecuente asistente a ese rincón de la esquina de Garibaldi y Bvar. Artigas; antes mucho más que ahora en que su rol en el diario La República y en la 1410 AM Libre había cambiado. Algún editorial cada tanto para el diario mientras que en la radio ya le habían comunicado el fin de sus servicios. Era “el Chancho” para los más conocidos, y era “el Maestro” para quienes lo conocimos hace algunos pocos años pero supimos recibir de él un reconocimiento y el impulso que nos puso a escribir. Se fue Raúl Legnani, un señor del periodismo uruguayo, se fue en silencio pero nos dejó un montón de letras para que las pongamos en fila y aparezcan, una vez más, en aquella nota que aún falta escribir… “Salú”, Maestro!!

“Quiero una nota por semana”


Un ex senador y ex vice presidente de la República, era el abogado patrocinante de una larga lista de militares que recurrían el impuesto a las jubilaciones y obtenían el fallo de inconstitucionalidad favorable. Fue mi primer columna en La ONDA digital, el inicio de un período que aún continúa y seguirá mientras exista ese espacio virtual (si así lo quieren sus mentores, claro). Como aquella nota viene al caso y fue corta la reproduzco acá para que entiendan de lo que les hablo:

“Trece son los casos que han recibido sentencia de inconstitucionalidad en un tiempo récord de nueve meses… En tan rápido período gestacional dio a luz una sentencia que al decir de muchos entendidos en la materia, fue un verdadero disparate jurídico. Principalmente los argumentos del mediático protagonista de este asunto, el Dr. Rodríguez Caorsi.

Curiosamente esos casos, -diligentemente tratados contra el reloj biológico de la Dra. Sara Bossio, que le invitaba a retirarse por cumplir la edad tope de permanencia en el cargo- en su gran mayoría son representados por el mismo jurista (Dr. Gonzalo Aguirre) y comprende a ex militares que gozan de jubilaciones de privilegio (incluidos patrones de pastoreo que hoy residen en la calle Domingo Arena).

La presión que se ejerció sobre los ministros del honorable y supremo tribunal judicial de nuestro ordenamiento jurídico no registra antecedentes inmediatos salvo aquella ocasión en que una caja fuerte fue el destino de citaciones famosas a poco de reinstalada la democracia. Pero en ese caso no fue la justicia la que se sintió presionada sino el poder político de entonces culminando, entre gallos y medianoches, con la ley de impunidad y el desafuero del extinto Germán Araújo.

Hoy presenciamos cada día una sistemática campaña mediática donde los opositores de un gobierno progresista utilizan con descaro todos los medios a su alcance para procurar dañar las arcas de un gobierno que está redistribuyendo la riqueza como ningún otro lo había hecho hasta el presente. Y les duele, porque vivieron durante mucho tiempo gracias al fruto de un Estado que fueron construyendo para sí mismos sin importarles el futuro de las grandes mayorías. Las mismas que, hartas de tanto cuento, votaron por el cambio en octubre del año 2004.

Extremadamente llamativo es el hecho que nos ocupa e inspiró esta reseña, por cuanto parece una carrera alocada pero muy bien dirigida a obtener rápidos beneficios de una situación coyuntural como lo fue la integración de un cuerpo jurídico. En un tiempo récord se dictó sentencia con votación dividida y argumentos atados con hilos muy finos, tan finos que se rompieron con el primer fallo que surge a partir de su nueva integración.

Sería una buena cosa que se supiera cuánto cobró el abogado querellante a cada uno de los representados que asistió, y poder así sacar cuentas al respecto. Seguramente la cifra nos sorprendería al punto de coincidir con el título de esta nota…

En este caso, la justicia fue flor de negocio…”

Esa pequeña reseña le fue enviada, allá por el 2008, a Raúl como contribución para sus acostumbrados editoriales en La República. Aún recuerdo el correo que le remití diciéndole: “para que te inspires en el próximo editorial”, al que me respondió que lo publicaba en La ONDA digital y que de aquí en más le enviara artículos para esa publicación. Una osadía que no cabía en mi cabeza al punto que lo llamé para entender si aquello era una broma. Su respuesta fue la misma, “quiero que escribas para La ONDA digital, plata no hay pero tenés un espacio para expresarte si te interesa”.

Lo que siguió es conocido, empecé un periplo de articulista independiente que sigue hasta hoy -algo más maduro- en que pude construir un estilo propio incorporando los aforismos al pie de cada columna con la figura del hombre y el perro como no será excepción en esta semblanza en homenaje al querido “Chancho” Legnani.

Lo consultábamos en las campañas -aún en la contienda franca de no compartir candidato- pero lo sabíamos un frenteamplista de fuste y que una vez dirimida la elección interna pelearía por llevar al FA y su candidato a la Presidencia de un país que empezaba a cambiar. Sus tertulias en el bar Las Flores, con su vaso y “el amarillo” con hielo siempre presente. Era el confidente de esas primicias que sólo él sabía, era el consejero de instancias donde el “cuarto poder” jugaba sus cartas en un escenario en el que se ha convertido en otro opositor más. 

Se fue en silencio, casi en un susurro inexplicable para quien supo estar al frente de medios que hicieron parte de esta historia que recién escribe sus primeros capítulos. 

Raúl no se murió, se fue a escribir a otra parte, sin ruidos de redacción, sin apuros por el cierre, sin desesperación por las primicias. Se fue a escribir en paz…

Se lo va a extrañar.

el hombre cerraba el diario,
el perro no podía disimular tanta tristeza...

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