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viernes, 12 de febrero de 2016

Y se hizo la luz...

Alcalde con vecinos de Paso del Tigre - Est. Atlántida
Estación Atlántida era el punto de convocatoria, hasta allí nos invitaba la Comuna Canaria en el marco de sus 200 años de fundación, porque en ese lugar había algo importante con los vecinos. Estaba Gustavo, el Alcalde, un tipo que se muestra como uno más entre los habitantes del lugar haciendo que su investidura se legitimara naturalmente, como debe ser. Eso nos devolvió la confianza en un cargo que aún mantiene resistencias entre la ciudadanía que no acompañó con su voto las elecciones de los gobiernos locales. La escasa proporción de votos con los que llegaron a ser electos dejó un sabor amargo en quienes creemos firmemente en la necesidad de gobernar más cerca de la gente. Seguramente se dirá que no es lo mismo el arraigo que tienen los alcaldes en el interior que los que pueden tener los de la capital y quizás les asista la razón, pero algo debieran entonces copiar los capitalinos para que tengan mayor respaldo electoral llegado el momento. El Alcalde cedió el privilegio de levantar la llave de luz a la vecina más alejada del barrio, la que ya no esperaba nada hasta que vino alguien que le cumplió el sueño de poder tener alumbrada su calle. En Estación Atlántida se hizo la luz... la fiesta recién empieza.

¡Viva el Paso del Tigre!

Julia es una vecina que vive en una de las calles de Paso del Tigre, un barrio que se pierde al fondo de la calle bituminizada por la que se accede desde la Ruta 11. “Por esta misma al fondo...” nos dijo un vecino cansado de responder lo mismo a quién sabe cuantas personas que le consultaron por el lugar destino de nuestro viaje.

El bitumen -que también llegó hace poco a una zona olvidada por décadas- nos marcaba el rumbo a una zona que empezaba a concitar la atención del gobierno departamental para hacer realidad aquellos sueños olvidados de un barrio que pedía cancha.

Precisamente Julia, fue protagonista principal de muchos años de promesas sin cumplir; descreída por unanimidad (como diría Juceca), se aprestó a confiar por inercia en la promesa que le hizo Gustavo antes de las elecciones municipales. Lo que no sabía es que se encontraría con gente que practica otra forma de hacer política, gente que se sintió con ganas de trabajar por la comunidad como un vecino más, y con eso hizo la diferencia.

Hay muchos “Gustavos” en el interior, gente que hacen suyos los sueños de los vecinos  e intentan mejorar el entorno público a sabiendas que es una gran casa que nos cobija a todos y que con su mejora se favorecen todos. Ganamos convivencia, generamos confianza, aprendemos a trabajar en colectivo, una práctica que se había perdido junto con la confianza por los gobernantes de turno.

El tercer nivel de gobierno se abre camino a pesar de la incrédula reacción ciudadana (que se acentúa mucho más en la capital que en el interior), con acciones de este tipo que  hacen camino al andar. Poco a poco, con esfuerzo y con obras, se afianzará la figura de un referente ineludible de los vecinos. Ese vecino más con responsabilidades públicas de plasmar en obras los reclamos del barrio y al que llaman Alcalde.

Julia ya no esperaba nada, pero se le escapó una sonrisa cómplice que sepultaba definitivamente los años de espera e incredulidad justificada. El Alcalde homenajeó así a una de las artífices de los cambios operados en esa pequeña comunidad que desde ahora incorporó 73 luminarias para que las calles de Paso del Tigre de Estación Atlántida sean más seguras para todos.

La fiesta está asegurada, el barrio aplaudió la claridad que le devolvieron al entorno junto con la confianza y la fuerza para seguir trabajando colectivamente. 

No fue un Ministro, no fue el Intendente, no fue el Alcalde... fue Julia, la vecina más al fondo del barrio, la que no esperaba ya poder ver iluminado el frente de su casa, la que estaba cansada de tantas promesas incumplidas.

Fue Julia la que levantó la llave y le regaló luz a un rincón de Estación Atlántida que ya piensa en nuevos desafíos para seguir mejorando.

Se hizo la luz con Julia y aquello fue una fiesta... 


el hombre cedió el honor,
el perro cedió el ladrido...

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